Mundos Diferentes

CAPÍTULO 29- TODO UN LUJO, UN PLACER

POV JESS

Se me hizo raro llegar a la oficina como cada mañana por lo que pasó anoche. Ya una vez sentada en la silla vi a Diana acercarse.

- ¿Qué haces tú aquí? -dijo bastante alterada.

-Trabajo aquí. -respondí sin contemplaciones.

-Pero si… -dijo extrañada.

-¿Me echaron? Sí, seguramente tú tuviste algo que ver, pero, ¿sabes qué? No te ha salido bien la jugada. -dije con tono alegre. Acto seguido le dediqué una sonrisa y la enfurecí tanto que salió corriendo con dirección al despacho de su madre. ¿Le iría con el cuento de nuevo a su madre? Puede ser.

-Buenos días Jess. -dijo Peter que apareció de la nada.

-Buenos días Peter. -contesté.

- ¿Mucho lío? -preguntó.

-Lo cierto es que… -dije antes de ser interrumpida.

-Vamos, te invito a un café en la cafetería. -dijo Peter que ya daba por hecho que iría con él.

-Bueno… de acuerdo. -acepté. Realmente tenía ganas de un café a poder ser bastante cargado para aguantar todo el día.

Bajamos a la cafetería que estaba a dos plantas por debajo de la planta de las oficinas donde yo trabajaba y nos sentamos en la primera mesa que vimos libre.

-Voy a por café. -dijo Peter.

- ¡El mío que sea solo por favor! -exclamé.

-A la orden. -dijo con tono gracioso.

A los pocos segundos mi móvil sonó.

-Hola Jess. -dijo Ian. Parecía contento.

- ¡Hola! -respondí.

-No hagas planes para esta tarde. -dijo Ian.

-¿Y eso? ¿Qué ocurre? -contesté extrañada.

-Mis padres montar una fiesta por el cumpleaños de mi hermana Anna y mi padre tiene ganas de conocerte. -dijo Ian entusiasmado. Me quedé atónita ante tal invitación ya que suponía conocer a sus padres y no había contado con ello. Luego pensé que sería una buena manera de darle las gracias a su padre por hacer que me readmitieran por lo que no dudé más y acepté.

-¡Claro! Dime a qué hora debo estar lista. -respondí.

-Te paso a recoger a las seis. -respondió.

-De acuerdo. -colgué.

Peter vino con mi café. Me pareció extraño que él no se pidiera uno, pero no le comenté nada.

-Toma, aquí tienes. -dijo Peter ofreciéndome el café.

-Muchas gracias. -respondí.

- ¿Y bueno, ¿qué tal te va?  -preguntó de repente.

-Pues bien, si dejamos a parte la colaboración de tu hermana en mi despido pues… genial. Suerte que luego me readmitieron. -aclaré.

- ¿Despido? Bueno, viniendo de mi hermana, me puedo esperar lo que sea. -dijo Peter en tono gracioso.

-Sí… -contesté.

-Estoy seguro que se dieron cuenta que fue un error y que eres una gran profesional. -dijo Peter. En ese momento sus manos tocaron ligeramente las mías. Bajé la mirada al instante y quité mis manos disimuladamente de las suyas.

-Bueno, será mejor que vuelva al trabajo. No quiero dar ahora yo motivos de verdad por los que echarme. -dije algo cortada.

-Claro. -respondió.

El día fue bueno dentro de lo que cabe. No distracciones. No demasiado papeleo innecesario ni trabajo estresante, pero, sobre todo, ninguna interrupción por parte de Diana. Estaba deseando salir de la oficina para llegar a casa y ver lo que me ponía. Llamé a Liz y ella me aconsejó sobre la ropa. Al final me decanté por un vestido de encaje rojo con mangas. Era el vestido que me compré hace poco y que aun estando en rebajas, seguía siendo caro.

Justo a las seis me llamó Ian.

- ¿Estás preparada? -preguntó.

-Sí. -aclaré.

-Sal. -dijo Ian.

Al salir de casa vi una enorme limusina justo parada en mi calle. Por un segundo me quedé en shock ya que en mi vida había visto una tan cerca. En ese momento Ian salió de la limusina y se acercó hacia donde yo estaba.

- ¡Estás guapísima! -dijo bastante asombrado.

-Muchas gracias. -dije totalmente ruborizada. Él estaba tan guapo que debería estar prohibido.

- ¿Vamos? -preguntó.

-Claro. -acepté.

Ian me abrió la puerta de la limusina y se montó a mi lado. En el trayecto hacia la casa de sus padres, Ian parecía muy contento y parecía alucinar con mi vestido. No paraba de mirarme. Al llegar y bajarme de la limusina, pude ver unos jardines enormes. Al caminar por los jardines y divisar la casa de sus padres me quedé en shock. Era una casa enorme, casi parecía una mansión. No podía creer lo que estaba viendo.

-No me dijiste que tus padres vivían aquí. -dije atónita.

-No sabes muchas cosas de mí. -dijo Ian con tono gracioso.

-Lo quiero saber todo.  -dije sin pensar. A los pocos segundos me di cuenta que quizás ese comentario podría haberme sonado raro a Ian, pero, sin embargo, Ian me sonrió y parecía haberle hecho gracia lo que dije.




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