Necesito que me ames

Capítulo 31

Clayton

Entro en casa seguido de Amaris. Pensaba dejarla en casa y regresar a la empresa, pero decidí quedarme y trabajar desde casa.

Charlotte me dijo que Caleb estaba durmiendo, así que me fui al despacho a seguir trabajando.

Hablar con Lily fue justo lo que necesitaba para tomar valor, contarle sobre mi esterilidad y averiguar si hay alguna posibilidad de tener una relación real.

Saber que a ella no le importaría adoptar y tampoco tendría problema en enamorarse de un hombre estéril me dio esperanza.

Ahora puedo estar seguro de que no me rechazaría y tampoco se quedaría conmigo por compromiso.

Lo malo es que tuvo que regresar al trabajo y no me respondió la invitación a una cita, aunque supongo que pensó que bromeaba. En ese caso no podría culparla cuando llevo días portándome distante, meto la pata yendo a buscarla a la Universidad y luego vuelvo a ser cortante.

¿Debería llamar a mi madre y preguntarle si me dejó caer de pequeño y por eso mi cerebro en ocasiones funciona lento? Puede que haya sido papá y mamá no supiera.

Hasta yo mismo dudo si soy bipolar o sufro de algún trastorno de bipolaridad. No creo. Más bien Emir tiene razón, ella me gusta, tengo sentimientos fuertes y eso me lleva a querer estar cerca de ella, mas el miedo y la cuestión de la esterilidad me hacían retroceder como si tuviera un problema mental.

Hoy es diferente. Decidí ir para adelante con Lily. Nada más debo conquistarla y convencerla de que no me echaré para atrás.

—Dadada…

Bajo la vista y me sorprendo de encontrar a Caleb a mis pies. ¿Cómo llegó y en qué momento?

—Hola, amigo, ¿qué haces ahí?

—Sanana. —responde en su idioma mostrándome el auto de juguete. Es uno de los que le compré y está hecho pedazos.

Lo levanto del piso y lo siento en mi escritorio.

—Ya veo que no serás corredor de autos—agarro el auto, él ríe y aplaude—. ¿Lo quieres?

Asiente, lo agarra y lo tira al piso sin compasión.

»Ya entendí.

Él hace la cabeza hacia atrás, me inclino hacia adelante y le hago cosquillas en su cuello, él ríe, se encoge y vuelve a inclinar la cabeza hacia atrás queriendo que repita la acción, y lo hago un par de veces.

Unas noches atrás observé a Lily que se lo hacía y él reía. No creía que yo pudiera hacerlo y me dejara.

»Me agradas mucho. ¿Yo te agrado?

Él ríe y se tira hacia adelante, lo abrazo con una sonrisa. Tomaré este gesto como un sí. No creo que él entienda la palabra agradar.

—Perdón…

Fijo la mirada en Charlotte que acaba de entrar.

—Dime.

—Quise agarrarlo cuando entró en tu despacho, luego te vi entretenido con él y no quise molestar. Ahora debe comer su puré—informa mi ama de llaves. Se acerca tirando los brazos hacia él, quien niega con la cabeza—. ¿No quieres venir?

Sonrío por el gesto de Caleb negándose a ir con ella y queriendo quedarse conmigo. No tengo idea como logré conquistarlo y tampoco me importa.

Miro los ojos marrones del pequeño y no puedo evitar enternecerme con él.

Si logro conquistar a su madre, sería mi hijo también. Tiempo atrás me habría espantado con la idea, en este momento todo lo contrario.

—Yo lo llevo.

Me pongo de pie y camino con él en brazos. Charlotte nos sigue y en la cocina me alcanza el puré mientras termino de colocarlo en su silla.

—Llamaré a Amaris. —avisa ella.

Levanto puré con la cuchara y lo llevo a su boca, él mira con el ceño fruncido y luego come. Por un segundo pensé que tiraría todo como suele hacer en ocasiones. Menos mal que no.

—Caleb, ¿me das permiso para salir con tu madre?

Él se pone serio y señala algo en alguna parte, volteo y veo que es su biberón agua. Lo agarro y se lo entrego.

—Mamamama… —dice luego de beber y pega un eructo que me hace reír.

—Sí, tu mamá.

Deja el biberón y abre la boca para comer su puré.

»¿Me querrías de papá?

—Papapapa…

Detengo la cuchara a la mitad. No, no dijo papá, dijo papa y suele repetir bastante eso. No puede llamarme papá, él no entiende y no hemos pasado suficiente tiempo juntos.

Suelto un suspiro.

No puedo creer que esté hablando con un bebé de casi un año y pidiéndole permiso para salir con su madre.

—Yo pienso que serías un buen papá.

Me encuentro a Amaris de pie en la entrada de la cocina con Charlotte detrás de ella.

—Yo opino igual. —agrega mi ama de llaves.

—Oigan, era una conversación privada entre Caleb y yo.

—Ya te dije que las hagas en sitios privados, como el despacho o la habitación. La cocina es pública. Es la oficina de Charlotte.




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