Maratón 5/5
—¡Uno!.
Estábamos en nuestra banca desayunando, cuando a Olive se le ocurrió jugar uno antes de que comenzaran las clases.
—¡Eso no puede ser posible! — reclamó la peliverde comiendo otra carta.
—Uno — puso en el montón de cartas, una amarilla.
Entrecerré los ojos hacia Crawford.
— Es una lástima … — acomodé mi última carta —... que gané otra vez — sonreí victoriosa.
—¡ No es justo! — Dylan cruzó los brazos.
—¿Cómo puedes ser tan buena en este juego?.
Lo pensé unos segundos.
— Puede ser porque me la pasaba jugando sola — me encogí de hombros.
— ¿Jugamos otra ronda? — ofreció Olive.
— Pero hay que apostar para que sea más interesante.
Fruncí el ceño.
—¿Están conscientes de que van a perder, verdad?.
— Tal vez con la apuesta, pueda mejorar, Ir - nan - dis.
Resoplé.
—¿Quién va a jugar contra quién?.
— Paso, Dylan te hará más pelea que yo.
Miré al castaño.
—¿Qué apuestas?.
No habló por unos minutos.
— Una salida de amigos, pero sin Olive.
Puse los ojos como platos.
—¿Cómo te atreves? — reclamó Olive indignada.
—Como una ¿cita?.
Se puso rojo al instante.
—¡Claro que no! — chilló — es una salida de amigos nada más.
Lo pensé por unos minutos.
¡No podría estar tanto tiempo a solas con Crawford!.
Tendría que ganar.
Iba a ganar.
— Si tu ganas salimos los dos solos con la condición que yo quiera, si yo gano vas a comprarme tres libros edición especial — propuse.
— Trato — extendió su mano.
—Trato — la entrelacé con la mía sintiendo una corriente de electricidad.
Vimos el flash de una cámara.
Olive estaba sacando fotos de nosotros.
— Lo siento, esto lo tenía que grabar.
El timbre sonó.
Recogí mis cosas.
— ¿Listo para perder, Crawford?.
—¿Por qué estás tan segura Irnandis?.
— ¿Oh créeme cariño, lo sé? — le guiñé un ojo y fuí corriendo a mis clases para que no se notara el sonrojo en mis mejillas.
Después de clases, fuí a mi habitación para dejar mis cosas y lavarme la cara.
¡Dios!, ¿Cómo pude guiñarle el ojo?.
Me sentía tan avergonzada que no quería ver a Dylan a los ojos.
Sequé mi cara y vibró mi celular.
Olive: ¿Quieres decirme qué pasó hace rato?
Yo: No hay nada que contar.
Olive: Pues cierta persona se puso como un idota.
Oh no.
¿Y si mis sentimientos no eran correspondidos?.
Quedaría como una idiota, y no quiero que mi relación con Crawford cambie y sea incómodo.
¡Mierda! ¡¿Qué había hecho!?.
Me llegó un nuevo mensaje.
Crawford: Olive y yo te estamos esperando para comer y para hacer la apuesta.
Si no llegas en 5 minutos, tendré que ser el ganador 😌
Yo: Eso jamás.
Agarré el uno de mi mesita de noche y salí hacia las bancas del comedor.
Comimos más rápido para poder iniciar la partida.
Dejamos la bandeja y empecé a sacar las cartas del Uno.
Olive las barajeó y nos repartió siete a cada uno.
—¿Están listos?.
Ambos asentimos.
— Comiencen — se sentó al lado de Dylan.
Mientras íbamos avanzando el juego se ponía muy parejo, ni mis mejores tácticas funcionaban.
Estúpido Crawford.
— ¡Uno! — dije al colocar mi penúltima carta en la mesa.
— ¡Uno! — colocó un +4.
No. Puede. Ser.
Abrí los ojos como platos.
— Tu turno Ir- nan - dis.
¡¡¡¡¡¡Es un idiota!!!!!.
Agarré mis cuatro cartas y puse una verde.
— Es una lástima … — puso su última carta verde — que hayas perdido.
Me quedé boquiabierta.
¡No pudo haber ganado!.