POV JESS
Al acabar las clases, por fin, Liz vino a mi casa con intención de quedarse a dormir esa noche. A Clarence, una amiga de la infancia, se le ocurrió montar una fiesta para celebrar su cumpleaños, asi que al estar Liz conmigo aprovecharíamos para ir juntas y pasar un buen rato. Clarence había invitado a todo el instituto por lo que deduje que Dylan iría, no se perdería una fiesta. Liz estaba estaba más nerviosa que de costumbre y todo ello porque vería a Philip esta noche y ya que no estaba con Diana, aprovecharía para acercarse y así entablar una conversación aunque fuera la más corta de la historia. Estaba decidida a que esa iba a ser la noche ideal. Empezamos a arreglarnos y tocaba elegir vestido. Liz me dio a elegir entre un vestido rojo holgado y uno negro muy ceñido. Ambos eran bastantes bonitos y espectaculares, aunque demasiado despampanantes para mi gusto.
-¿Cuál quieres ponerte tú? -Liz parecía incesida aún.
-El rojo. –Dije totalmente decidida. No era que siempre tuviera claro mis preferencias, pero en lo que respecta a vestidos sí.
-Mmm… ¿sabes qué? Ponte mejor el negro que llama más la atención. Necesitas ligar esta noche, no has tenido nada después de lo de Peter. -Ambas reímos.
La verdad es que no estaba nada mal el vestido asique me lo puse. Tardamos como una hora en terminar de arreglarnos y mi padre se ofreció a llevarnos. Al llegar nos dijo que tuviéramos cuidado y que si teníamos algún problema, que no duráramos en llamarle. Abrimos la verja del jardín y observamos que había muchísima gente. Había luces de colores y gente sentada en el bordillo de la piscina. Vimos salir de la casa a Clarence, dirigiéndose hacia nosotras con una gran sonrisa en la cara.
-¡Me alegro de veros chicas! –Dijo con tono alegre.
Entramos y nos sentamos en el sofá. Su casa era enorme, tenía tres plantas con habitaciones gigantescas y tenía unos grandes ventanales en el salón. No entraba en esa casa desde que Clarence, Liz y yo éramos muy pequeñas, pero al parecer no había cambiado absolutamente nada, seguía prácticamente igual.
-Jess, ¿ves a Philip? –Dijo Liz un poco inquieta. No para quieta en el sitio, cosa que me hizo estar nerviosa.
-No, apenas puedo distinguir a nadie con tanta gente. -afirmé mirando de un lado para otro.
-¡Ahí está! y viene con Dylan, vamos a saludarlos. –Dijo entusiasmada. Oh genial, el que faltaba.
Fuimos donde estaban ellos y le saludamos:
-¡Hola chicos! –Dijo Liz un poco nerviosa por la presencia de Philip.
-Hola, ¿qué pasa? –Le contestó Philip.Puse su mejor sonrisa. Era realmente amable ese chico.
Notaba la mirada fija de Dylan clavada en mí. Por un momento me puso nerviosa. Evitaba mirarle también, pero era realmente difícil por su insistencia.
-Hola Jess, me alegro de verte. –Dijo Dylan entusiasmado.
-Hola Dylan, ¿qué tal estás? –Le sonreí tímidamente para no parecer una estúpida.
En ese momento oímos unos gritos, era Diana que estaba fuera maldiciendo a todos los que osaran a distribuir la famosa foto por todo el instituto.
-¡COMO ME ENTERE DE QUIENES HAYAIS SIDO OS ARREPENTIRÉIS! –Gritó desconsolada mientras miraba entre las personas con la esperanza de encontrar a Philip.
-¡Cállate Diana! ¿Por qué tienes que gritar? No deberías estar aquí después de todo lo que ha pasado. –Dijo Philip enfadado sobresaliendo del grupo de personas que se había formado tras el escándalo.
-Te juro que yo no quería… me tendieron una trampa. –Dijo Diana con cara de no haber roto nunca un plato.
-¡Olvídame Diana! –Dijo Philip enfadado.
La discusión acabó con las últimas palabras de Philip y todo el mundo volvió a la normalidad. Dylan le pidió a Liz que fuera a ver cómo estaba Philip y que de paso le distrajera de todo aquello que había pasado, y ella, por supuesto, aceptó encantada.
-Parece que tu amiga es buena gente. –Dijo Dylan mientras se le dibujaba una pícara sonrisa en la cara.
-Sí, es muy buena persona, una gran amiga. –Dije convencida.
-Sí, y además se le nota a leguas que le gusta Philip. –Añadió. Tragué saliva.
Me quedé un poco sorprendida por lo que acababa de escuchar y me limité a no decir nada.
-Y a ti, ¿te gusta alguien? –Dijo de una forma muy directa.
-No, no me gusta nadie. –Aclaré. ¿Qué le importaba mi vida privada? No eramos amigos.
-Por qué será que no te creo. –Sonrió.
-Vamos, salgamos de aquí. –Dijo cogiéndome del brazo suavemente.
Fuimos fuera, lejos de todo el ruido.
-Mucho mejor ¿verdad? no te escuchaba nada ahí dentro.
-Sí, la verdad, es que no era un buen sitio para hablar. –Dije intentando completar la frase.
-¿Quieres hablar? – Dijo con cara de sorprendido.
-No, o sea, bueno, no sé… -Dije con voz temblorosa.
Después de quedarnos en silencio durante un rato, Dylan se limitó a decir: