My Last Chance

Prólogo

Recuerdo una frase muy especial  que mi madre me repetía cada vez que me metía en la cama cuando apenas era una niña de cuatro años.

“Jamás dejes de soñar, porque todos tus deseos se pueden hacer realidad”.

Ella tenía esa mirada dulce de toda madre que está segura que su hija no fue simplemente un accidente de una noche, sino una niña totalmente deseada en un matrimonio de ensueños. Tenía esos hermosos rizos de un color dorado que caían como oro de su cabeza. Ese es el mismo color que yo veo en mi rebelde cabello todas las mañanas al mirarme al espejo. Claro, con la pequeña diferencia que mi madre siempre lucia como una reina mientras yo me conformaba perfectamente con lucir como la versión recién levantada de sus pesadillas.

Mi cabello y yo tenemos aún esa disputa de poder. A pesar de los años, no podría decir quien domina al final, si el con su rebeldes rizos o yo con un cepillo y una plancha para cabello aunque ambos estamos aprendiendo a llevarnos un poco mejor.

Pero en fin, estaba hablándoles de mi madre y se me fueron algunas letras contándoles la desastrosa historia de mi cabello mal peinado.

Volviendo a mi madre, ella era simplemente la mejor madre del mundo, con esos ojos azules cálidos y tiernos, ojos azules que también adornan mi rostro y poseía esa maravillosa sonrisa que gracias a Dios también poseo yo. Mi madre era la versión adulta de mi propio ser.

Julie McCafferty sabia como poner esa sonrisa y hacer que el mundo a tu alrededor pareciera tan fácil y mágico que nada podría ser malo. Como quisiera tener esa sonrisa mágica conmigo en estos momentos. La frase de mi madre toda mi vida me rondó por la cabeza y creí que era correcto hacerla realidad por todos los medios, hasta que me topé con el más doloroso de los intentos por cumplir esa frase.

No sabía que podía sentirme jamás así, me imagino que quizás alguien me pueda comprender. Ese aceleramiento de tu corazón a mil por hora, el sudor en la palma de tu mano que jamás había estado, el temblor de tus piernas que casi te hace caer. El enorme estremecimiento dentro de ti y esa calidez extendiéndose por cada parte de tu cuerpo. Ojos brillantes, sonrisa boba, suspiros continuos, pensamientos loquísimos, boda, flores, padrinos, madrinas, testigos, anillos, hijos, hogar, rosas, bombones, caricias, ternura, sonrisas, alegría, sueños, anhelos, arroz por los aires, fotos y besos.

Si, así era son los síntomas para una sola enfermedad que mundialmente ataca sin remedio y sin una posible cura. Una enfermedad que a pesar que muchas veces causa sufrimiento, innumerables veces también ayuda a crear una mejor versión de ti mismo. Quisiera que mi madre estuviera aquí arrullándome, diciéndome que todo va a estar bien y que esta enfermedad indeseable pero hermosa podría dejarme viva. Pero no tengo su arrullo y ahora es demasiado tarde, ya no está conmigo.

¿Dónde está? Sé que se estarán preguntando eso. Bueno, mi madre está muy lejos de donde yo me encuentro en este momento y muy cerca de donde se encuentran todos ustedes. No tienen que decirlo, después de esa oración la confusión ha llegado a ustedes y están preguntándose exactamente de lo que hablo, pero voy a explicarlo ahora mismo. Les diré dónde está mi madre para que no pasen tanto tiempo buscando la posible respuesta para la pregunta con la que empecé este párrafo. Mi madre está en el lugar donde todos ustedes se encuentran, sin importar país, raza o religión, lejos de donde yo me encuentro en este momento. ¿Respondí la pregunta? Creo que no.

¿Irónica?, ¿Loca?, ¿Irracional? Si creen que soy esas tres cosas, pues quizás deberían dejar de leer esta historia. Porque quizás les parezca una tontería pero es así, la vida muchas veces va más allá de lo que nosotros vemos, escuchamos, sentimos, olemos o tocamos.

¿Hay algo más fuera de ese planeta que ustedes llaman hogar? Algunos quizás dirán que la pregunta es un poco tonta; incluso yo lo hubiera pensando hace años; pero ahora ya no estoy tan segura. No piensen que estoy hablando de extraterrestres, o de extraños seres que van a invadir su planeta y van a secuestrar a todos los humanos para hacerlos sus esclavos eternos. ¡Por supuesto que no!, No es ese tipo de respuesta la que busco para esta pregunta inicial. Pero podría decir que si hay algo más fuera de este mundo. Yo soy una de esas personas que no muchos pueden ver pero si sentir.

Escribí una pregunta anteriormente, ¿Dónde está?, era la pregunta referente a mi madre. Pues les dije por más tonta que piensen que es la respuesta, mi madre está cerca de ustedes y lejos de mí.

Mi madre está en la Tierra.

Ahora refirámonos a la siguiente pregunta, ¿Hay algo más fuera de este mundo?, mi respuesta es sí. Existe mucho más, y una de las personas que están fuera de este mundo soy yo. ¿Qué soy? Se estarán preguntando ustedes, esa pregunta es bastante sencilla de responder: Soy un Ángel.



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En el texto hay: angeles, policias, lesbico

Editado: 13.05.2018

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