POV JESS
Me desperté temprano a pesar de no haber instituto. No podía dormir más a si que aproveché para ver algunos capítulos mi serie favorita. Mi madre entró en la habitación y me dijo que mi padre y ella estarían fuera todo el día. Me parecía bien que de vez en cuando se divirtieran un poco, no debían estar siempre pendientes de mi, ellos también tienen derecho a disfrutar de su vida. Cuando me disponía a encender el ordenador, me sonó el móvil. Era un mensaje de Liz, decía que Philip le había llamado para quedar esta tarde y le dije que me alegraba muchísimo por ella, que cuando la llevara a casa me contara todo. Cuando por fín me disponía a encender el ordenador, oí el timbre sonar. Bajé rápido las escaleras, abrí la puerta y me sorprendí al ver a Dylan.
-Hola Jess, me gustaría hablar contigo. –Dijo mirándome fijamente a los ojos como de costumbre.
-¿Sabes qué? Que yo no quiero hablar contigo, no me interesa nada lo que me vengas a decirme. –Intenté cerrar la puerta, pero puso el pie justo antes de yo pudiera cerrarla.
-Por favor. –Dijo mirándome con ojos tristes.
Al verle así decidí dejarle pasar, callarme y dejar que me dijera lo que venía a contarme.
-Lo siento, no debí tratarte así anoche. -dijo Dylan sin esperarmelo siquiera.
-¿Y ya está? ¿Eso es todo? –Dije sorprendida, algo molesta también, para qué mentir.
-Si… ¿qué quieres que me ponga de rodillas? –Bromeó.
-Serás imbécil. –Me enfadé aún más de lo que ya estaba, si eso era posible.
-Espera Jess, era una broma, no te pongas así…me cogiste en un mal momento y la pagué contigo, lo siento de veras. -confesó. Parecía realmente arrepentido.
-Da igual Dylan. –Dije resignada.
-No, no da igual, y como no quiero que estés enfadada conmigo, ¿qué te parece si te recompenso?
-¿Recompensarme? –Dije sorprendida. No me esperaba eso.
-Sí, tú pide por esa boquita lo que quieras y lo tendrás. –Dijo convencido.
-¿Todo? –Insistí.
-Ya te he dicho que sí. -terminó por decir Dylan.
-Bien, pues hoy me invitas a comer. –Acto seguido le cerré la puerta en las narices. Una sonrisa involuntaria se dibujó en mi rostro, pero cuando fui consciente de ello, me limité a permanecer seria.
Subí a mi habitación y empecé a rebuscar por mi armario la ropa que me pondría para ir a comer. Después de probarme tantos conjuntos, me pregunté por qué había tardado tanto en decidirme y por qué me preocupada lo que pudiera pensar Dylan sobre lo que lleno o no llevo puesto. Me encogí de hombros y seguí arreglándome. Era ya casi la hora de comer, y me estaba poniendo los zapatos cuando llamaron al timbre. Bajé, abrí y era él. Dylan iba bastante guapo, le quedaba muy bien la camiseta negra y sus pantalones vaqueros rotos le daban un toque macarra. Yo iba con una camisa roja, unos pantalones cortos ajustados y las sandalias que tanto me gustaban.
-¡Guau! –Exclamó. Parecía realmente sorprendido al verme.
-¿Qué? ¿Nunca has visto a una chica arreglada o qué? –Bromeé.
Dylan me miró con su mirada pícara y añadió:
-No tan guapa como tú. -confesó.
Me sonrojé pero no se dio cuenta, o eso espero. Montamos en su coche y me llevó al parque.
-¿Me traes a comer a un parque? –Dije mientras ponía un poco cara de asco.
-Sí, ¿no te gusta? -preguntó mientras me miraba fijamente.
-Pero dije comer… -Dije extrañada.
-¡Y a eso hemos venido! –Sonrió y acto seguido, sacó de su coche una gran cesta llena de comida. ¿En serio íbamos a hacer un picnic? No me lo hubiera esperado nunca de Dylan.
-He pensado en que estaríamos mejor solos, sin que nadie nos pueda molestar. –Dijo Dylan mientras que se acercaba a mí.
-¿Qué haces? –Dije en tono confuso.
-¿Te pongo nerviosa Jess? –Dijo mientras se acercaba aún más.
-No. –Dije mientras me apartaba. Me senté en la manta que había puesto en el césped y cogí un sándwich de los que había en la cesta. Le di un bocado rápidamente.
-¿Los has hecho tú? –Dije intrigada.
-Bueno, mi hermanastra me ha ayudado. –Dijo entusiasmado. Parecía agradecido por mi comentario.
-Guay. –Me limité a comer.
-Tienes comida en el labio. –Dijo mientras me la quitaba.
-Gracias… –Dije avergonzada.
-A ver si tienes más cuidado, en las citas tienes que estar atenta a los detalles para que estas cosas no te pasen. –Dijo mirándome fijamente.
-¿Qué? Esto no es una cita. –Aclaré. Me puse bastante nerviosa, he de decir.
-Me encanta hacerte rabiar. –Dijo mientras volvía a acercarse a mí.
-Pues no entiendo por qué… -Dije un poco confundida.
-Porque me resulta divertido y al parecer a ti también te gusta. –Dijo acercándose aún más. Esta vez no me aparté y dejé que se acercara. Simplemente dejé que lo hiciera.