POV' JOSEPH
Después del incómodo momento que pasé a causa de Thalia, y que además Isabella no quiso quedarse a la margen, me quedé clavado en el suelo de la habitación con una enojada Loren mirándome con una ceja levantada.
— No la retiraste. – podría jurar que veo llamas en sus ojos. – ¿Que carajos se te pasa por la cabeza?.
— Pero, espera. ¿Qué?. – a pesar de no haber tomado ni una sola gota de alcohol siento la bilis subir por mi garganta.
Corro al baño de la habitación y mientras todo el contenido que había en mi estómago cae al váter, pienso en la reacción de Isabella; su mirada burlona pero con un toque de frialdad en ella.
— Búscala. – me giro y me encuentro con Loren viéndome de manera comprensiva, como si supiera del sin fin de confusiones que inundan mi mente en este mismo momento.
No espero ni un segundo más y salgo corriendo de la habitación para buscarla, en el pasillo... Nada, en las habitaciones... Menos, en el salón... Ni un solo rastro, la cocina, el patio, los baños, jardín, no la veo en ningún sitio de la casa; el miedo de que se haya ido sola y pueda pasarle algo hace que un tic se active y corra al auto, Loren sale también corriendo y se monta en el asiento del copiloto; tras él fuerte rugido del motor salimos directo a su casa.
En el largo trayecto nos encontramos muchachas que a una distancia pensamos que era Isabella, pero ninguna daba señal de haberla visto por allí. Llegamos a su casa y ésta estaba completamente a oscuras a excepción de una habitación con una leve iluminación.
Tocamos la puerta con la esperanza de que sea Isabella quien nos abriera la puerta, más sin embargo, el confundido rostro del padre de Isabella nos recibe.
— Chicos, no los esperaba tan temprano. – nos recibe con una sonrisa pero al percatarse de la ausencia de Sky nos hacemos la pregunta a la que también queremos obtener respuesta. – ¿E Isabella? ¿Donde está?
🖤🖤🖤
— Si señor, quiero reportar una desaparición. – la voz preocupada y enojada de Sr. Sky llega desde su despacho. – ¡¿Cómo es que tengo que esperar setenta y dos horas para que sea una desaparición oficial?! – se oye un silencio y de nuevo la voz enojada del Sr. John –Y mientras, ¿Que hago...? ¿Esperar y rogar por qué a mí hija no le pase algo? ¡Son unos ineptos! No entiendo que justicia es la que representan.
Toda la casa se sume en un silencio ya que solo se escuchaba la voz del Sr. Sky y los grillos en el jardín, aún también, estos dejaron de cantar. A los minutos sale un cansado hombre del despacho y podría jurar que se ve aún más viejo que de costumbre.
Nos mira y con unos ojos brillando por las lágrimas se peñizca el puente de su nariz.
— No esperaremos a que la justicia hipócrita de éste país quiera reaccionar.
— Entonces... ¿Que haremos? – pregunto dispuesto a hacer todo lo posible para encontrarla.
— Haré una llamada, después ustedes me ayudarán a encontrar al idiota que causó todo esto. – dice y se va del salón.
Loren y yo nos quedamos en un completo silencio y al instante recuerdo la enfermedad de Isabella. Me levanto de golpe y comienzo a caminar en círculos lleno de preocupación. Ella no puede recibir reacciones fuertes, tendría una recaída.
Saco mi celular y con una rápida llamada aviso que no llegaré a casa.
— Listo, vamos todos a mi auto. – los dos lo miramos llenos de confusión y como si leyera nuestra mente, o sencillamente por obviedad responde a nuestra pregunta no formulada – iremos a esta dirección.
Nos muestra una hoja donde está escrito Cra. 20 calle 15 Westwood. Eso está a casi una hora de aquí.
— ¿Y a qué iremos allí? Eso está bastante lejos.
— Es una buena opción para saber dónde se encuentra Isabella o mejor, donde la tienen.
Todos subimos al auto con preocupación, nervios, ira y muchos sentimientos que en un momento así, no se pueden describir.
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Después de cuarenta minutos al fin llegamos a la entrada donde nos da la bienvenida un gran cartel que dice Westwood. La calles son limpias y las casas en una ambiente de tranquilidad, a primera vista, el lugar no da la impresión de ser un condado que está debajo del umbral de la pobreza; pero sin darle más importancia a temas que no vienen al caso, centro mi atención en pensar dónde podría estar la mujer que robó mi corazón. ¿Donde estas Isabella?
Llegamos a una calle totalmente diferente a las primeras que vimos al entrar al condado,una señal muestra la calle en la que estamos Cra. 20 calle 15. Las casas dan la impresión de estar abandonas apesar de las luces que se filtran por las cortinas de las ventanas; seguimos avanzando por la calle hasta que el Sr. John detiene el auto frente a un bar de mala muerte y con su ceño fruncido nos invita a bajar.
D's bar. Un gran cartel con su nombre brillando, exepto la letra "S" nos recibe; todos los que se encuentran allí no bajan de los treinta y seis años y ni siquiera se inmutan al oír la puerta abrirse, todos están concentrados en la copa que tienen en frente o en luchas tontas de brazos. Siento a Loren esconderse tras de mí, y proseguimos a seguir al Sr. John, él avanza hasta llegar a la larga barra que atraviesa parte del salón.
— ¿Que desea que le sirva, señor?. – el barman recibe cordialmente al padre de Isabella pero al percatarse de nosotros nos mira con recelo. – No podemos recibir niños, señor.
— Tranquilo, no hemos venido por lo que está pensando. – a pesar de que la manera de hablar del Sr. Sky es cortéz,su ceño fruncido detona seriedad. – Me comunicaron que aquí podría encontrar a Frank Miller.
Los ojos del barman se abre y con una seña de manos, no indica avanzar hasta el salón de la izquierda. Cruzamos el pasillo repleto de personas ebrias y malolientes; un cuarto lleno de mesas de billar por doquier.
Miro por todos los rincones aún z sin saber a quién buscamos, pero la respuesta a mi pregunta se da al ver al Sr. John dirigirse al final de las mesas a paso apresurado; Loren y yo nos miramos llenos de desconcierto y nos sorprende ver cómo el padre de Sky alcanza a un hombre y de un solo golpe lo tira al suelo.