Tememos de preguntar, aquello que sabemos la respuesta, unas veces, la lucha entre las esperanzas con la realidad. Ardua batalla, sangrienta para quien la siente, desesperante para quien le importa y agobiante para quien la espera.
Entregamos con cada caricia un mundo de palabras, con cada beso, las expectativas que ciegan su desarrollo pero se hacen fuertes al pasar del tiempo, desapercibidas, sigilosas e inteligentes para vivir sin darnos cuenta. ¿Acaso rendirse es de cobardes?
Detenemos nuestros pasos y buscamos otro rumbo, en el cual, nuestro corazón, entienda y acepte que teniendo varias llaves no es paso de abrir la puerta. Ese apego quiere irse, le duele seguir caminando descalzo, las piedras hacen del autor una tortura, quitando el aliento y obligándonos a descansar.
Si te duele, no tendrás las palabras que construyan una base sólida, salen las lágrimas, aquellas que vienen a reconocer el no seguir sin las esperanzas…porque todo pasa, de hecho esto ya pasó.