Mundos Oscuros [editando]

Capitulo 19

— Isabella, no seas así. ¡Vamos!

— Insiste todo lo que quieras, no iré Joseph. – es un no rotundo, estoy mejor en la comodidad de mi cuarto.

— Pero ¿Porque no? Solo ésta vez. – Me mira haciendo un gimoteo, y  realmente, Joseph no es de hacer pucheros.

— Sabes que odio estar rodeada de jovenes "hormonales", además ¿Una fiesta? Sabes que no soy chica de fiestas. – me tiró en la cama y el se sienta en el borde de ésta.

— Es una fiesta del equipo y no quiero ir solo. Además... – un mensaje en su teléfono lo interrumpe y fija su mirada en el, al instante después de haberlo leído fija su mirada en mi.

— ¿Que ocurre? –un extraño sentimiento de preocupación se hace presente y solo pienso en Loren, me muestra el mensaje, pero un sentimiento de odio lo reemplaza al instante.

¿Irás a la fiesta? Eso espero. Estaré allí y anhelo verte; tenemos que hablar. Sabes que no me rindo fácilmente. 
Tu Thalía.

El me mira atentamente esperando mi reacción, al ver que no respondo abre la boca para decir algo, aunque nuevamente la cierra.

— No iré... – al fin dice y se le nota el cansancio en su rostro, no es un cansancio físico, sino un cansancio emocional. Tener que recordar. Créeme que se que se siente. Pienso

— ¿Que debo ponerme? – sus ojos me miran como si me hubiera vuelto loca. — ¿Qué? Iremos a esa fiesta.

En el fondo siento la necesidad de demostrar algo ¿Pero que cosa? No soporto que Thalía busque a Joseph, en el fondo de mi pecho un fuego se enciende y siento que ir a esa fiesta, es la única salida para apaciguarlo.

Hace quince minutos Kepler fue a su casa a cambiarse, a lo que yo me doy una ducha rápida y me visto; me decido por un short de jean azul claro y una blusa de tirantes negra, unas bans negras de plataforma que resaltan mis piernas descubiertas y dejo mi cabello suelto; paso una leve capa de maquillaje por mi rostro y quedo lista para ir a enfrentarme al mundo de los jóvenes hormonales.

Joseph me envía un mensaje diciendo que me espera en la entrada de la casa, tomo un bolso pequeño negro y guardo dinero, uno no sabe que circunstancias puedan pasar y se requiera; mi celular y algunas cosas que quizás sean necesarias; antes de salir tomo mi chaqueta negra de cuero y estoy lista. Salgo de la casa y lo encuentro vestido con un Jean negro y una camisa blanca casual, la chaqueta del equipo cuelga de su hombro y una hermosa sonrisa en sus carnosos labios.

Esto es algo que no aceptaré en voz alta.

— mi Lady ¿Nos vamos?. – hace un gesto de caballero y no evito reírme, y tampoco puedo evitar recordar cuando nos conocimos. Quién diría que él, Joseph Kepler y yo, Isabella Sky; estaríamos compartiendo de esta manera.

Es cierto lo que dicen, Hasta las personas más frías, se derriten en las manos adecuadas. Pero, ahora está la pregunta ¿Nuestras manos son las adecuadas?

Llegamos a la fiesta organizada por el equipo y para mí sorpresa es Fiesta de Halloween, estamos en esta época de disfraces y bla bla bla, pero... ¿En dónde carajos están los disfraces?.

La casa está a rebentar, desde el pasillo de la entrada veo a hombres y mujeres hablando avivadamente con un vaso en la mano, y uno que otro con la botella, parejas en los rincones con las feromonas volando a su al rededor y muchos más en la pista improvisada de baile moviéndose al compás de la música.

Encontramos a los chicos del equipo en la cocina reunidos al rededor del comedor, cada uno con un vaso en su mano y muchos más en la mesa; todos están avivando a uno de ellos a tomarse todos los vasos de la mesa, ya empezaron con los juegos locos. Si mal no recuerdo, y es porque tengo muy buena memoria, son los mismos que me encerraron aquel día con Kepler, y al que están animando a tomar fue el mismo que me llamo.

— Hey! Kepler, creí que no vendrías. – Marco, se acerca a nosotros y le da un abrazo a Kepler, se saludan con mucha confianza y me sorprende como Joseph, un ser tan... Cerrado, puede hacer amigos tan fácilmente. Sus ojos se posan en mi con sorpresa y no se preocupa en ocultarla — ¿Isabella?

— ¿Que tal? – le doy una sonrisa de boca cerrada y miro a los demás que continúan jugando en el comedor.

Ellos son el tipo de chicos que narra una novela cliché; fornidos, rostros definidos, altos e incluso aún, si son bajos, le queda perfecto; sonrisas encantadoras y voz seductora, sin hablar de atletas, lo que los hace víctimas de acoso de parte de muchas mujeres pero al final terminan enamorándose de la nerd del salón, se casan, tienen hijos y vivieron felices por siempre comiendo perdices. Pero no señores, esto no es una historia cliché, ni una comedia romántica; ésta es la vida real. Dónde si te descuidas, te destrozan el corazón.

Joseph habla con Marco de un mípartido que tienen pronto y mi mirada se centra en el pelirrojo del fondo, desde que entramos no ha dejado de mirarme y no dudó en enviarle una mirada de advertencia. Nos encaminamos a la multitud que rodea el comedor y veo como lo abuchean.

— ¡Todo, todo! ¡Hasta el fondo! – todos gritan y la sonrisa burlona en los ojos del chico que toma es más que evidente, alguien amanecerá con una jodida resaca.

— Es genial ¿No?. – una chica está a mi lado y lo mira con adoración. Ante mi mirada de confusión aclara. — Ha sido campeón cinco veces seguidas en este juego y solo en esta noche; las demás ni te imaginarás.

No contesto pero le sonrío de boca cerrada.

— Soy Nathalia. – ella me extiende la mano y una sonrisa genuina se planta en su rostro.

— Soy Isabella. – le sonrío de vuelta y las dos nos giramos a seguir viendo el juego.

— Es lindo ¿verdad? – un leve suspiro sale por su labios y miro al chico, ojos azul claro, es como si vieras el océano en ellos; cabello negro azabache y de mandíbula marcada; sobra decir sobre su altura, 1.81 quizás.

— ¿Cual es su nombre? – ella me mira con desconfianza pero parece quitar alguna idea de su mente y me sonríe.




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