Clayton
Rara vez me siento nervioso. Papá solía decir que tenía una gran ventaja y hacía bien en no preocuparme con cosas que estaban fuera de mi control.
Ni cuando le propuse matrimonio a Clarissa estuve nervioso. En este momento siento que el corazón se va a salir de mi pecho.
Admito que no estoy acostumbrado a esperar la respuesta de una mujer y eso no ayuda en nada a mis nervios.
Me lancé con todo no queriendo marear más a Lily como mis indecisiones y ahora pienso que quizás fue pronto. Tal vez debí comenzar de otra forma, como salidas casuales e incluir a los niños antes de llegar a este punto.
Bueno, ya es tarde, las cartas están sobre la mesa, la suerte está echada y queda todo en ella.
—Clayton, me gustas y yo también siento lo mismo… —sonrío, me acerco al mismo tiempo que ella me detiene.
—¿Hay un pero? Odio los peros, no sé quién los inventó.
Hago dos pasos hacia atrás, respetando su espacio.
—¿Cómo puedo estar segura de que no cambiarás de opinión? Puede que te hayas acostumbrado a mí y te confundas diciendo que sientes algo que al final termine no siendo real. Lo digo porque tú mismo dijiste que creías estar enamorado de Clarissa y te diste cuenta de que no era así, así como también le dijiste que la amabas y luego no era cierto—suspira—. Mi caso es más complicado porque yo vengo con dos niños. No quiero que ellos sufran si llegas a descubrir que en realidad tus sentimientos hacia mí no eran los que pensabas.
Carajo, me arrepiento de haberle hablado de lo que suponía sentir por Clarissa.
Lily quiere seguridad y está bien, ya sufrió por un idiota y no necesita sufrir por otro.
—Primero que nada, Amaris me arranca el pellejo si llego a herirte y da miedo cuando quiere—ella sonríe—, y no me habría acercado tanto a Caleb si no sintiera algo fuerte por ti. Entiendo tu punto y por eso esta vez intento hacer las cosas bien y con eso me refiero a decirte como me siento, algo que no hice con mi ex, y no a limitarme a un «te quiero o te amo». Déjame demostrarte cada día que contigo es diferente. Podemos ir despacio, al ritmo que quieras, no importa mientras me digas que estamos juntos.
»Al momento de darme cuenta lo que sentía por ti, lamenté mi esterilidad y era algo que tomaba con normalidad. Me daba igual ser estéril o no, si las mujeres me aceptaban así o no. Luego te conocí y me di cuenta de que contigo quería más que compartir la cama y tener una relación falsa, quiero una real. Estoy siendo sincero y comprendo que mis palabras no bastan, por lo que te pido que me deje demostrártelo día a día.
Esta vez Lily se acerca, apoya las manos en mi pecho y cierro los ojos disfrutando de su contacto, esperando que crea en mis palabras y decida arriesgarse conmigo.
Tiene miedo, al igual que yo. Su miedo es que le rompa el corazón y también es el mío.
Ya me pasó con Melanie, aunque lo que siento por Lily es más profundo y real. Lily es auténtica y directa. No necesita andar con engaños para agradarles a las personas y esa es una cualidad que Melanie no poseía.
—Bueno, estamos casados y tenemos muchos meses por delante para que demuestres tu sinceridad. No voy a darte el divorcio ahora. Un trato es un trato.
Sonrío.
—Si para cuando acabe el trato seguimos juntos, romperé aquel papel que firmamos, nos olvidaremos del divorcio y nos casaremos de verdad, en la boda que te mereces. ¿Qué dices?
—Si llegas a cambiar de opinión y me rompes el corazón, Clayton, te asesinaré y esconderé tu cadáver, luego seré la pobre viuda que se quedó con todo y no sentiré culpa alguna porque donaré casi todo a la caridad.
Abro los ojos riendo, la tomo de la nuca y arrimo mi rostro al de ella, impregnado en su aroma y perdido en sus ojos azules.
—No cambiaré de opinión, espero que tú tampoco con respecto al hijo biológico.
—No me importa saltarme la parte del embarazo—sonríe—. Y si tú puedes querer a Caleb y Amaris sin que lleven tu misma sangre, yo también puedo querer a algún otro niño que no lleve mi sangre.
—Por ahora no hablemos de hijos para adoptar. Primero veamos como llevamos la relación que ya tenemos.
—Me parece bien. Ya tenemos dos niños que nos mantienen ocupados. Ahora bésame y vamos adentro que me ha dado frío.
La beso, luego la cargo en mis brazos ignorando sus quejas y entramos en la casa encontrándonos a Amaris y a Charlotte en la sala. La primera deja caer el libro y se levanta con rapidez.
—Por favor, Lily, dime que Clayton no lo arruinó y que fuiste amable. Es un poco lento, pero es bueno.
Lily y yo nos miramos y nos largamos a reír.
Charlotte se arrima con una sonrisa y apoya las manos en los hombros de Amaris.
—Por la cara de ambos y dado que Lily está en brazos de Clayton, asumo que todo salió bien.
—Tiene razón. Gracias a ambas por la ayuda—musito—. Si nos disculpan, nos vamos a dormir. Tenemos mucho sueño.
Lily se aferra a mi cuello riendo.