Mundos Diferentes

CAPÍTULO 11- CONFIANZA

POV DYLAN

Hoy me había levantado más temprano de la cuenta ya que la noche anterior no había podido pegar ojo, no sé, quizás será por el partido de esta tarde. Cuando ya me iba y ya había cogido las llaves del coche para irme a casa de Philip, mi padrastro se paró delante de la puerta, cortándome el paso.

-¿A dónde vas? –Dijo con tono enfadado.

-A ti qué te importa. –Dije aún más enfadado apartándole de la puerta.

Cerré muy fuerte y me dirigí al coche. Conduje hasta la casa de Philip que ya estaba fuera, parecía preocupado. Aparqué y me acerqué a él.

-Hola campeón. –Dije con una sonrisa en la cara.

-Hola Dylan. –Dijo con tono preocupado, casi cabizbajo.

-¿Pasa algo? –Dije preocupado yo también.

-Se trata de Liz, me ha llamado porque está enferma y sus padres están fuera de la cuidad, necesita que la lleve al hospital y mi padre se ha llevado el coche al taller. No tengo manera de ir.

-Vamos, la llevaremos al hospital. –Dije decidido, mientras le invitaba a entrar en mi coche.

Recogimos a Liz y los dejé solos en la habitación. De repente llegó Jess.

-¿Cómo está? –Me preguntó preocupada.

-Bien, tranquila, está con Philip. –Dije sonriéndole.

-Gracias. –Dijo un poco seca. La notaba un poco nerviosa.

A los 10 minutos salió de la habitación y fue directa a la máquina de agua.

-Qué seria estás hoy. –Dije con tono gracioso. Ser gracioso con ella era la única forma de que se ablandara, al menos, un poco.

-No, solo estaba preocupada, eso es todo. –Me respondió con tono firme.

-¿Quieres que te acerque a casa? –Le pregunté.

-No, gracias, está Jacob abajo, no podía aparcar asi que subí sola. –Dijo con una sonrisa.

-Entiendo.-Dije con tono seco.

-Adiós entonces, nos vemos en el partido. –Dijo mientras se alejaba. Esta chica me estaba volviendo loco, un día me hablaba bien y era super simpática conmigo y al otro, me descuidaba un poco y ya me estaba hablando super borde, con una tremendas ganas de matarme.

La tía de Liz vino corriendo desde un pueblo cercano y se quedó con ella, ya que Philip y yo teníamos el partido esta tarde. Cuando salimos del hospital fuimos al instituto pero ya estando allí me percaté de que se me había olvidado mis zapatos, los que me había regalado mi madre y que tanta suerte me daba en cada partido, asique le dije a Philip que volvería en 5 minutos que se fuera el ya a los vestuarios.

Volví a mi casa y para colmo solo estaba mi padrastro sentando como siempre en el sofá.

-Tú, tenemos que hablar sobre un tema. –Dijo mi padrastro con tono serio. 

-Ahora no tengo tiempo, tengo que coger mis zapatos, déjame tranquilo. -Dije enfadado.

-Tus estúpidos zapatos, están el sótano. –Dijo convencido.

Me quede un poco extrañado con su contribución para que encontrara los zapatos pero me encogí de hombros y baje al sótano. De repente escuché la puerta cerrarse y el sonido de la llave cerrando la puerta por fuera. Mi padrastro me había encerrado.

-Ahí te quedarás toda la tarde para que aprendas a no ignorarme. -dijo mientras se alejaba.

-¡Sácame de aquí, no tienes derecho a hacerme esto! -Grité.

Decidí llamar a Philip y a los demás del equipo pero ya era la hora del partido asique fue inútil llamarles, ya que deberían haber dejado los móviles en las bolsas de deporte. Oí a mi padrastro salir, y a los 5 minutos oí a mi madre llegando con mi hermana.

-¡Mamá! ¡Sácame de aquí! –Grité con todas mis fuerzas.

Mi madre me abrió corriendo, me preguntó qué había pasado y cuando se lo conté, se quedó de piedra, pero finalmente no hizo nada, por miedo a la reacción que iba a tener mi padrastro.

Cogí las llaves del coche y fui al instituto. Cuando llegué, todos me miraron extrañados incluso Philip que me preguntó qué fue lo que pasó para llegar tarde y perderme el partido y tuve que inventarme una excusa. El entrenador gritó mi nombre en medio del gimnasio y todo el gimnasio se quedó en silencio. Tuve que aguantar como el entrenador me gritaba y me decía lo irresponsable que había sido no yendo al partido, al partido tan importante que era aquel.

-Señor entrenador, no es su culpa, no creo que él hubiese querido perderse el partido de esta tarde, solo tuvo mala suerte y le tocó un gran atasco, además, es el mejor jugador del equipo, no creo que podamos ganar sin Dylan. –Dijo Jacob.

El entrenador se calmó y acabó por decirme que no quería que se volviera a permitir. Me dejó muy claro que como me perdiera otro partido, estaría fuera del equipo.

-Gracias Jacob, no tenías por qué defenderme. –Dije agradecido.

-No hay de qué. –Dijo tocándome el hombro.

-¡Jacob! ¡Has estado maravilloso hoy! –Dijo Jess mientras le daba un abrazo.

En ese momento, decidí irme. No aguantaba nada de aquello.




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