Necesito que me ames

Capítulo 24

Clayton

Pensaba que pasar un sábado en el centro comercial con Lily y los niños sería aburrido, y no ha sido así.

Pasé parte del sábado haciendo gimnasia, almorcé con Charlotte y los niños planeando tomar unos tragos con Emir más tarde.

Cuando Lily llegó del trabajo dijo que iría al centro comercial para comprarle ropa a Caleb y algunas cosas personales, me ofrecí como tributo para ser el conductor designado y acompañarlos.

No tengo idea que me motivó querer pasar un día con ellos, mas decidí hacerlo.

Admito que al llegar y ver tantos niños corriendo, algunos gritando y siendo testigo de padres gritándoles o suplicándoles a sus hijos que hicieran caso, me arrepentí de asistir.

Yo tengo la fortuna de que Amaris y Caleb se porten bien. Caleb aún es bebé y no camina, aunque presiento que no será un bebé rebelde y malcriado.

Amaris sonríe. Está feliz con su juego de té, las muñecas y los libros que voy a regalarle a pesar de las quejas de Lily.

La mini pelirroja me pregunto si intentaba comprar su amor con los regalos y aclaré que no es así.

Ha pasado por mucho, siendo pequeña entiende cosas que no debería y nunca pide nada. Sin olvidar que siempre está ayudando a Lily y pendiente de su sobrino. No me molesta gastar dinero para recompensarla por ser buena hermana y tía, y así se lo dejé claro.

Lily le compró algo más de ropa y se negó a dejarme pagar. No quise contrariarla porque sé que para ella la independencia es importante y eso me gusta.

—¿Estos autos son para ti o para mi sobrino? Se ven lindos y él no juega con ellos, nada más los tira o los chupa. —dice Amaris mientras esperamos para pagar.

—No pude contenerme. Cuando yo era niño no había tanta variedad de juguetes.

Ella niega con la cabeza.

—Es tu dinero, supongo.

Llegamos a la caja, le alcanzo todos los juguetes y miro hacia atrás buscando a Lily que está con Caleb viendo perfumes.

La cajera me dice cuanto es y le tiendo la tarjeta.

—Adoro ver hombres guapos comprando juguetes. —exclama con una sonrisa coqueta.

Enarco una ceja al mismo tiempo que Amaris se cuelga del mostrador.

—Él tiene esposa e hijo, así que enfóquese en su trabajo, señora—la cajera deja caer la quijada y desvía la mirada.

Ahogo una carcajada y le pido a Amaris que baje de ahí.

—Te puedes caer colgándote así.

—No soy tonta, puedo sostenerme—exclama—. Y no me digas más nada. A ella le pagan por cobrar juguetes, no para coquetear con esposos ajenos.

Ella tiene un punto. Mi matrimonio es falso, pero estoy casado legalmente y prometí respetar a mi esposa falsa.

Admito que me gusta que Amaris cuide el honor de su hermana y haga respetar el matrimonio aun sabiendo que a Lily y a mí nos une un acuerdo, no el amor.

Terminamos de pagar, recibo las bolsas y las dejo a un lado del cochecito de Caleb. Amaris le echa una última mirada a la cajera, una no muy amable que logra incomodarla.

Me alegra que ya no me considere su enemigo. Es temible cuando quiere.

—Creo que podemos ir por un helado. ¿Qué dices?

Miro a Amaris que está con el ceño fruncido.

—No puede ser el cara de nada. —expresa.

—¿Quién?

No responde, sale caminando con rapidez.

Dejo todo ahí avisándole al guardia de seguridad y sigo a la mini pelirroja. Lily está parada con cara de haber visto un fantasma y un hombre rubio y alto está de pie frente a ella.

Amaris se interpone entre ambos.

—Aléjate de ellos, cara de nada, no tienes ningún derecho.

—Amaris—dice el desconocido—, los vi de casualidad y quería ver a mi hijo.

Y ahí comprendo que se trata del ex de Lily, el padre de Caleb.

—Tú no tienes hijo—dice Amaris al momento que doy un paso al frente. Ella se acerca y tira de mi chaqueta—. Dile, Clayton.

Miro al tipo y la furia me invade deseando golpearlo por haber sugerido a Lily que abortara y haberla dejado sola en un mal momento. ¿Encima es caradura llamando a Caleb su hijo?

—Disculpa—interrumpo—. Creo que te estás confundiendo. Caleb no es tu hijo, es mío porque he sido el que se ha hecho cargo de él y asumí ese compromiso cuando me casé con su madre, la mujer que dejaste a su suerte.  

—Eso. —agrega Amaris.

—Ser padre no es únicamente poner la semilla. Dudo mucho que lo comprendas—Caleb me mira, sonríe y tira los brazos hacia mí—. Parece que Caleb lo entiende.

Tomo al bebé en brazos con confianza. Ya lo tuve un rato esta mañana y hemos logrado entendernos.

El ex mira al bebé con arrepentimiento. Lo siento por él, ya lo perdió. Ahora Lily y Caleb cuentan con mi protección y no dejaré que se les acerque y quiera joderles la vida.




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