Si hace dos años me hubieran dicho que estaría preparándome para ir al cine con mi mejor amigo, me habría reído y negado totalmente.
Y solo faltaban 10 minutos para que Crawford fuera a recogerme para irnos al cine.
La función era a las 6:30 pm, pero pasaría por mí a las 6:00 para llegar a tiempo y no estar tanto tiempo en la fila de la dulcería.
Eso sigue siendo irreal.
Tuve una batalla mental contra mis decisiones.
¿Me ponía perfume?.
¿Era demasiado?.
¿Y si no me ponía y me preguntaba si yo no usaba perfume?.
Tenía ganas de gritar contra una almohada, pero tenía el tiempo encima.
Al final, decidí ponerme un poquito.
En cuanto a mi cabello…
¿Recogido o suelto?.
Dependía de lo que llevaba puesto ¿no?.
Fuí al espejo a ver por décima vez lo que tenía puesto.
Un suéter color gris sucio de cuello alto y mangas largas, iba fajado en mi falda negra que me llegaba hasta los muslos; me puse mallas para evitar el frío y unas botas negras altas, añadiéndole una chamarra de cuero negra que combinaba perfectamente con todo lo demás.
Me fuí por el cabello suelto y estilizarlo un poco.
Ya era hora, así que agarré mi tote bag algo usada, mi celular y dinero para pagar mis cosas.
Salí del departamento y me encontré con Dylan.
Tragué en seco.
Se veía tan bien…
Llevaba una sudadera color café oscuro algo suelta, unos jeans color beige que se asentaban perfectamente bien, y unos tenis nike color blanco con negro.
Sin darme cuenta, mis mejillas se tornaron color carmesí.
¿¡Cómo iba a estar con él por una hora y media?!.
Convives con él a diario, genio.
Para nada era lo mismo. Estábamos con Olive, y era un plan de amigos, pero a solas… mis sentimientos hacia él salían a flote con más libertad.
—Hola — se le formó su típica sonrisa que me tenía vuelta loca.
—Hola.
—¿Nos vamos?.
Asentí.
El trayecto no fue incómodo, pero algo sofocante para mí. Parecía que cada segundo siempre veía a Dylan y me quedaba ahí unos segundos, hasta que se volteaba y me miraba, a veces con una cara de sabía lo que estabas haciendo; lo que provocaba que me sonrojara más.
Dí gracias al cielo, cuando ví el cine no tan lejos de nosotros.
Me dejó pasar primero por la puerta y susurré un gracias, algo avergonzada.
Nos formamos en la fila para comprar palomitas y bebidas, cuando abrí mi bolsa para sacar el dinero, Crawford me detuvo.
—Yo pago.
—G-gracias.
¿¡Por qué tenía que ser un caballero?!.
Te presento a un no caballeroso si quieres.
Nos entregaron los alimentos y fuimos a una estación para enseñar los boletos que Dylan había comprado previamente.
Nos dirigimos a la sala que nos habían indicado, entramos y nos sentamos en nuestros asientos designados.
—Espero te guste la película que elegí.
—Estoy segura que me gustará — susurré-.
Me giré para que no notara mi sonrojo.
Empezaron los anuncios y al momento de tomar mi bebida, choqué con la mano de Dylan.
Sentí una corriente de electricidad corriendo por todo mi cuerpo.
—Lo siento.
—Está bien.
Los minutos transcurrían y varias personas empezaron a llegar antes de que la función comenzase.
Las luces se apagaron como indicio de que la película ya daba inicio.
Las primera escenas se mostraron en la pantalla grande, era una película de agentes y crimen.
El espacio era ameno, Dylan estaba muy atento al largometraje y yo… Estaba poniendo atención a otra cosa.
Estábamos en medio de la película cuando la pantalla se apagó de repente.
Salté sobre mi lugar asustada.
Odiaba la oscuridad.
—¿Estás bien? — preguntó la persona al lado de mí,
—Si.
Un trabajador llegó con una lámpara.
—Un rayo ha tronado el transformador, le pedimos de la manera más atenta que desalojen la sala y su dinero será devuelto.
¿Rayo?.
Eso significaba que había una tormenta.
Oh dios.
Encendimos la lámpara de nuestros celulares y salimos con cuidado de no tropezarnos con las personas enfrente de nosotros.
Llegamos a la entrada y, efectivamente, había una tormenta con granizo.
—¿Tienes paraguas?
—No — el castaño se rascó la nuca.
Fuí al stand de los dulces que — afortunadamente — vendía sombrillas.
—Con la lluvia es imposible caminar, los caminos están casi inundados y llegar al centro con este clima, va a tardar más — dije una vez que volví con Crawford.
—Un taxi nos cobrará más del precio normal.
—Yo lo pago — ofrecí.
Gruñó.
—Ok.
Estuvimos media hora parados encontrando un taxi que nos llevara.
Dylan sostenía el paraguas, porque según él, era más alto y nos protegía a ambos de la lluvia.
Otro taxi se acercaba, le hice la parada y se detuvo.
Suspiré aliviada.
Entramos algo empapados cuando cerramos el paraguas.
Le indicamos nuestro destino y tardamos diez minutos en llegar.
La tormenta se había hecho más fuerte cuando llegamos al centro.
Le pagué al señor y corrimos a la entrada.
Crawford me tomó de la mano y corrimos hacia el área de dormitorios.
—¿Qué haces? — pregunté cuando dió la vuelta equivocada.
—Los dormitorios de hombres están más cerca, nos refugiaremos en mi habitación hasta que pare.
Tragué nerviosa.
Llegamos y fuí directo al baño para tratar de secar mi ropa mojada y para procesar todo lo que había pasado.
Salí después de unos minutos y Dylan estaba jugando algo en su celular.
—Siéntete cómoda.
Asentí y me senté en un sillón que estaba en la esquina de la habitación.
Decidí leer un libro en mi celular para matar tiempo en lo que pasaba la tormenta.
Cuando lo terminé de leer, chequé la hora en mi celular, 7:30 y la tormenta no cesaba.