Mundos Diferentes

CAPÍTULO 25- EL AMOR COMO CURA DE LA FELICIDAD

POV DYLAN

Hoy tocaba boda. La prima de Melissa celebraba su enlace con su novio de toda la vida, Mitchael. No conocía a ningún miembro de la familia de Melissa y he de reconocer que estaba nervioso hasta que por fin los conocí.

-Hola cariño. -dijo la madre de Melissa al verle.

-Buenas. -saludé. Todos me miraron y me miraron de arriba abajo. Me sentí un poco incómodo, pero no dudé en sonreír.

-Mamá, este es Dylan. -dijo Melissa cogiéndome de la mano.

-Encantada Dylan, somos Clair y Matt Foster. -dijo al fin la madre de Melissa que portaba una gran sonrisa.

-Estamos encantados de tenerte aquí. -dijo el padre de Melissa.

-Será mejor que entremos en la Iglesia, está a punto de llegar la novia. -dijo la madre de Melissa.

Entramos en la Iglesia y ya con nosotros dentro, entraron muchos más invitados. A los pocos minutos, la novia entró. Observé a Melissa y parecía estar eufórica, bastante contenta por ver a su prima y encima casándose.

Pasada la ceremonia, llegó la hora del convite.

-Y bueno, ¿cómo os conocisteis? -preguntó la prima de Melissa.

-Lo cierto es que os vais a reír, pero la primera vez que nos conocimos no fue algo agradable. -respondió casi riéndose. En ese momento dirigí la mirada a la madre de Melissa y ésta no parecía haberle hecho gracia el comentario de su hija, más bien parecía molesta.

-Iba por la calle justo después de haberme parado a comprar un café y al cruzar la esquina Dylan y yo nos chocamos con la mala suerte de que el café acabó en mi vestido. -dijo entre risas.

-Sí, fue un poco incómodo ya que no la vi venir y encima se enfadó conmigo. -intenté completar su frase. De nuevo observé a la madre de Melissa y parecía aburrirse con la historia que contábamos. Sin embargo, la prima de Melissa la miraba con dulzura y parecía ansiosa por saber más.

-Y Dylan, ¿en qué trabajas? Porque trabajarás, ¿no? -preguntó la madre de Melissa.

-Sí, ayudo a mi madre en la panadería. -dije orgulloso. En ese momento la madre de Melissa cruzó los brazos y puso una cara de decepción que hasta mi madre desde nuestra casa se hubiera percatado de ella.

-Es bueno que los hijos ayuden a sus madres. -acabó por decir el padre de Melissa que, por el contrario, parecía interesado.

El convite y la posterior fiesta transcurrió lo más normal posible, bueno, si a aquello se le puede llamar normal. La verdad era que estaba deseando que terminase ya q no pude estar más incómodo allí. A la madre de Melissa no parecía agradarle mi presencia.

POV JESS

Ayer fue extraño ya que después de mucho sin ver a Dylan, que apareciera con Melissa…. Bueno, si es feliz, ¿quién soy yo para juzgar a nadie? Los dos hicimos nuestras vidas por separado y bueno, no ha ido tan mal, o eso creo.

Ian parece buen chico y fue muy atento conmigo anoche. Debería matar a Liz por la encerrona que me hizo invitando a Ian, pero como sé que lo hizo para que yo no estuviese sola… pues se lo perdonaré. De todas formas, me alegro de que lo hiciera ya que Ian resultó ser bastante agradable.

Hoy sábado tengo que terminar un artículo para la revista así que debo terminarlo para que Emma le dé el visto bueno. Emma, a pesar de ser la madre de Diana y Peter, no comparten ni su maldad interior, y he de decir que es capaz de entender un “no”. Eso no quita que sea una mujer demasiado ambiciosa y que eso conlleve explotar al máximo a sus trabajadores, sobre todo a sus becarios.

El artículo me llevó más tiempo del que tenía pensado, pero pude terminarlo a tiempo para comer. No contaba con mis padres para comer ya que hace algunos años viven “aventuras” juntos con la caravana que se compraron y apenas pasan por casa. Como no sabía que hacerme de comer, fui a la despensa a ver qué podía prepararme. En ese momento mi móvil sonó.

-¿Sí? -dije extrañada al ver un número desconocido.

-Mmm… soy Ian. -dijo con tono alegre.

-¡Ian! -dije al escuchar su voz.

-Jess, sé que es tarde, pero, ¿te apetece comer conmigo? -dijo con voz dulce.

- ¡Claro! -respondí.

-Genial. -dijo Ian. Seguro que pensó en ese momento que me faltó tiempo para decir que sí, como si estuviese esperando que alguien me llamara y me dijera de salir a comer.

-¿Te parece bien que comamos en el Lorris? -pregunté.

-¡Claro! ¿Nos vemos allí en diez minutos? -dijo Ian entusiasmado.

-Te veo allí. -Colgué.

Llegamos justo los dos a la vez y nos dieron la mesa de al lado de la ventaja, justo mi sitio favorito en mi restaurante favorito.

-Es un buen restaurante. -dijo Ian.

-Sí, además es mi restaurante italiano favorito. -dije con tono alegre.

-Tomo nota. -dijo clavando su mirada en mis ojos. No pude evitar quitarle la mirada, he de decir que ese gesto hizo que me pusiese nerviosa.

-Y bueno, ¿qué me recomiendas? -fijó su mirada en la carta y se hizo un poco el interesante. Eso me gustó la verdad.




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