Me desperté y no estaba en la misma habitación.
Estaba en mi antigua habitación, la que compartía con…
Imposible.
Me levanté rápido de la cama y fuí directo a la cocina. Conocía este lugar tan bien.
Y fué cuando la ví.
Elizabeth.
Estaba cocinando algo en la estufa, se volteó y me vió.
— Oh, ya despertaste, cariño. Ven a desayunar.
Acaso dijo que…
Esto tiene que ser una broma.
— ¿Qué estoy haciendo aquí?.
— ¿A qué te refieres, cariño?.
No. Esto no puede ser posible.
— ¡Tú no tienes que estar aquí!.
— Zoey…
— ¡Yo estaba con Olive y Dylan, en el centro! — sentí lágrimas en mis ojos.
— ¿Estás bien, nena? — trató de abrazarme, me alejé.
— ¡NO! Esto no puede ser real — negué varias veces — ¡ME ABANDONASTE!.
— Yo jamás haría eso — me abrazó.
No resistí más.
Empecé a llorar sin control.
— Shhh, mamá siempre estará para ti — acariciaba mi cabello.
— Te amo, mamá.
Silencio.
— ¿Mamá?.
Levanté la cabeza y estaba sola.
Otra vez.
— ¡MAMÁ! — grité lo más alto que pude — no, no, no — susurré — ¡no me dejes mamá!.
Sentía un gran vacío que jamás podría ser llenado.
— ¡Que hice para que me dejaras de amar!.
Lloraba sin control.
Sentía que iba a morir.
Me desperté y no podía respirar.
Estaba hiperventilando.
Mi cabeza dolía.
Mi conciencia no paraba de decir cosas crueles.
<< Creíste que alguien podría quererte>>.
<< Por favor, solo te tienen lástima>>.
<<Estás rota>>.
Tenía que pedir ayuda.
Tomé mi teléfono y marqué al primer contacto que tenía.
— ¿Hola? — Dylan sonaba somnoliento.
— N-no…
— ¿Zoey?.
— P- puedo — sentí que me asfixiaba — res- pirar.
— ¿Estás en tu cuarto?.
— S-si.
Sentía que tenía menos oxígeno.
— Voy para allá.
Colgó.
Traté de hacer mis ejercicios de respiración pero no funcionaba.
Alguien abrió la puerta y ví a tres personas que no reconocía por las lágrimas.
Una me abrazó. Podía sentir su olor.
Olive.
— Aquí estoy, Zoey, aquí estoy.
Mi respiración seguía agitada.
— Respira conmigo, Zoey, vamos. Uno…
Inhalé, pero sentí que no podía más.
— Otra vez, uno… así, dos…
Uno, dos.
Inhalé y exhalé.
— Ya casi lo tienes, Dylan trae agua y hielos, por favor.
Tenía que ser el Sr. Jhonson.
— Un poco más, Zoey.
Lo seguí haciendo hasta que mi respiración volvíó a la normalidad.
Cuando logré ver con claridad, estaba el Sr. Jhonson enfrente de mí, Dylan a su lado con un bowl de hielos y Olive que seguía abrazándome.
Dylan le dió los hielos a Nick.
— Pon tu cabeza en los hielos y mantén la respiración por tres segundos.
Lo hice y me sentí como si volviera a la realidad.
— Otra vez.
Lo hice tres veces más.
— ¿Mejor?.
Asentí.
— ¿Quieres hablar de lo que pasó?.
Negué lentamente.
— Dejemos a Zoey descansar — le dijo a mis amigos.
Ambos me abrazaron a la vez y sentí lágrimas rodar por mis ojos.
Se separaron y se fueron a sus respectivas habitaciones.
— Hay agua en el buró, si necesitas otra cosa, llámame.
Y se fué.
Regresé a mi cama y volví a llorar toda la madrugada.
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