Necesito que me ames

Capítulo 38

Lily

Amaris tiene el rostro pegado a la ventanilla, está alucinada con el paisaje y las millas de plantación de uva. Hasta leyó como se hace el vino diciendo que no quería quedar como tonta en el recorrido que Clayton prometió hacernos por las montañas de Tamborine.

Le pido a Amaris que se siente bien el asiento y ella hace caso durante dos minutos. Vuelve a pegar el rostro en la ventana en cuanto visualizamos la hermosa casa rústica que se asoma en medio de las montañas.

—Quiero conocer el parque nacional. —dice Amaris.

Comparto una mirada con Clayton que va conduciendo. Su madre me dijo que él llevaba varios años sin venir, desde la muerte de su padre, y me sorprendió saber eso.

Andrea dijo que traerme a mí y a los niños es su forma para crear nuevos y buenos recuerdos. Me conmovió saber eso.

—Bienvenidos a viñedos Lennox. —exclama Clayton.

—Parece de película.

—Esa es la casa principal, a poca distancia se encuentra la fábrica donde se producen los vinos. Ahí mismo se encuentra el centro de degustaciones.

—¿Las visitas comienzan en esa parte? —indago.

—No, del otro lado, en la entrada de la cosecha de uvas. El recorrido comienza en esa parte contando la historia de los viñedos, explicando las cosechas de las uvas, después pasan al lugar de producción donde se da una explicación de como se hacen los diferentes tipos de vinos y finalmente pasan al centro de degustación, y los interesados pueden comprar las botellas de vino ahí, pedirlas para enviarlas o después hacen pedidos en nuestra página web.

—Imagino que venden muchos vinos para tener el dinero que tienen. —opina Amaris haciendo reír a Clayton.

—Vendemos los vinos a supermercados, proveemos a varios restaurantes en toda Australia y exportamos a Singapur e Indonesia. Tenemos cosechas especiales que compran algunos empresarios amantes de los vinos y les gusta llenar sus bodegas. Ellos están dispuestos a pagar lo que sea para obtener un buen vino con sabor original para presumir con sus amigos.

—¿La gente paga para que les creen un vino con sabor especial?

—No, los sabores los producimos nosotros, pero cuando producimos uno nuevo suele haber algún empresario al que le interesa y paga mucho dinero comprando toda la tanda.

—Hay gente que no tiene que comer y esos gastan dinero en vinos para presumir con las personas. —exclamo.

No digo más nada porque Clayton estaciona el vehículo frente a la hermosa casa de madera. Es una cabaña grande y elegante de dos pisos.

Amaris se baja sin esperar ayuda y saco a Caleb que recién está despertando mientras Clayton baja las maletas.

Una señora de estatura baja, regordeta y de cabello castaño sale a recibirnos con una sonrisa. Clayton le da un abrazo y ella manifiesta su alegría de verlo de regreso por estos lados.

—Gracias, Beth—se hace a un lado—. Te presento a mi esposa Lily, su hermana Amaris y el pequeño es mi hijo Caleb.

Un escalofrío recorre el cuerpo al escuchar a Clayton presentando a Caleb como su hijo. Es una sensación que no se va, desde que esta mañana le dijo: «¿Cómo amaneció mi pequeño hijo?». Lo dice tan normal, como si llevara mucho tiempo haciéndolo, y me encanta, logrando que me enamore más de él. 

—Hola. —saludo.

La señora me da un abrazo corta respiración, luego se acerca a Amaris, pero esta la detiene.

—Todavía no la conozco mucho para que me dé abrazos—exclama y extiende la mano—. Mucho gusto, señora.

—Amaris… —comienzo a decir y me cortan.

—No pasa nada. Andrea ya me comentó del carácter peculiar de la pequeña—dice sin borrar la sonrisa—. Pasen, les preparé un almuerzo, comerán en la terraza con vista a las montañas y luego pueden dar un paseo o descansar.

Entramos en la casa, el interior es aún más espectacular que el exterior. Todo está hecho con trocos y madera. Las escaleras, los muebles e incluso algunos adornos tallados.

Es una casa muy hermosa.

Beth indica la habitación que ocuparemos Clayton y yo, al lado nuestro estarán los niños y las otras dos habitaciones están acomodadas para Andrea y los abuelos que llegarán mañana por la noche.

Clayton tuvo que venir antes para supervisar un par de detalles y decidimos venir con él aprovechando que Amaris no tiene escuela y yo ya no trabajo.

Voy primero a la habitación de los niños donde hay dos camas de una plaza y una cuna para Caleb.

Amaris prueba la cama diciendo que la aprueba y corre al balcón, admirada por la vista. Y no es la única.

—Gracias por la cuna—exclamo, apoyando el huevito de Caleb en la cama y sacándolo de ahí—. Espero no haya sido mucha molestia.

—Ninguna molestia. Es un gusto tener a Clayton de regreso y bien acompañado.

Y por ese comentario asumo que la exnovia de Clayton también estuvo aquí y a ella, al igual que a Charlotte, no le agradó.

Dejo a Caleb en el piso y Amaris toma su mano para llevarlo al balcón.




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