Lily
Gavin me aprieta con fuerza y siento que me ahogo, en ese momento la imagen de Clayton jugando con Caleb y Amaris se viene a mi mente y me ayuda a reaccionar. Levanto la rodilla y golpeo su zona intima logrando que la presión en mi cuello disminuya, él me suelta y me hago a un lado tomando aire y llevándolo a mis pulmones.
Apoyo la mano en la puerta para salir al momento que él me toma del brazo y me jala al interior de nuevo.
—No vas a ir a ningún lado. Aún tenemos asuntos que resolver…
A la mierda lo de darle la razón al loco.
—No tenemos nada que resolver. Estás enfermo, usaste a mi amiga y como no pudiste conmigo, lo quieres por la fuerza, pues no. Me das asco. Repulsión era lo que sentía cuando estaba cerca de ti.
Mientras hablo tanteo el escritorio buscando algo con que defenderme, mi mano choca con la placa de metal que lleva el nombre de su padre. La agarro con fuerza y golpeo su hombro al momento que se acerca, luego salgo corriendo sin mirar atrás y me choco a alguien.
—Lily, soy yo, tranquila.
—Clayton—exclamo abrazándolo—. Gavin…
—Voy a matarlo… —me hace a un lado, pero lo detengo del brazo.
—No vayas, salgamos de aquí y dejemos que la policía se haga cargo.
—¡Lily! —grita Gavin asomándose en la puerta de su oficina.
Su mirada se encuentra con la mía, la aparta para fijarla en Clayton y me interpongo evitando que él haga una locura.
—Clayton…
Mi esposo no me escucha, me toma del rostro, besa mi frente y pide que llame a la policía.
Gavin se encoge e intenta cerrar la puerta de la oficina, pero Clayton logra abrirla de una patada, lo toma por el cuello con fuerza y golpea su rostro.
—Te voy a enseñar lo que le pasa a los que se meten con mujeres ajenas y no saben respetar a ninguna.
Y vuelve a golpearlo.
Dejo de observar, agarro el teléfono de la caja y llamo a la policía para luego ir por Clayton que está golpeando a Gavin.
—Clayton, basta, no se puede mover—le pido—Por favor, detente, la policía ya viene.
No puedo evitar ponerme a llorar. Él se da cuenta y entonces detiene los golpes y se acerca a abrazarme.
—Todo está bien, estás bien, estoy aquí.
Busca mi mirada y acaricia mi rostro.
—Estoy bien.
—¿Te hizo algo? ¿Él intentó…? —su voz se quiebra—. No puedo ni decirlo.
Niego con la cabeza.
—No, eso no. Nada más intentó ahogarme.
Me revisa el cuello y por su cara de espanto puedo saber que tengo marcas. No me extraña. Mi piel es blanca y delicada, se marca de la nada.
Clayton se gira y le pido que no lo siga golpeando. Él me escucha y salimos juntos de la oficina al momento que entra Amaris.
—¿Qué pasó aquí? —pregunta.
—Te dije que te quedaras en el auto. —le dice Clayton.
Amaris intenta mirar detrás de nosotros, mas no la dejamos. No quiero que vea nada de eso y Clayton me sigue.
Gavin no escapará. Con mis golpes y los de Clayton apenas puede moverse.
—No me regañes. No puedes dejar a una niña sola en un auto.
La sirena de la policía corta la conversación. Vaya, eso ha sido rápido.
Dos oficiales uniformados entran el restaurante, ambos están armados, Amaris abraza la pierna de Clayton, este pasa un brazo por sus hombros y con el otro me abraza.
Uno de los oficiales pide que levantemos las manos y lo hacemos.
—Recibimos una llamada.
—Sí, yo llamé—expreso—. Mi ex jefe intentó estrangularme luego de que sus acosos fallaran.
—Está en la oficina—agrega Clayton señalando el lugar—. No está armado y puede que tenga algunos golpes. Intentó matar a mi esposa.
Amaris abre los ojos y me abraza con fuerza.
—Tranquila, estoy bien. —la tranquilizo bajando los brazos y envolviendo su cuerpo con mi mano.
Se llevan esposado a Gavin. Se hace el dramático y dice que necesita un hospital y denunciarnos por haberlo golpeado.
—¿Él denunciar? —exclama Clayton—. Yo debería haberlo hecho cuando comenzó a acosar a mi mujer hasta que tuvo que renunciar por eso y hoy intentó ahorcarla—me hace a un lado el cabello—. Aquí están las marcas.
—Clayton, está Amaris. —regaño.
Él se calla y se disculpa. Amaris se acerca a uno de los policías que se arrima con mi bolso.
—Señora policía, ¿el malo va a ir preso?
La joven policía le sonríe.
—Veremos—fija la mirada en mí—. Necesito que vayan a la comisaría y presenten la denuncia. ¿Usted se encuentra bien?