Sentada en la grama te vi, eras algo atípica pero al mismo tiempo tan común, sin dudarlo te agarré, sentí el frío recorrer mi cuerpo, eras de textura áspera, que no transmitías ese confort para seguir sosteniéndote; sin embargo, opté por la fe en mis emociones, quizás me equivoque, pero seguía allí, contando todo, hablaba cuan ansias ingenuas, mis memorias más preciadas brillaban sin demora, estaba feliz. Observándote, atenta, quieta y callada al punto de coincidir con mis relatos… de pronto, todo fue silencio, ¿y ahora?, los segundos eran lentos para mí, no decías nada, seguías fría, era tu naturaleza, no podías más, fuiste creada para ser mi piedra filosofal.