Advertencia: Contenido sensible relacionado con la anorexia.
Maratón 2/5
Mi celular comenzó a sonar.
Me levanté de la cama y froté mis ojos.
Agarré el aparato del buró que estaba a mi lado y ví quien me llamaba.
Olive
— Mierda…
Lo desbloqueé y atendí la llamada.
—¿Olive?.
— Ayuda — se escuchó apenas un susurro, pero su voz se oía débil.
Aparté las cobijas rápidamente y me puse mis pantuflas.
Corrí hasta la habitación de Olive, y lo que me encontré, me dejó helada.
Mi amiga estaba sentada en la cama con una expresión de dolor, y estaba pálida, como la nieve.
Miré más abajo y fué ahí donde me encontré…
Sangre en las cobijas.
—¡Zoey! — gritó con dolor.
Me dirigí a su cama.
—¿Qué pasó? — traté de no sonar alarmada para no espantarla más.
— No… lo — hizo una mueca de dolor — sé.
Se le empezaron a cerrar los ojos.
La sostuve de la cabeza.
— Mírame Olive, todo va a estar bien.
Ella asintió débilmente.
Saqué mi celular de mi bolsillo del pijama y marqué el número del Sr. Jhonson.
— Ho…
— ¡Olive está muy mal! — lo interrumpí — hay sangre.
— Mantén la calma, Zoey, estoy en camino.
Minutos después, llegó Nick y varios paramédicos llevándose a Olive en una camilla.
—¿A dónde va? — pregunté alarmada.
— Al hospital.
— Yo voy — dije decidida.
— Zoey…
— Es mi amiga.
Suspiró.
— Está bien.
El sr. Jhonson me llevó en su coche y aún así, se me pasaba lento el tiempo.
Quise entrar a la par de Olive, pero me detuvieron, ya que iban a hacerle análisis y no podía entrar.
Me senté en la sala de espera con los ojos cristalizados.
Decidida llamé a Crawford.
— Crawford — dije con la voz rota.
—¿Estás bien, Zoey? — preguntó alarmado.
— Es Olive, ven al hospital, por favor, te necesito.
Jamás pensé decir esas dos palabras, pero era la verdad, lo necesitaba a él, a sus abrazos que me hacían sentir segura y protegida.
— Voy para allá.
No pasaron diez minutos, y ahí estaba Dylan, rojo por haber corrido tanto.
¿No puede ser más adorable?.
Ehemm… no acabo de decir eso.
— ¡Hey! ¿Estás bien, ella está bien? — se sentó al lado mío.
— Le están haciendo estudios — me abrazó.
— Olive es fuerte, va a estar bien.
Asentí.
Eran las tres de la mañana y se me cerraban los ojos, pero no me podía dormir hasta recibir una noticia de mi mejor amiga.
— Zoey, es mejor que duermas, te ves agotada.
Negué.
— No puedo irme, Dylan.
— Lo sé, pero al menos trata de dormir un poco — me ofreció su hombro.
Me recargué en él suavemente.
—¿Quieres que te cante?.
Lo miré con el sueño fruncido.
— ¿Desde cuándo cantas, Crawford?.
— Hay algunas cosas que no sabes sobre mí, Ir- nan-dis.
Me volví a recargar en su hombro, con el sueño venciéndome.
Me desperté por los rayos del sol.
Me levanté del incómodo asiento y me estiré.
Pude ver a Dylan dormido sobre su brazo.
Se veía tan tierno con los labios algo fruncidos, las mejillas sonrosadas y los mechones de su pelo que le caían en la cara.
Casi me hacía sonreír.
El sr. Jhonson se acercó a nosotros.
—¡Cómo está! — grité espantando a Dylan.
— Aún es de mañana, Zoey, hay pacientes durmiendo.
— Lo siento — bajé la cabeza apenada.
— Con respecto a Olive… Está bien, ahora está durmiendo.
—¿Por qué se puso así? — preguntó el castaño.
— Porque le llegó su período después de meses.
— ¿Nunca había tenido? — inquirí curiosa.
Nick negó.
— Normalmente las pacientes con TCA, no llegan a tener la menstruación, ya que su peso es bajo.