Clayton
Leo el mensaje de Lily y sonrío. Si ella no está preocupada, yo no debo preocuparme. Aun así, no dejo de mirar la habitación donde se encuentra Amaris con el psicólogo.
Odio a los psicólogos. Te sacan los pensamientos aunque no quieras y muchas veces parecen conocerte mejor que uno mismo. Dan miedo.
La asistente social que lleva el caso de Amaris entra por la puerta, me pongo de pie y la intercepto antes de que se ubique en su cubículo. No recuerdo el nombre.
—Buenas tardes, señor Lennox.
Ella se acuerda de mi nombre y yo no el de ella.
—Buenas tardes, señorita, ¿o es señora?
—Alison, nada más Alison.
Asiento.
—¿Tendría un minuto para hablar?
—Debe esperar a que Amaris termine con el psicólogo, luego…
—No, no es sobre Amaris. Necesito información para adoptar a Caleb legalmente y darle mi apellido.
La asistente social sonríe y me pide que la siga. Miro la habitación donde se encuentra la mini pelirroja.
La señorita o señora me dice que no me preocupe que la llamaran cuando acaben y sabré que terminaron.
Confiando en su palabra, la sigo hasta su cubículo ubicado a un par de metros de la sala del psicólogo. Ella toma asiento en su lugar y yo lo hago frente a ella.
—Adoptar a Caleb será fácil porque el padre biológico renunció a sus derechos y obligaciones como padre, usted está casado legalmente con la madre y tenemos toda su información debido al seguimiento que estamos haciéndole a Amaris y a Lily con el tema de la tutela. Lo único que tendría que hacer es llenar un formulario de adopción, Lily también tendría que firmarlo, luego el juez estudiaría el caso, se haría una audiencia de adopción y listo. Los procesos de adopción son tediosos y me alegra decir que no es su caso. Como ya le dije, gracias a que estuvimos siguiendo sus pasos por Amaris, ya tenemos toda la información y es adecuado para convertirse en el padre de Caleb. El juez no dará tantas vueltas para aprobar la adopción.
—Bien, entonces deme el formulario. ¿Sabe sobre el trámite para ponerle el apellido?
Ella saca una hoja de un mueble y me la entrega.
—Llena este formulario y lo presentas firmado. Haz que Lily lo firme también—agarra un marcador y lo pasa por encima de la hoja resaltando algo—. Ignora esta información. Ya tenemos tus papeles y datos.
—De acuerdo.
—En cuanto al apellido, una vez que la adopción sea aprobada, que será en dos o tres meses, puedes solicitar el cambio de apellido o agregarle tu apellido en el registro civil. Es mucho más sencillo y rápido que la adopción.
—¿Dos o tres meses?
—Los procesos de adopción suelen tardar entre un año y hasta dos para hacerse oficiales. En tu caso será rápido por las ventajas que te mencioné. ¿Tienes apuro?
Sonrío.
—No. Caleb ya es mi hijo.
Ella sonríe.
—Me alegra que Lily escogiera a un buen hombre. Tenía un poco de miedo cuando me comentó que se casaría con alguien para no perder a su hermana.
Dejo de sonreír.
—¿Usted…?
—Sí. Queda entre nosotros—se lleva el dedo a la boca pidiendo que no diga nada—. Me conmovió mucho la historia de Lily. Ella renunció a todo para ocuparse de su hermana. No fue fácil luego de ser abandonada por su novio, criar a un bebé sola y todo lo del accidente. No quería que Amaris se fuera de su lado después de todo lo que pasó la niña siendo tan pequeña.
—Yo tuve un accidente, mi padre falleció y perdí la capacidad de tener hijos. Sé lo que se siente despertar y sentirse desorientado. Yo tuve la suerte de contar con mi madre y mis abuelos. No puedo imaginar la situación de Amaris. Lily era todo lo que ella tenía.
—Ambas son fuertes y están muy unidas.
—Ahora me tienen a mí y a mi familia. Amo a Lily tanto como amo a Amaris y a Caleb. Le puedo prometer que los cuidaré y protegeré siempre. Yo no podría ser feliz si ellos no lo fueran.
La señora extiende la mano y la apoya sobre la mía.
—Estoy muy feliz escucharte hablar así. Lamento mucho que no puedas tener hijos propios.
—No pasa nada. Caleb ya es mi hijo, también Amaris y no tengo problemas en adoptar a otro más adelante si Lily quiere.
Compartimos una mirada sincera. La asistente social le tiene afecto a Lily y a los niños y eso me da un poco de fe en el sistema.
Nos ponemos de pie al momento en que aparece el psicólogo seguido de Amaris. Me acerco a ella mientras el psicólogo habla en privado con la asistente social.
Amaris me dice que el psicólogo necesita un psicólogo.
—¿Los psicólogos ven a otros psicólogos?
Ahogo una carcajada.
—Cuando lo necesitan, sí. ¿Por qué piensas que el psicólogo necesita uno?