— ¿Algo nuevo que quieras contar?.
— Yo…
Me encontraba en el consultorio de Nick, después de varios meses estando aquí, ya sentía un poco más de confianza en hablar con el sr. Jhonson. Él siempre se encargaba de que te sintieras cómodo y no te presionaba sobre algún tema que es difícil para ti.
El tiempo que estuve ahí, le tuve un gran cariño a Nick.
—... De hecho, sí. Hace unas semanas volví a leer.
— Me alegra saber que vuelves a un hobbie que era muy especial para ti. ¿Has tenido alguna crisis?.
— No — eso si que era sorprendente — hace unas semanas, cuando fuimos al supermercado, sentía esa sensación que tenía al principio de tener una.
— ¿Y qué hiciste? — escribió algo en su cuaderno.
— Dylan y Olive estuvieron conmigo mientras hacía mis ejercicios para mi respiración.
— ¿Has tenido más confianza con ellos?.
— Creo que sí — sonrió.
— Cómo te has sentido con Dylan, él es algo… extrovertido.
— Al principio, fué un poco difícil seguirle el paso, también a Olive, pero vamos a lugares que nos guste a los tres.
— Muy bien, continuemos…
Después de despedirme del sr. Jhonson, fuí a mi habitación a leer un libro. Pero alguien tocó la puerta.
— ¡Zoey! Ocupo tu ayuda.
Ahí estaba Olive, en pijama y despeinada.
— ¿Sabes qué son las 11 am, verdad?.
— Ya lo sé — rodó los ojos — pero esta es la primera vez qie veo a mis padres después de meses.
Cierto…
Hoy era día de visita y Dylan y Olive iban a estar fuera todo el día.
— Está bien — la dejé pasar a mi habitación.
Puso en la cama las dos opciones para vestirse.
La primera era un overol de mezclilla, una sudadera de rayas y unas converse; la segunda era una sudadera blanca con unos pantalones formales negros y un abrigo café, convinando con sus zapatos de vestir.
— No sé mucho sobre relaciones con padres, pero… supongo que con lo que te pongas, te van querer igual.
Agachó su mirada y se sentó al borde de la cama, yo me senté a su lado.
— Es que… no quiero que piensen que yo me visto como chico.
— La ropa no define tu género, Olive — puso su cabeza en mi hombro.
— ¡Ni siquiera sé que soy! — puso sus manos en su cara.
— Puedes ser lo que quieras ser, mientras sigas siendo Olive Green.
Ella levantó su cabeza y me abrazó.
— Gracias.
— ¿Mejor?.
Asintió con la cabeza y se fué a cambiar.
Ya cuando se cambió, me pidió que la acompañara hasta la entrada.
Salimos de mi habitación con sus maletas cuando escuchamos ruidos en la sala.
— ¡Vamos Leyla! Tienes que vestirte para ver a tus padres.
— ¡Y a tí que te importa, Daphne!. No eres mi jodido guardaespaldas.
Eso solo podía ser…
— ¡Hola! — Olive saludó e hizo saltar a las chicas.
Una chica castaña nos vió algo confundida.
— Hola, no nos hemos visto antes, ¿verdad?.
— No, aunque es raro, somos compañeras después de todo. Yo soy Olive y ella — me señaló — es Zoey.
Yo solo saludé con la mano.
La chica — que ahora sabemos que se llamaba Daphne — nos sonrió y se presentó.
— Yo soy Daphne — se puso un mechón detrás de la oreja— y ella es Leyla.
Señaló a una chica que tenía el pelo azul y apenas se había enterado de nuestra conversación.
— Hola — saludó y se fué a su habitación.
Daphne suspiró y se despidió.
Salimos de nuestro departamento y el celular de la rubia comenzó a sonar.
— ¡Ya es tarde!, acomodó sus maletas y se puso en marcha.
Después de unos minutos de silencio, habló.
— Tienes que aprender a socializar, dude.
Fruncí el ceño.
— ¿A qué se debe este tema de conversación?.
— No lo tomes a mal, mate, solo quiero que hagas amigos para que no estés sola los días que Dylan y yo no estemos.
En cierto punto … tiene razón.
Suspiré.
— Trataré, pero no prometo nada.
— Gracias, de verdad — dijo sincera.
Llegamos a recepción y ahí estaba Dylan, junto con Isaac y otro chico que no reconocí.
Él nos vió y se acercó a nosotras.
Me abrazó y yo correspondí.
— ¿Listos? — dije con algo de tristeza.
— ¿Estás segura que vas a estar bien? — Olive me miró cln cara preocupada.