Nunca he sido buena para hacer amigos.
Siempre trato de que huyan de mí, antes de que se den cuenta la persona de mierda que soy.
O huyo de ellos, que es lo que siempre hago.
Y se nota porque desde hace dos minutos me quedé paralizada por la persona que tengo enfrente.
No es tan alta, tiene el cabello rubio y corto con algunos mechones verdes, sus ojos chocolate son muy expresivos, llevaba puesto una camiseta blanca con una camisa de cuadros café abierta, que combina perfectamente con los jeans negros que tenía puestos.
Vas a parecer retrasada si no le contestas.
Me obligué a mí misma a tratar de responderle.
— Hola.
—¿ Puedo sentarme? — vale, su voz es algo grave.
Oh no, quiere hablar conmigo, ¿quiere que sea su amiga?.
Te doy un consejo, huye antes de que te decepciones.
Asentí con mi cabeza, algo dubitativa.
Se sentó en la otra banca, justo delante de mí.
Yo puedo con esto, al menos lo intentaré.
— Me llamo Olive ¿y tú?.
— Zoey — dije cortante.
Ok, si quiero que sea mi amiga, tendré que verme no tan incómoda por la situación.
Veo como en sus ojos apareció algo de ¿tristeza?.
— Creo que mejor me voy — se puso de pie.
Una parte de mi quería que se fuera, pero la otra … quería que se quedara y que fuéramos amigas.
— ¡Espera! — grité sin pensarlo muy bien.
Se dió la vuelta con una mirada confusa.
— Yo… lo siento, n-no soy buena con esto.
Formó una mirada burlona.
— ¿Por qué? — preguntó sarcástica — ¿Por tu TAG o porque no sabes socializar?
Bajé la mirada un poco avergonzada.
— Ambas — espera…. — ¿Cómo sabes que…?
— Ví tu brazalete y leí el tríptico, no fué muy difícil de deducirlo.
— Yo…
¿Por qué me ví como una estúpida?
Porque lo eres.
Olive, al ver mi cara, se empezó a reír.
— No te preocupes — quitó una lágrima de risa — yo puedo hablar por las dos.
— Por favor.
Se sentó de nuevo en la banca y pude observarla mejor.
Tenía varias pulseras en sus brazos, pero la que más resaltaba era la azul que le dieron aquí.
Ví que no llevaba ninguna bandeja de comida.
— ¿Ya desayunaste?.
Ví que se tensó un poco en su lugar y me dió una sonrisa forzada.
— Hace rato.
No sé cómo, pero sabía que me mentía.
— Ok.
— ¿Tan rápido ya te preocupas por mí?.
Me puse a pensar, yo siempre me preocupaba por las personas que me importaban — que no eran muchas — pero con Olive, sentí como si tuviéramos que protegernos entre ambas.
— Claro que no — dije rápido .
Me dedicó una mirada incrédula.
— Si tú lo dices… — encogió los hombros — ¿Qué te parece si terminas de desayunar y de dejar tu bandeja, te platico un poco sobre mí?.
— Está bien.
Y así fué, me platicó sobre su familia; era hija única, aunque sus padres pensaban en adoptar en un futuro, lo cual le agradó mucho a Olive, le gusta el color azul y odia usar vestidos.
Así estuvo unos 30 minutos, hasta que escuchamos a Mariana decir que nos formáramos para recibir nuestros útiles escolares.
— Cuéntame algo sobre ti — preguntó Olive de repente.
— ¿Qué quieres que te cuente? — pregunté temerosa. Para ser honesta, nunca soy buena para hablar sobre mí, siempre me incomodaba y pensaba que se terminarían alejando de mí.
— Lo que tú quieras — sonrió.
Bien, podría mentir y ser esa chica misteriosa… no, tendré que ser completamente sincera y dejar de ser alguien que no soy.
¿Desde cuándo piensas eso?
Mierda, debe de ser el ambiente melancólico que se siente.
— Ammm… ya sabes mi nombre así que…, tengo 15 años; cumplí el 12 de junio y vivo sola.
La rubia enarcó una ceja.
— E-es decir, no sola, sola, porque sería ilegal o eso creo. No es que me interese todo eso, pero supongo que ya estuviera en la cárcel. — me sonrojé al ver que me desviaba del tema original — El punto es que… vivía en un tipo orfanato que compartía con varias personas.
Cerré los ojos por lo que acababa de decir.
Creo que hoy mismo perderemos a una amiga-conocida, el lado bueno es que batiste tu propio record.
Pensé que saldría corriendo pero no, se rió…
¡Se rió!
Nadie se había reído de algo que decía, eso era nuevo.
Y sentí una sensación en mi pecho, una que desde hace años no experimentaba.
— Debe ser muy incómodo vivir con tantas personas en un solo espacio — hizo una mueca.
— Te acostumbras.
Llegamos donde estaba Mariana, el señor Nelson y otras personas que no conocía; nos entregaron nuestro material y nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones.
— Supongo que… te veré luego.
— Nos vemos Zoey.
Me dí la vuelta y me dirigí a mi habitación, después de estas horas, necesito un tiempo sola. Creo que a veces necesitas un respiro de tantas personas.
Iba caminando cuando… ví que Olive estaba detrás mío.
Me notó al instante y me miró confundida.
— Parece que vamos al mismo lugar.
— Eso creo.
— ¿Cuál es el número de departamento que te dieron?.
— Cinco — dijimos al mismo tiempo.
Olive rió.
— Parece como si estuviéramos destinadas, ¿no?.
Asentí.
El resto del recorrido, Olive me platicó sobre su antigua escuela y cómo se sentía diferente que como el resto de sus compañeras. Pero no entró mucho en detalles.
Entramos por la puerta principal y ahora sí, nos dirigimos a nuestras habitaciones, que — casualmente — estaba enfrente de la mía.
— Si necesitas algo, ya sabes donde encontrarme.
Eso me reconfortó de una manera que no puedo explicar.
— Ok.
Abrí la puerta.
— ¿Zoey? — preguntó Olive con cierta conmoción.
Me dí la vuelta para verla y me sonrío, de esas sonrisas que te dicen que son verdaderas.
— Gracias por ser mi amiga — entró a su habitación lo más rápido que pudo. Y yo me quedé parada por 5 minutos.