Mundos Oscuros [editando]

Capitulo 6: Rosa marchita

El siguiente texto contiene temas sensibles que pueden ser perturbadores para algunos lectores. Se abordan situaciones de secuestro, violencia emocional y física, así como elementos de trauma psicológico. Se recomienda discreción al leer este contenido, especialmente si estos temas pueden resultar incómodos o dolorosos.

Tres años atrás

El sol comenzaba a declinar cuando salí del instituto. Había pasado un día largo y agotador. Sin embargo, estar rodeada de lienzos y pinturas llenaban de paz mi alma. El aire fresco me ofrecía un breve respiro. Mientras caminaba tranquilamente por la acera, tarareando una canción, un auto se estaciona a mi lado y dos hombres vestidos de negro se bajan de él.

La alarma en mi interior se activó y la sangre en mis venas se heló.

Antes de que pudiera reaccionar, los dos hombres me suben al auto junto a ellos. Mi corazón comenzó a latir frenéticamente mientras intentaba liberarme, pero el control que ejercían sobre mí era demasiado fuerte.

Al bajar del auto, me encontraba en un lugar un poco lejano de la ciudad. Mis lágrimas mojaban mis mejillas y el miedo tocando cada fibra de mi cuerpo. Y allí estaba él: un hombre alto y corpulento, con un aire imponente que no podía ignorar. Su cabello negro estaba perfectamente peinado, y sus ojos oscuros parecían absorber la luz a su alrededor, dando la impresión de que escondían secretos profundos y peligrosos. La elegancia de su vestimenta no solo mostraba su riqueza, sino que también contribuía a la atmósfera de superioridad que emanaba. Su presencia era dominadora, y su postura reflejaba un poderío que se sentía en el aire, como si su mera existencia pudiera desafiar cualquier obstáculo que se le presentara.

A pesar de que no lo conocía, su apariencia y actitud proyectaban una amenaza que me hizo sentir pequeña e impotente. La manera en que me miró, con una mezcla de obsesión y determinación, dejó claro que no había lugar para la duda: estaba a punto de enfrentar algo que no podía comprender del todo, pero que sentía profundamente perturbador.

Los hombres me arrastraron dentro de una habitación. Mi garganta arde a causa de los gritos y en este momento solo deseo esta sentada junto a mi padre, rodeada por su abrazo mientras vemos una película sentados en el sofá. Pero ahora ya ni siquiera sé si podré volverlo a ver.

El hombre que vi anteriormente entra a la habitación y por reflejo me alejo lo más que puedo, quedando pegada a la pared, pareciera que si ejercía un poco mas de fuerza podría llega a fusionarme con la misma. Él se acerca y en cuestiones de segundos ya me encontraba arrinconada contra la pared y su enorme cuerpo.

— Cuanto deseé tenerte así, mía— el miedo comienza a recorrer mi cuerpo, un sudor frío cubre mi frente y las inmensas ganas de querer moverme y librarme comienzan a desatar un sin fin de sentimientos y emociones en mi interior a tal punto de morirme en ese mismo momento.

— No! Déjeme —grito. Grito mis fuerzas provocando simplemente una risa burlona de su parte.

— Grita todo lo que quieras cariño, nadie impedirá lo que va a ocurrir y que tantas veces he deseado que pasara, y al fin te tengo aquí, en mi poder. — su horripilante voz hace que el odio crezca y la necesidad de defenderme empieza a florecer cuando sin más, de un solo tirón mi blusa se hace añicos.

Sus manos empiezan tocar mi torso y siento ganas de querer vomitar, y sin conformarse con eso, se deshace de mi sostén y mis diminutos senos quedan descubiertos a su Merced, en su mirada la lujuria se hizo notoria y de su boca salió un gruñido. Todas las fuerzas que empleaba para no llorar se fueron agotando y las lágrimas comenzaron a caer por mi rostro. Comienza a recorrer con besos mi cuello, mi clavícula, el contorno de mis senos y mi abdomen; mientras sus manos tocan mis senos.

Trato de moverme, pero mis manos atadas a la cabecera de la cama, hacen que duela. Por mi mente pasan las imágenes de mi madre, casándose con mi padre adoptivo, su sonrisa, la felicidad en su mirada y sus palabras cuando nos abrazamos juntos:

"Jamás, dejaré que apaguen tu sonrisa. No mientras yo viva"

Las lágrimas bañan mi rostro y un dolor en mi cadera por un rasguño me hace ser consciente de lo que acaba de pasar, mis jeans estaban tirados a un lado de la cama. Y sus manos subían por mis piernas... ¡No! ¡Por favor no! .




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