Corta pero única fue mi ceguera, te hacía ver que había luz en la nada, por un segundo casi la tocaba y sería libre. La emoción quemaba la piel, al mismo tiempo daba cobijo, esa seguridad del pasado y presente, dejaba los brazos abiertos, esperando el tiempo de volar, veía la luz, sentí como me enamoró, alentó y abrazó hasta que finalmente me quebró.
Podía sentir como ardía su daño, confundiendo al miedo con la razón, nemo tenía sentido mis dedos acariciaban su esplendor… suave con olor de verano en su vestir, el éxtasis quería quedarse, después de todo, se cansó de seguir encerrado.
El amor nunca llegó, se había quedado sin pasaje, solo podía imaginar cómo sería estar en medio de esa luz, quería un poco de su calor, brillo que no deseaba terminar. Corriendo se iba cada día, su reloj tocaba justo a tiempo su llegada, corta su presencia pero tan extraña era, nunca podía ayudar… vives en torno a mí, soy quien mueve tus pasos… y en cierto modo así fue.