Me aparto de Chris tiempo después, sin embargo, mantengo mis ojos en los suyos, los cuales tienen un destello de asombro y me parece que deseo, aunque no estoy segura de sí estoy alucinando esto último.
—Wow.
Murmura con pleno asombro en su voz y oprimo una mueca. El beso ha sido sorprendente.
—Yo, uh... —debo de decir algo en vez de quedarme balbucear, he sido yo quien ha tomado la iniciativa de besarlo, sí, Chris ha aceptado el beso, pero he sido yo quien ha iniciado estoy y ahora no sabe qué decir.
Pero, ¿Qué debo de decir?
Chris desvía su mirada de la mía y se aclara la garganta.
—Esto, uh, yo...
Al parecer, no soy la única aquí que no sabe qué decir porque Chris también balbucea y no consigue decir nada.
—Lo siento.
Es lo primero que me pasa por la cabeza, pero en el fondo sé que no lo siento. El beso me ha gustado.
El ceño de Chris se frunce al mirarme.
—No tienes por qué disculparte —niega al decir sus palabras y mi boca se abre y cierra cuando intento decir algo.
El silencio que se crea en la habitación es incómodo y percibo una piza de tensión entre los dos. Besarlo ha sido un impulso del que no imaginé que haría, sin embargo, ha sucedido y ahora no tengo forma de actuar junto a él, trago con fuerza el pequeño nudo en mi garganta y busco una excusa, por suerte, alguien llama a la puerta, como no tiene llave, mamá la abre y asoma la cabeza, nos sonríe a ambos y después entra.
—¿Todo bien? —nos pregunta a ambos, de pronto siento como si sospechara que nos hemos besado y me sonrojo, Chris me da una mirada rápida y asiente hacia mi madre.
—Todo bien. —repite para asegurar y mamá asiente en acuerdo.
—Bien, quería ver si es posible que ambos vengan a echarnos una mano —hace una seña hacia afuera de la habitación—. Necesitamos manos extras, Chris, ¿por qué no ayudas a Jordan, Evan y Ron a buscar la leña para la fogata de esta noche?
Le pregunta y Chris se levanta de un brinco del lugar como si ha encontrado su oportunidad para escabullirse —en realidad lo ha hecho—, se despide de ambas murmurando algo que no me es legible porque realmente estoy perdida en mis pensamientos. Mamá se queda allí junto a la puerta observándome.
—¿Mía? —cuestiona mi nombre y alzo mi vista a la de ella. Antes de que haga una pregunta me levanto de mi lugar.
—Vamos, ¿en qué necesitas ayuda?
Ambas salimos de mi habitación en dirección a la cocina, me doy cuenta de que solo estamos ella y yo.
—¿Qué hay de las chicas? —le pregunto asumiendo que Evan, Chris y Ron se han ido con Jordan.
—Les he pedido que vayan a la tienda a comprarme unas cosas que me han hecho falta para la cena, tengo la cabeza tan ocupada que me he olvidado de un par de ingredientes —me explica y doy un leve asentimiento, me doy cuenta que está preparando la masa para hacer galletas de jengibre en forma de copo de nieve y pinos de navidad.
—Bien, ¿Qué debo hacer?
No soy muy buena en la cocina, pero creo que puedo arreglármelas decentemente. Mamá se mueve de un lado a otro por la cocina, me entrega los moldes de pinos.
—Necesito que termines las galletas por mí, tus hermanos han dejado a los niños en casa y quiero pasar un rato con ellos, los llevaré a buscar un par de cosas al centro y vendremos pronto.
Arqueo las cejas.
—¿Me dejarás sola?
Ladea la cabeza un poco en desacuerdo con que la cuestione.
—Puedes trabajar sola, Mía. Confío en ti.
Me asegura, aunque me temo que mamá no solo lleva a los niños a comprar cosas, quizás ella todavía está buscando regalos navideños de último momento —aunque hay un montón de regalos de diferentes tamaños debajo del árbol navideño—, los niños aparecen corriendo a nuestro alrededor, dando por terminada nuestra conversación, mamá me da instrucciones sobre cómo usar el horno que creo que capto bien, termino de cortar las galletas y las coloco en el molde para hornear, enciendo el horno como ella ha dicho y programo el tiempo que creo que es necesario.
Como he metido dos bandejas de galletas, decido reposar en el sillón y ver un poco de televisión mientras espero, aprovecho para ver la película navideña que recién empieza, considero que podría beber algo y comer palomitas, pero al final deshago la idea teniendo en cuenta que no pienso limitarme con la cena de navidad.
El tiempo transcurre bastante rápido, ya voy a más de la mitad de la película, nadie a regresado a casa y el olor a quemado comienza a llegarme a las fosas nasales por lo que me levanto de un brinco.
—¡Las galletas!
Exclamo en voz alta, soltando el control remoto.
Me había olvidado de ellas.
Con prisa, llego a la cocina —no me ha tomado ni dos minutos llegar—, tan pronto como puedo busco los guantes de cocina para no quemarme, me los pongo y abro el horno. Al abrirlo, un ligero humo de color gris sale que me hace toser, me aparto y agito el guante por encima de mi cara deseando no ahogarme, pero es imposible que no suceda.
Me las arreglo para sacar ambas bandejas y colocarlas sobre la barra de la mesa, cuando lo hago, veo que la mayoría de ellas tienen manchitas negras y son más marrones de lo que creo que deberían de ser. Huele a una mezcla de quemado y galleta. Estoy observando a las galletas con ojo crítico, intentando descifrar qué puedo hacer que el ensordecedor pitido de la alarma contra incendios me sobresalta.
—¡Oh mierda!
Exclamo para mí misma y me apresuro a buscar el aparato que apaga la alarma antes de que algún vecino decida llamar a los bomberos. El ruido es tan molesto que tengo el entrecejo arrugado todo el tiempo y una enorme mueca, cuando consigo apagarla, un suspiro de alivio se me escapa.
Al regresar de nuevo a la cocina, ya no hay humo y las galletas aún siguen calientes, lo compruebo cuando intento tomar una y consigo quemarme con ella que termino tirándola al suelo y después al cesto de basura.