Navidad (in)deseable

Capítulo Único

     El olor de panes dulces, galletas y tortas recién horneadas penetraron sus fosas nasales produciendo el tan conocido gruñido de estómago.

 

     -¡Hey Lorena, reacciona muchacha!

 

     Una voz preocupada la sacó del trance en el que estaba. Su hermana la miraba de arriba a abajo tratando de descifrar lo que sucedía con ella.

 

     -Lo siento, no sé que me paso. Solo…

 

     -...Estabas perdida en tus pensamientos-. Miró con reproche a su hermana-. ¡El día en que dejes de encerrarte en esa cabecita loca que tienes tú van a venir a visitarnos los extraterrestres!-. Colocó su mano cerca de su boca para después gritar-. ¡Mamá! ¿¡Cuando la vamos a llevar a un manicomio!?

 

     -¡Natalia!-. Grito Lorena sorprendida.

 

     El sonido de pisadas perezosas acercándose a las dos muchachas se hizo presente produciéndole a Lorena un indescriptible dolor en el pecho. Después de un corto silencio incómodo hizo aparición la madre de las dos.

 

     -¡Natalia deja de pelear!-. Le reprocho la señora a su hija.

 

     -¿¡Cómo que “Natalia” si es ella!?-. Preguntó indignada la antes nombrada.

 

     -Digo… Perdón… Si, si. Lorena, concéntrate. Ayuda a servir la cena que ya está lista-. Dicho esto se aleja poco a poco hacia el comedor.

 

     -Apúrate a servir que tengo hambre-. Le dice su hermana mientras desaparecía como anteriormente hizo la otra.

 

     Tal como si fuese un robot camino hacia la cocina sintiendo como si estuviera flotando en una nube de irrealismo. Su familia estaba con ella en Nochebuena, había buena música en el lugar y un aroma exquisito inundaba la casa.

 

     Una sonrisa tranquila se posó en sus labios cuarteados mientras veía como la sangre salía de uno de sus dedos. Su piel estaba demasiado dañada, débil y congelada por el frío. Y la nieve cayendo sin clemencia sobre ella no ayudaba en nada.

 

     Aunque siempre había superado las cosas evadiendo la realidad, en esos momentos no podía. Seguía estando en el parque aunque su mente quisiera estar en esa casa con su madre y su hermana.

 

     No podía cambiar el hecho de que ella estaba sirviendo de comida para los gusanos y los árboles del parque. Aunque antes de un futuro entierro ya se encontraba completamente en descomposición. Incluso antes de morir.

 

     Recordó que esas pequeñas pisadas perezosas que había presenciado hace 5 años en esa Nochebuena fue el principio del final.

 

     Si tan solo se hubiese dado cuenta de las señales que “su” cuerpo le había dado. Si tan solo hubiese dejado de ser tan egoísta y haber evadido la realidad. Si tan solo hubiese entendido que ella estaba enferma.

 

     Jamás la hubiera dejado sola.

 

     Jamás hubiese contribuido en la muerte de su propia madre.

 

     Más lágrimas seguían cayendo de sus ojos, esta vez sin mover ni un solo músculo. Su pecho había dejado de sacudirse.

 

     La imagen de la luna deforme por sus lágrimas mezclada en el cielo con las estrellas le recordó el día en que la embarró. Como nunca antes nadie en la historia humana la hubiese embarrado.

 

     No había justificación para su actitud, solo habían palabras concretas en la cabeza de su madre que la definían perfectamente en ese momento.

 

     Malcriada. Orgullosa. Egoísta.

 

     Superficial.

 

     El sonido de vidrios rotos cayendo en el suelo inundaba la casa por completo mientras que con ojos de terror tanto su madre como su hermana miraban a Lorena quien estaba enloquecida de furia.

 

     -¡Tengo 23 malditos años! ¡Soy mayor de edad! ¿¡No entiendes eso vieja loca!? ¡Devuélveme de una vez las putas llaves del maldito carro que compré yo!

 

     -¡Te va a pasar algo malo, yo lo sé…! ¡Soy tu madre mi niña! ¡Tengo un muy mal presentimiento! ¡Por favor hija no vayas a la fiesta…!

 

     -¡Ya cállate de una buena vez!

 

     Otro objeto salió volando por el lugar para después impactar contra la pared y terminar despedazado. Los pedazos estaban esparcidos por todo el recinto haciendo que uno de los trozos al caerse se incrustara en el pie de Natalia causándole un horrible dolor.

 

     -¡Toma tu mierda pero no regreses nunca más maldita zorra!-. Le grita furiosa su hermana mientras le tira las llaves que su madre tenía escondida en uno de los bolsillos de la bata que tenia puesta. Lorena logró atrapar las llaves en el aire, saliendo a toda prisa de la casa hacia su carro mientras que a su espalda se escuchaba el grito desgarrador de una madre preocupada.

 

     Conducir nunca fue completamente de su agrado,  pero su mejor amiga de la preparatoria después de tanto tiempo sin verse la llamó para que asistiera a su fiesta de cumpleaños. La cual se celebraba en un lugar bastante lejos en donde solo se puede llegar en auto.

 

     Extrañaba muchísimo a su gran amiga, así que aceptó sin dudarlo ni un segundo, cancelando así los compromisos que tenía con su madre y hermana. Al fin y al cabo eso lo podía hacer en otro momento.

 

     No es como si ellas se fuesen a ir a algún lado.

 

     La adrenalina le recorría el cuerpo. Estaba emocionada por lo que le esperaba en ese lugar con su amiga y también con sus demás compañeros como anteriormente le había informado ella.

 

     Recordaba que le había dicho que el chico que le gustaba también iba a asistir. Aunque él fuera el ex de su hermana no le importaba, aún le interesaba mucho como para olvidarlo de buenas a primeras, es por eso que se había arreglado mucho para la ocasión.

 

     Al llegar la recibieron su amiga y los amigos de ella.



#12873 en Thriller

En el texto hay: tragedia, drama, muerte

Editado: 10.11.2020

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