Necesito que me ames

Capítulo 41

Clayton

Lily está en mejor forma física que yo. Camina a grandes pasos sin problemas, mientras que a mí me falta el aire.

—Estar encerrado en un gimnasio ejercitando con máquinas nunca es lo mismo que salir a correr y hacer yoga. —exclama.

—¿El yoga sirve para una caminata por montaña?

Ella se detiene y me tiende la botella con agua.

—Con el yoga aprendes a respirar correctamente, a relajarte, te da flexibilidad, resistencia y tonifica.

Termino el agua y suspiro.

—Ahora sé de donde sacaste la flexibilidad y tu cuerpo tonificado.

Ríe.

—No he salido a correr desde que me mudé contigo y el yoga lo he descuidado un poco. Lo retomaré.

—Creo que yo lo haré contigo.

Corta la distancia y me besa.

—Un placer enseñarte. Ahora vamos, tus abuelos ya deben haber llegado.

Caminamos tomándonos el tiempo, disfrutando del aire de montaña, la brisa de la tarde y del paisaje.

Un picnic en la montaña fue justo lo que necesitábamos para despejar la mente. Nada como comer en compañía de la naturaleza y de Lily claro.

Bendita sea mi madre que se quedó con los niños, pues Beth aún no los conoce y Caleb no confía mucho en ella. Por suerte adora a mi madre y no tuvo problemas en quedarse con él. Incluso nos saludó con la mano cuando nos fuimos dejándolo.

De regreso en los viñedos, Rafael informa que mi madre y los niños acaban de regresar a la casa porque llegaron mis abuelos. Lily y yo emprendemos camino a la casa y no alcanzamos a cruzar la puerta cuando mi abuelo nos encuentra en la entrada y nos saluda con un abrazo.

Él está de muy buen humor, siempre lo está cuando se trata de venir a los viñedos a disfrutar y no trabajar.

Saludamos a mi abuela y agarro a Caleb que me tiende los brazos. El pequeño me pide bajar y lo hago sin alejarme demasiado. Es un manipulador. Sabe que conmigo consigue lo que quiere.

—Ya camina. —dice mi abuela.

—Sí, ya lo hace—exclamo—. Parece ebrio, pero lo hace.

—¡Clayton! —reclama mamá—. Está aprendiendo. Tú parecías un ebrio descompuesto cuando comenzaste.

Todos ríen y me encojo de hombros. Ya sé, pero no quita que camine como ebrio.

—Papá. —exclama Caleb golpeando mis piernas y cerrándoles la boca a todos.

Mi madre ya lo había escuchado llamarme papá, mis abuelos no y puedo notar a la abuela aguantando sus ganas de llorar.

Beth nos sirve algo de beber y platicamos en la sala. Caleb sigue caminando, se acerca a Lily a la vez que me aparto con el abuelo y le brindo los últimos detalles de la fiesta de esta noche.

—Confío en ti. Ya vi que Lily y tú están mejor que nunca.

Sonrío.

—Hablé con ella sobre mi esterilidad y tenías razón, no le importa y está a favor de la adopción. Sin embargo, no es algo para hacer ahora. Apenas me estoy acostumbrando a la paternidad.

—Lo haces bien—palmea mi espalda—. Supongo que no me equivoqué al presionarte para conseguir esposa—ruedo los ojos—. Lily no están juntos por causa de mis términos, sino porque se enamoraron.

En teoría, si mi abuelo no hubiera insistido con eso que debía tener una esposa, no le habría dicho nada a Lily y hoy no estaríamos juntos. No obstante, no quiero que mi abuelo se entere de que ella y yo comenzamos la relación como un acuerdo de negocios. Es mejor que crea que fue por amor. Al final no importa, pues estamos juntos porque queremos.

—Gracias, abuelo.

Hablamos un rato más. Amaris es el centro de atención hablando sobre las uvas y los vinos que le comentó Rafael. Es increíble como absorbe información y la recuerda. Yo a su edad solo quería comer las uvas y pisarlas.

—Oye, abuelo—le dice Amaris a mi abuelo—. Tendrían que volver a hacer que los niños pisen uvas. El señor Rafael dijo que antes lo hacían y deberían volver a implementarlo en memoria del muerto.

Lily se lleva la mano a la cabeza ante el poco tacto que tiene para decir algunas cosas.

—Amaris, estás hablando de su hijo, el padre de Clayton. —le reclama a su hermana.

La mini pelirroja se encoge de hombros.

—Ya lo sé. No le falté el respeto ni dije nada malo. Solamente exclamé que está muerto porque es así.

Mi abuelo ríe.

—Y tiene razón—apoya la mano en el hombro de Amaris—. Dime que es lo que quieres hacer.

Ambos se alejan hablando. Mi abuela manifiesta su debilidad por la mini pelirroja. Se ha robado su corazón, el de mi madre y sobra decir que el mío. Sin embargo, no puedo negar que mi debilidad es Caleb y me entusiasma la idea que crezca conmigo y pueda estar en cada uno de sus momentos, empezando por su primer año de vida.

Apenas regresemos a casa, hablaré con Lily sobre festejarle el cumpleaños.




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