Efectivamente, la luz se había ido por un apagón local y sobre el agua, al parecer las tuberías se habían congelado gracias a la gran nevada que había comenzado en la madrugada, lo que impedía que volviéramos a tener agua hasta dentro de unas largas horas. Aun así, mi ducha no salió tan mal como esperaba.
Debido a que la luz no llegó temprano. Mamá y Jordan nos invitaron a todos a desayunar a uno de los tantos restaurantes del pueblo y como era de esperarse, me sentaron junto a Chris, los niños estaban sentados al final de la mesa y nosotros cerca de ellos, eso sucede cuando eres la menor de la familia, te mandan con los pequeños como si fueras una más de ellos.
—No puedo creer que esto esté sucediendo a pocas horas de navidad —inquiere Mary con un poco de exasperación en su voz, mamá intenta animarla.
—Tranquila, aún quedan un par de horas, podemos disfrutar de una buena nochebuena.
—¿No se supone que deberíamos de estar en casa ahora preparando todo? ¿La cena? ¿Los regalos? ¿Todo? —cuestiona hacia todos ya que la organización es su punto fuerte, detesta que las cosas no se encuentren perfectamente organizadas.
—Mary, la cena tomará horas, pero estará lista para la noche, todos tendremos una linda nochebuena. —insiste mamá—. Además, aún queda tiempo y estoy segura que no todos tienen sus regalos de navidad, ¿no es así?
Pregunta enarcando una ceja en mi dirección y quiero ocultarme en mi asiento porque es muy cierto. No tengo ningún regalo, planeaba buscarlos hoy de último momento y teniendo en cuenta que ya solo quedan un par de horas para navidad, lo mejor es que comience a buscar los regalos en cuanto terminemos de desayunar.
—Es mi imaginación o hueles a.... —Chris, quien está a mi lado, se inclina para olfatear mi hombro, gesto que me hace tensar, de pronto se aleja y frunce el ceño—. ¿mí?
Se cuestiona a sí mismo y oprimo una mueca, es imposible que no me sonroje.
—No había otro champú en el baño. —intento sonar indiferente encogiéndome de hombros, pero eso ocasiona que él suelte una risita boba y asiente para sí mismo.
—Como sea, me gusta.
Admite para luego reincorporarse en su asiento y continuar con su desayuno.
***
Después de desayunar, la familia se dividió para cada quien ir a terminar sus asuntos, por mi parte, me he decidido por ir al centro comercial y los puestos locales del pueblo para buscar los regalos a mi familia y como Chris no tiene mucho que hacer, se me ha sumado a buscar los regalos.
Siendo una persona sencilla que detesta hacer compras navideñas porque no es buena buscando regalos, a Jordan y Evan, les compro un paquete de calcetines blancos para ambos y un suéter navideño, a mamá le compro una plancha nueva para el cabello, maquillaje para Mary y Evangelina y juguetes para los niños, sin embargo, a quien no le compro el mismo regalo que a Jordan y Evan es a Chris, más bien, no le compro ningún regalo de entre todas las tiendas que he entrado porque no estoy segura de qué es lo que quiero regalarla, para ser sincera, sé que le daré algo, salvo que aún no encuentro el regalo correcto.
Intento omitir el hecho de que estoy tomándole importancia a qué regalarle, cuando salgo de la tienda en la que estoy, pienso que puedo comprarme un café caliente mientras espero a que Chris termine sus compras, pues los dos nos hemos alejado, él se ha ido a otras tiendas dejándome sola mientras busca regalos para todos, cosa que aprecio que haga.
—¿Encontraste todo lo que buscabas? —pregunta sorprendiéndome a mis espaldas, pego un respingo. Después de ordenar mi café, tomé una mesa para dos que estaba disponible junto a la ventana, no me percaté en qué momento ha entrado Chris.
—Casi ¿y tú? —lo cuestiono y observo que lleva grandes bolsas de regalos consigo, las posa en el suelo y toma asiento en la silla frente a mí—. Aun me quedan un par de regalos para buscar.
Enarco una ceja en su dirección.
—No hace falta que compres un centenar de regalos para todos —le digo, no quiero que sienta que tiene la obligación de hacerlo solo porque lo estamos dejando quedarse en casa, él niega de inmediato.
—Para nada. La navidad es de mis épocas favoritas y me encanta comprar regalos.
Le ofrezco una tímida sonrisa.
—También es de mis épocas favoritas.
—Lo sé —se atreve a decirme y alzo las cejas, curiosa. Él se aclara la garganta—. Recuerdo que siempre te ha gustado.
Se encoge de hombros como respuesta y atisbo un ligero rubor en sus mejillas por su viejo comentario. No se lo digo pero que lo recuerde, provoca cierto entusiasmo en mí.
—Vaya, supongo que no me has olvidado del todo.
Intento bromear para deshacer el sentimiento.
—Una mujer como tú es difícil de olvidar —dice más para sí mismo y ha evitado mi mirada, me abrazo a mí misma sorprendida de sus palabras, ¿acaso está admitiendo que durante todos estos años no me ha olvidado?
—¿Qué puedo decirte? He escuchado por ahí que soy irresistible —de nuevo intento bromear, está vez agitando mi cabello y eso lo hace reír. Un leve silencio nos inunda a ambos.
—Supongo que debes de tener muchos admiradores que suelen decirte eso.
Continúa bromeando, pero hay una pizca de seriedad en su voz.
—Quisiera decir que es verdad, lo cierto es que no lo es —digo con sinceridad, apretando los labios—. Encontrar a esa persona... es complicado.
Confieso para ambos.
—Sé a lo que te refieres. —dice llamando mi atención—. Mamá me pide todo el tiempo que debería de llevar una chica a casa, presentársela y bueno, no ocultar mis relaciones, pero es que es imposible no hacerlo cuando nadie busca nada serio.
—¿Te presiona con eso? —inquiero y asiente levemente, una risita seca se me escapa—. Si supieras como es mamá en casa y mis hermanos, uff, ellos... —suspiro pesadamente y río—. Dios, verlos con sus hijos y sus parejas todo el tiempo me hace querer encontrar a alguien. Ya sabes, alguien que sume realmente en mi vida en vez de sentir que sobra, pero como dices, es difícil encontrar a alguien que realmente quiera algo serio.