Salí de mi habitación y de repente escuché ruidos extraños salir de la habitación de Olive.
El pánico me inundó en un instante.
Abrí la puerta y la escena que me encontré, me rompió el corazón.
Estaba toda la ropa de Olive en el piso y desordenada, y ella estaba llorando desconsoladamente frente al espejo.
— ¿Qué pasó? — me agaché para estar a su altura.
Solo me abrazó.
— Dime cosas bonitas, dude — me pidió con la voz rota.
— Todo está bien, va a pasar, estoy aquí — le susurraba al oído.
Estuve así hasta que se quedó dormida.
Tenía que llamar al sr. Jhonson.
Saqué mi celular de mi bolsillo y marqué su número.
— ¿Hola?.
— Sr Jhonson, puede venir a la habitación de Olive, por favor.
— ¿Hay algún problema?.
— Si.
— Voy enseguida.
Y colgó.
Aproveché para mandarle un mensaje a Dylan.
Yo: Necesito que vengas a la habitación de Olive, es una emergencia.
Me contestó a los segundos.
Crawford: Voy para allá.
Minutos después, llegó Nick junto con Dylan y les expliqué lo que había sucedido.
Dejamos a Olive dormida en lo que hablábamos afuera.
— Tuvo un ataque de dismorfia corporal, es normal en los pacientes con trastornos alimenticios.
— Pero usted me dijo que también…
— En algunos casos no puedes tener un TCA y aún así tener dismorfia corporal.
Él sabía que a veces me pasaba lo mismo con mi cuerpo.
— ¿Cómo podemos ayudarla? — pregunté preocupada.
— Háganla sentir segura.
Asentí.
Nick entró para poder platicar con Olive y nosotros estuvimos esperando en mi habitación.
— ¿Estás bien?.
— Sí, ya había pasado por esto antes, pero no con otra persona.
— ¿Es por eso que el espejo está cubierto? — señaló en su dirección.
— Sip.
— ¿ Desde hace cuánto que no te ves en un espejo, Zoey?.
Lo pensé por unos minutos.
— Desde los once — no aparté la vista del espejo.
— ¿Por qué? — susurró.
Lo miré directamente y tenía una expresión seria.
Pero sabía que podía confiar en él.
— Porque tengo miedo — admití — tengo miedo de que no me guste lo que vea.
Suspiré.
— Tengo miedo de que lo que me repetía una y otra vez en mi mente, sea cierto — se me cortó la voz.
La útima vez que me ví en un espejo no paraba de repetirme que era fea, que no era suficiente.
Las inseguridades en mi cuerpo aumentaron.
Desafortunadamente, la sociedad nos quiere hacer creer que hay un cuerpo perfecto, una cara perfecta, pero eso es mentira.
Todos los cuerpos son perfectos, siéntete orgulloso de ello.
—¿ Quisieras verte de nuevo?.
— Sí.
Ya no quería tener miedo.
Tenía que enfrentarlo.
— Vamos — me extendió su mano.
—¿Qué?.
Me llevó de la mano hasta quedar frente al espejo.
— Cierra los ojos.
— ¿Qué vas a hacer Dylan? — dije con algo de pánico.
— Vamos a enfrentar tu miedo juntos.
Me vendó los ojos y solo podía escuchar sus pasos alejarse.
— ¿Dylan?.
— Estoy aquí, cuando te sientas lista, puedes quitarte la venda.
¿Esto está pasando?.
Después de cuatro años, voy a verme en un espejo.
Pero a la vez, tenía miedo.
Tú puedes, Zoey.
Respiré un par de veces y me quité la venda.
Abrí los ojos y no podía creer lo que estaba viendo.
¿Esa soy yo?.
Me acerqué más para ver mi cara.
Definitivamente, ya no se veía igual cuando tenía 11, mis facciones se afinaron más.
Toqué mi cara, para ver si eso era real.
Toqué mis ojos; eran grandes, toqué mis mis pestañas.
Mi cabello había crecido un poco más.
Me alejé para ver mi cuerpo.
Era como lo recordaba, pero me gustaba.
Empecé a llorar de emoción.