¿Qué era lo peor que podía pasar si llevaba a Chris a casa? Bueno, supuse muchas cosas, pero ninguna de ellas se compara con lo que mamá hizo al ver a Chris salir del auto por la ventana de la casa.
—¡Oh por Dios! ¡Christopher! ¡Eres tú!
Inquiere en una voz chillona, mientras baja los escalones de la entrada y correr en nuestra dirección, más bien, en dirección a Chris —quien está justo a mi lado—, mamá aprisiona su rostro con sus dos manos y le pellizca las mejillas, un gesto que provoca que Chris suelte un quejido combinado con una risa nerviosa.
—Es un gusto volver a verla, Deborah.
Saluda Chris con amabilidad, mamá se aparta de él segundos más tarde y se acerca a mí para ofrecerme una gran sonrisa y extender sus brazos, no tardo ni un segundo en darle un abrazo, envolviéndome en la calidez que me proporciona.
—Vengan a dentro, van a congelarse aquí afuera. Por cierto, Chris, Mía nunca dijo que vendrías.
Dice mientras los tres vamos a dentro.
—Es porque no lo haría —me apresuro a explicar—. Sucede que hemos estado buscando un hotel disponible para Chris en toda la ciudad y todos están llenos, no cuentan con habitaciones disponibles.
Desde la entrada, observo la encantadora decoración navideña que posa una sonrisa de oreja a oreja en mí, el árbol de navidad está colocado en una esquina de la habitación entre medio de los sillones, de la chimenea cuelgan las botas navideñas con los nombres de mis cinco sobrinos, Camden, Sean, Spencer, Charles, Lucy y Alba.
—Bueno, es una suerte que hayan venido hasta acá, porque justo estaba esperando a Jordan y Evan para la cena —nos cuenta animada, refiriéndose a su esposo y mi hermano.
—¿Vendrá con su esposa? —inquiero curiosa y mamá asiente contenta. Evan, mi hermano mayor, va por su segundo matrimonio y por mucho que quiera decir que conozco bien a su nueva esposa, lo cierto es que, debido a mi trabajo, solo la veo en días festivos y me cuesta recordar su nombre—. ¿Cómo es que se llama?
Mamá intenta recordarlo.
—Evangelina —lo menciona con cautela como si eso le ayudara a memorizarlo.
—Bien, lo tendré en cuenta.
Los tres vamos hacia la cocina, Chris y yo tomamos asiento en la mesa y como es de esperarse, Chris se ofrece a ayudarle a mamá con la cena lo que me obliga a quedarme a cooperar en vez de ir a mi dormitorio y descansar como me hubiese gustado.
Le ayudamos a mamá a preparar sus famosas enchiladas de pollo y ensalada.
—¡Familia, he llegado! —grita una voz mayor, masculina y minutos más tarde Jordan aparece en el marco de la puerta con una gran sonrisa que se ensancha al verme—. ¡Mía!
Exclama con contento, me levanto de mi lugar para abrazarlo, cuando nos separamos, su mirada se posa en Chris, quien se apresura a limpiarse las manos y saludarlo.
—Christopher Danes, es un gusto, señor...
—Por favor, llámame Jordan, ¿eres el nuevo novio de Mía?
—¿Qué? No, no es mi novio —niego frenéticamente, mis mejillas tornándose rojas. Jordan nos observa a ambos con una mirada juzgona como si yo en realidad estuviera mintiendo. Volteo a ver a mamá con la intención de que me salve de la situación, pero ella finge concentración mientras cocina.
—Mía tiene razón, solo somos... —Chris voltea a verme en busca de ayuda, ¿Qué se supone que debamos responder? ¿amigos? ¿ex novios? ¿ex novios que ahora trabajaran juntos?
—Ah, Chris es el nuevo jefe de mi empresa y estaba ayudándolo a encontrar un hotel en la ciudad, pero no había ninguno disponible.
Explico.
—¿Por eso lo trajiste a casa? —pregunta Jordan, enarcando una ceja.
Demonios... pienso.
—¡Hola, hola!
Escucho la voz de mi hermano en la puerta, y a continuación se escuchan ruidos de fuertes pisadas, el chillido de un bebé y mis sobrinos han entrado a la cocina con toda la energía como si fueran tornados corriendo de un lado a otro.
—¡Tía! —exclama Spencer, el pequeño de cinco años me abraza las piernas con tanta fuerza que me tambaleo, sus hermanos Lucy, Sean y Camden se le unen al abrazo y a llamarme tía como bienvenida.
—¡Mocosos!
Exclamo con el mismo entusiasmo que ellos, mi hermano entra a la cocina junto a su esposa, Evangelina quien tiene al bebe Charles de cinco meses, en brazos.
—Mía, has llegado temprano... —inquiere mi hermano sorprendido, su mirada se desvía hacia el chico a mi lado y su media sonrisa se reemplaza por completa seriedad al reconocer de inmediato a Chris.
—¿Danes? —cuestiona con el ceño fruncido, Evan siempre solía llamarlo por su apellido cuando los dos jugaban todo el tiempo, eran viejos amigos y aunque Evan dijera que lo mataría cuando lo viera de vuelta solo por haberme roto el corazón, no creo que tenga esa intención porque su semblante serio se reemplaza con una sonrisa y una risa, justo como mamá, mi hermano abraza primero a Chris, quien se muestra también contento de verlo—. ¿Qué haces aquí? ¡Ha pasado mucho tiempo? ¿Cómo has estado?
Lo acosa con preguntas curiosas que me hacen rodar los ojos ante el hecho de que mi familia se muestre más entusiasta por tener a Chris que a mí.
—Yo, ah, estoy aquí por asuntos de trabajo —se limita a responder a las preguntas de mi hermano, quien lo aleja colocando su brazo en sus hombros para sacarlo de la habitación y platicar.
Lo que me faltaba, toda mi familia contenta de tener a Chris de vuelta. Traicioneros...
—¿Necesitan ayuda en algo? —pregunta Evangelina con amabilidad, es una mujer guapa, cabello castaño con luces rubias, ondas perfectamente elaboradas, tez bronceada, complexión media, alta. Sin duda es atractiva y carismática.
—Jordan, ¿Por qué no vas con los chicos al supermercado para traer refrescos, hielo y quizás galletas de la señora Dolly?
Le dice mamá a su esposo, quien asiente. Jordan es moreno, tiene el cabello casi rapo que seguramente dejará de crecer en unos años más, es delgado, labios gruesos, ojos marrones y una agradable personalidad que no puede negarse a mamá nunca. Mamá y es gordita, de estatura baja, tiene el cabello castaño y corto hasta los hombros que normalmente mantiene recogido, ambos hacen una linda pareja y confirmo que están enamorados por la forma en que Jordan se despide de ella antes de pedirle a los chicos que lo acompañen a comprar al supermercado, dejándonos solo a nosotras y los niños.