Ha pasado un año, en el que ha pasado tantas cosas, entre ellas estar lejos de mi pecosa, cuanto extrañaba decirle pecosa, molestarla y reír con ella, y claro ver sus caras de monas que hacían sentirme más humano. Pero se que si ella estuviera a mi lado me diría: sabría que podrías.
Y aunque no la pueda ver, ni escuchar algo dentro de mi sabía que había hecho lo correcto, tomar la decisión de dejar aquel colegio hasta ahora ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida, han pasado muchas cosas desde aquel entonces como por ejemplo, venir a new York con la esperanza de rendir examen y quedar en alguna compañía teatral. Acepto que no fue tan fácil como pensé, estaba a punto de rendirme cuando vi entonces mi última opción; la compañía Stafford.
En donde di lo mejor de mi ganando a los meses mi primer papel no uno protagonista pero si, importante. Para después mucho y muchos más hasta ahora en donde estaba audicionando para ser mi papel protagonista que siempre quise ser : Romeo.
Todo mundo estaba emocionado y yo aún más, si no fuera por qué no tenía a mi Julieta todo sería perfecto, pero como dicen por ahí: no todo se podía tener en esta vida, pero ahora que todo parecía tan perfecto en esta mañana todo dentro de mi cambio tras leer:
— Londres en guerra contra Alemania — siempre pensaba que los periódicos eran exagerados, pero ahora en esta mañana había comprobado que la exageración era nada que la pura verdad, Inglaterra estaba siendo atacado con bombas y soldados de Alemania... Inglaterra era donde estaba mi razón de vivir, mi inspiración, en resumen todo lo que era yo estaba ahí, y yo aquí en medio de tanta felicidad que ahora se había convertido en angustia. No quería ni siquiera imaginar una vida sin aquella chica de rizos rubios, ojos verdes y con más de mil pecas que se movían tan graciosamente cuando yo hacia enojar a su hermosa dueña.
Tienes que ir por ella
Tienes que ir por ella
Tienes que ir por ella
Eso era todo lo que repetía mi mente mientras caminaba rumbo al teatro, sin importar nada más que tener a candy a mi lado, eso era todo lo que yo ahora quería y podría decirse que no me interesaba cruzar el Atlántico si era por ella, y tampoco me importaba que Robert no sediera, me iría con o sin su aprobación, Candy era todo lo que yo tenía en esta vida y saber que ella corría peligro me tenía preocupado.
— buenas noches Terry — saludo Robert aquella noche sonriendo ante mi presencia.
— buenas noches señor — saludé entrando a su oficina, haciendo que el se pusiera de pie. Eso de que el me tratara como si fuera alguien importante me incomodaba, pero en aquellos momentos lo único que me importaba era irme con mi pecosa.
— ¿Que deseas? — preguntó Robert pareciendo tranquilo, tan tranquilo que me hizo dudar si decir o no lo que yo deseaba.
— yo... necesito, viajar señor — apenas susurre, sabía que dejar a la compañía en estos momentos no me traía cosas buenas, pero como dije y respeto nada me importaba más que candy.
—¿Viajar? — preguntó Robert mirándome.
— si, serán unos días — asegure levantando la mirada para poder apreciar como el sonreía.
— ¿Enserio piensas viajar en estos momentos?, ¡Eres el actor principal terruce! — me recalcó molesto
— lo siento, pero tengo que irme esta noche — me valía un rábano partido lo que el pensará, yo me iría por qué iría si oh sí, aunque sea de cocinero en el barco pero nada me impediría que yo fuera por la razón de mi existir para mantenerla cerca de mi.
— no, no puedes — respondió volteando hacia la ventana dándome la espalda — y esa es mi última palabra.
— pero señor yo....
— papá — hablo la hija de Robert entrando a la oficina, apesar que fuera de mi edad y bastante bonita, no me impedía para matarla con la mirada por la interrupción — ¿Que está pasando? — preguntó viendo hacia mi
— nada importante cariño — hablo Robert que mi paciencia se agotará, Robert estaba equivocado si pensaba que yo, no era un testarudo.
— Robert — hablo su esposa entrando ahora a su oficina, ¿Y ahora que se suponía que debía hacer?, Suspiré tratando de calmarme y no explotar — por favor déjalo ir — suplico aquella señora casi que poniéndose de rodillas...había escuchado que la vida era irónica, aunque debo confesar que jamás pensé que lo fuera tanto, hace unos segundos quería matar a la hija de la esposa de Robert pero ahora, ahora más bien quería que no se fuera hasta que de Robert escuchará un:
— está bien — suspiro resignado — te dejaré ir, pero recuerda que cuando vengas tendrás mucho que hacer — fue lo último que escuche antes de irme sin antes dar las gracias.
Me fui a paso veloz hacia el departamento, ni siquiera sabía por qué estaba empacando ropa si lo único que de verdad necesitaba era irme ya, hice una maleta en tiempo récord antes de irme en busca de un carruaje que me llevaría al puerto donde tome el último barco directo a Inglaterra. Tardaría solo tres días para estar con ella solo tres en los que pasarían como una eternidad para mí.
Los barcos me traían tan buenos y malos recuerdos, estar dentro de uno me recordaba aquella noche en la que la conocí a ella sin saber que apartir de aquella noche en la que yo la moleste con esas pecas, me cambiaría la vida por completo Aunque — ¡Terryyyy! — Aquel grito de aquella mañana en la que dejaba Londres no salía de mi mente, sonreía con la idea que ella sería feliz aunque no fuera con migo. Fue entonces cuando comenzaron mis dudas
¿Que tal si ella está enamorada de alguien más?.
¿Que voy hacer si ella ya tiene a alguien más?.
Aleje aquellas ideas que venían a mi mente, tal vez era por qué ya estaba cerca de Inglaterra, solo faltaban horas para estar por fin en aquellas lindas tierras que yo había dejado hace tanto tiempo que apenas recordaba.
—¡Tierra a la vista! — grito un niño entre los pasillos, corriendo hacia donde sus padres quienes estaban en el balcón viendo hacia el mar al igual que yo. Después que el barco avanzará solo un poco confirmo lo que el niño había gritado, había llegado a Inglaterra donde estaba la razón de mi vida, todo Lucía tan distinto que me sentí incómodo sin saber que hacer — por lo pronto ir a cambiarte — respondió mi voz interior, quien tenía razón, hice parada a un carruaje que me llevo a un hotel, y que después me llevaría hacia el real colegio San Pablo.Cual este Lucía casi igual, quizá el sol hacia que se mirará más grande más parecido a una cárcel
Editado: 06.12.2020