My life

Capítulo 8

Al fin llegó el día más esperado para mí, el sábado.

Cada fin de semana podíamos ir al pueblo nosotros solos, con el permiso de algún encargado, claro.

Aunque, normalmente los fines de semana eran para las visitas que los padres hacían para visitar a sus hijos. Y pues yo no tenía a nadie para que me visite, así que, podré visitar algún museo o biblioteca, ya que no hay tanta gente como en algunos otros lugares.

— Deberíamos nombrar a nuestro grupo ¿no? — Olive me sacó de mis pensamientos.

Me encontraba con Dylan y Olve desayunando mientras deciden qué vamos a hacer hoy.

— Eso es algo muy raro — hice una mueca.

— Estoy de acuerdo con Zoey, Olive — Dylan me apoyó.

— ¿Por qué? — frunció el ceño.

— Porque no es algo tan común, tal vez.

— Aparte, ¿qué pensarán los demás? — agaché la mirada.

Olive se levantó y golpeó la mesa.

— ¡A la mierda lo que los demás piensen!.

Dylan y yo nos quedamos boquiabiertos.

— Se que es difícil, pero ya estoy cansada de que los demás opinen como si fuera SU vida, es la mía y YO decido lo que quiero hacer. Como que ropa ponerme, por ejemplo. — se sentó de nuevo enfrente de mí.

Esa es una de las cosas que admiré y siempre admiraré de Olive.

— Está bien, pero uno que sea bonito — admití.

Mi amiga festejó en su lugar, aunque algunas personas se nos quedaban viendo, yo solo bajé mi cabeza, apenada.

—¡Bien!, ¿qué les parece “las 3 divas”?.

— Eso está tan genial, pero se te olvidó algo, ¡tal vez que soy un chico!.

— Tiene razón, un nombre que sea neutro para los tres — olive bufó al escuchar mi respuesta.

— Entonces que el chico, escoja un nombre — mi amiga rodó los ojos.

Dylan pensó por unos minutos.

The great team.

— Muy básico, aparte suena a deportes.

— Yo los odio — aparté mi mirada.

— Pues yo no — Dylan alzó los hombros.

— Porque eres de esos adolescentes cliché que juegan fútbol.

— Claro — rió sarcásticamente — y no practico fútbol.

— Entonces? — cuestioné.

— Rugby. Estoy en el equipo del centro.

Ahhh sí, en el centro había actividades deportivas y artísticas extraescolares en las que podías inscribirte. Dylan se inscribió en rugby, — como el año pasado — Olive en música como baterista y yo en taller de pintura.

— Como sea… te falta estar en una pandilla de motociclistas y ya eres cliché.

Olive abrió los ojos como platos.

— ¡Ya sé cómo llamarnos!.

— Cómo — fruncí el ceño.

The gang.

Dylan comenzó a reír.

— ¡Absolutamente no! — grité.

— No suena tan mal — Dylan concordó con la rubia.

— Son dos contra uno, Zoey.

Me tapé la cara avergonzada.

— Ya que decidimos el nombre de nuestro grupo… ya se a dónde ir.

— ¿A dónde? — Olive preguntó curiosa.

— Es una sorpresa.

— Pues no cuenten conmigo — me crucé de brazos.

Cinco minutos después, estábamos en un supermercado.

¡Un maldito supermercado!.

Gracias Dylan Crawford.

— Para la otra, Olive va a escoger el lugar — dije molesta.

— No tiene nada de malo ir a un supermercado.

— Si, Zoey, además, al lado ¡hay una tienda de ropa!.

Rodé los ojos.

Estábamos en el área de dulces, el señor Johnson nos dejó escoger algunos dulces para el desayuno de la próxima semana.

Caminé hacia donde estaba Olive, tenía unos chocolates y los revisaba con minuciosidad.

— ¿Qué haces? — Olive se sobresaltó.

— Hey, — me sonrío — estoy contando las calorías de estos chocolates.

— ¿Por qué? — fruncí el ceño.

— Para ver que cantidad tengo que comer para no engordar.

Algó se rompió dentro de mí.

Sin saber cómo hacerlo, la abracé.

Ella se sorprendió por el acto.

— Eres perfecta, Olive Green — susurré.

Una lágrima rodó por su mejilla.

— Gracias — me volvió a abrazar.

Me dirigí al área de los helados, ahí vería a mis amigos.

A mi lado pasó una niña de mi edad. Una era alta, tenía el cabello castaño rizado; Llevaba un top negro y unos jeans holgados.




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