Estaba terminando de marcar el libro que había terminado, cuando de pronto mi celular vibró.
Desconencté el cargador y lo desbloqué para ver quién me había mandado un mensaje.
The Gang
Olive: Nos vemos en nuestra banca en 5.
ES UNA EMERGENCIA.
Fruncí el ceño.
Esta tarde no teníamos planes para salir a algún lugar, Olive no era de las personas que hacía planes de un momento a otro, tenían que tener anticipación.
Necesitaba ayuda.
Me levanté rápido de la cama y tomé un suéter de mi armario.
El invierno ya había llegado.
Y no podía estar más feliz.
Después de unos minutos, llegué a la banca y ahí estaba ella, caminando de un lado a otro.
Parecía que iba a tener un ataque de pánico.
Corrí hacia ella inmediatamente.
— ¡Hey! ¿estás bien?.
Negó lentamente.
— Necesito un abrazo.
A veces, lo único que necesitamos es un abrazo, y con eso nos hacen sentir que no estamos solos.
La abracé por unos minutos y empezó a soltar leves sollozos.
— ¡Llegué!.
Nos separamos para ver a un Dylan despeinado y sonrojado.
— ¿Cuál es la emergencia?.
Olive se sentó en la banca, e hicimos lo mismo.
— Tengo consulta con la doctora y quiero que me acompañen.
Esto era importante.
Siempre que a Olive le tocaban consultas, iba sola, esa era la primera vez que nos necesitaba ahí.
Y le iba a dar todo mi apoyo.
— ¿Algo pasó? — inquirió el castaño.
Suspiró.
— Hoy me van a entregar los resultados de mis análisis para ver que todo esté bien. No quiero ir sola — se le cristalizaron los ojos.
— Todo va a estar bien, hemos visto avances en ti — la consolé.
— Tengo miedo — comenzó a llorar.
Entre Dylan y yo, la abrazamos hasta que dejó de llorar.
Caminamos hasta el consultorio de la doctora y a nosotros nos movieron a la sala de espera, mientras que a la rubia, la pasaron directamente al consultorio.
Nos sentamos al lado del otro.
No era la primera vez que estaba a solas con Crawford, pero algo se sentía distinto esa vez.
Me quité el suéter, y dejé ver por primera vez mis brazos al descubierto.
No quería usar manga corta porque sería notoria una cicatriz que me había hecho años atrás.
Obvio, cierta persona lo notó.
Sabía que quería saber, pero no preguntaría hasta que yo me sintiera cómoda al decirlo.
— Puedes preguntar — rodé los ojos.
— ¿Segura? — asentí.
— Tú …
— Fué la razón por la que me prohibieron usar objetos punzocortantes las primeras semanas.
Me miró expectante.
Tenía que desahogarme con alguien sobre esa situación, y continué.
— No es la primera vez que sueño con mi madre — se tensó en su lugar — y no era la primera vez que me autolesionaba.
Suspiré.
— Nunca me había autolesionado con un cuchillo hasta un día.
<< Tuve una pesadilla hace unos años, me desperté y no pude controlar las ganas de gritar y llorar.
Los recuerdos vinieron a mi mente.
— Estaba llorando mucho y sentía que ya no era suficiente golpearme o encajar mis uñas.
Sus ojos se cristalizaron.
— Así que, fuí a la cocina y agarré un cuchillo y empezé a cortarme.
Algunas lágrimas salieron a la luz.
— Después del primer corte — le señalé mi brazo — es como si hubiera reaccionado y tuve un ataque de ansiedad.
<< Había mucha sangre y no paraba, estaba asustada y no sabia que hacer, hasta que llegó Abby y me llevó a un hospital.
Por eso reaccioné así cuando no pude usar cuchillos o navajas, Abby les contó esa historia, porque ella es la única que sabía sobre eso.
Dylan me abrazó.
— Eres muy valiente, Zoey.
— Todos lo somos.
Y era verdad, pedir ayuda es el acto más valiente que conozco.
Sonrió.
Ya me había acostumbrado a las sonrisas de Crawford.
Pero no me había fijado, como se le achican sus ojos al sonreír, como esos hoyuelos lo hacían adorable…
¿Adorable?.
¿Desde cuándo pensaba eso de Crawford?.