Ni tan Bella ni tan Bestia

Parte 4

— No respeto a una... — por un momento pareció que la golpearía, pero luego se relajó — yo no pierdo mi tiempo con las de tu tipo, puede que la nave vuelta por este mismo lugar a su base, hay que seguir pendientes.

Broly miró entre asustado y divertido a la mujer, era muy pequeña, pero no le tenía miedo a su padre, y lo enfrentaba, desde que la vio por primera vez admiró el carácter de la muchacha.

— Vamos Lemo, pongamos alguna señal en la arena, mientras estos boy scout sigue jugando con sus ramitas.

— ¡Que molestosa! Por eso siempre te dije, Broly, que te mantuvieras alejado de las mujeres, solo dan dolores de cabeza. Incluso tu madre, que era de las mejores, tenía un carácter terrible.

Pero a pesar de eso el jovencito siguió con la mirada en la mujer de pelo blanco, por fin la mirada del muchacho tenía una vivacidad poco común en él.

— Ven — volvió a llamar su padre, molesto al ver que no se movía.

— Enseguida, padre.

Mientras Lemo y Cheelai trataban de no pasar frío, pero la brisa marina era muy fuerte. Se durmieron uno acurrucado en el otro, a la mañana siguiente, cuando despertaron estaban cubiertos, solo era una especie de techo inclinado que se afirmaba en dos postes, pero les daba protección del aire frío.

— ¿Qué pasó? — el hombre miró sin creer lo que veía, Cheelai no quería moverse, estaba muy cómoda.

— No lo sé, pero no me molestaría un coctel.

Lemo cerró los ojos, deseó y miró su mano.

— No resultó — dijo decepcionado.

— Idiota, no es con magia cómo apareció este refugio.

— ¿Entonces cómo?

— Debe haber sido el joven, se nota que quiere ayudarnos, pero ese anciano no lo dejó.

Las noches siguientes pudieron encontrar una cabaña muy básica, pero que les permitía tener un lugar seguro para estar. 

A la semana ya su esperanza de ser encontrados era mínima.

— ¿Y ahora qué haremos? Lemo, no quiero quedarme aquí para siempre, tengo una vida en el cine, soy la mayor promesa en décadas ¡Soy la Joya Blanca!

— Solo nos queda esperar, cuando no nos encuentren volverán a buscar por este lugar.

Esa noche se desató otra tormenta, por suerte los refugios resistieron, al otro día encontraron en la playa varias cosas, incluso cajas con alimentos enlatados, y algo de ropa.

— Deben ser de algún naufragio — meditó Lemo.

— O cayeron por la borda — la muchacha tomó una camiseta.

— Deja eso, es de nosotros — dijo la voz de Paragus.

— ¿Y nosotros qué? — Cheelai odiaba la actitud del anciano.

— ¿Quieren pelear por las cosas?

— Padre, no es justo.

— Tú te call...

— Padre — el tono y la mirada del joven su padre solo lo había visto una vez antes, así que inmediatamente el anciano claudicó.

— Trae lo mejor, déjales el resto.

Cuando estaba recogiendo las cosas, el joven pasó al lado de la mujer, levantando lo que él le dejó.

— Gracias por la cabaña, eres muy amable — le hizo el gesto de ok con la mano.

Él sólo le sonrió, vio como su padre lo miraba, así que se puso serio, cargó con los bultos y se fueron a su cabaña.

— Ese viejo antipático — susurró la muchacha.

— Broly nos dejó cosas muy buenas.

— Con esto no pasaremos frío, y podré incluso hacer algunas cortinas para el refugio.

— Mujer, al fin y al cabo — dijo Lemo golpeándose la frente con la mano.

Mientras, Paragus se dio cuenta de lo que su hijo había hecho.

— ¿Por qué le dejaste tantas cosas buenas?

— No necesitamos eso, solo se desperdiciaría con nosotros, no tenemos como refrigerarlos.

— Eres un tonto, deja todo en la cabaña, luego lleva leña a la montaña, debo seguir mirando si alguien pasa cerca de la isla.

Siempre era el mayor quien se quedaba de vigía, mientras el joven iba a conseguir comida, la preparaba y arreglaba el lugar donde vivían provisoriamente.

Aprovechando eso Broly hacía sus deberes rápido, y se iba a ver a la pareja que vivía en la orilla de playa, escondido, riendo de lo que hacían.

— No se hace así — le dijo Lemo a Cheelai, que trataba de agrandar el refugio.

— ¡Que sabes tú!

— Al menos más que tú, hijita.

— Como echo de menos a mis fans, dándome lo que quiero, cuando vuelva me iré a una playa a lucirme ante ellos, con esto de comer solo frutas, voy a quedar perfecta para la temporada de verano — levantó una rama gruesa, que cubría una serpiente que casi la mordió, por suerte Broly salió de su escondite a tiempo, tomó al ofidio y lo tiró lejos.

— ¿Estás bien? — le preguntó el joven preocupado, ya que Cheelai estaba muy pálida.

— Casi... casi... casi me mord... — se desmayó.

— Eso siempre le pasa cuando se asusta ¿Puedes ayudarme? — preguntó Lemo aliviado que a su protegida no le paso nada grave.

Con mucho cuidado el gigante la tomó y la dejó en el refugio.

— Estamos algo apretados — le dijo el hombre mayor — vi el de ustedes, es muy grande ¿Podrías dejarnos quedarnos allí?

— No puedo, es que padre no quiere.

— Por favor, para que ella éste más cómoda.

— Vendré a ayudarles en algún momento del día para hacer uno parecido, pero ahora debo irme — miró a la mujer y se fue.

— ¿Qué pasó? — Cheelai despertó muy confundida.

— Casi te mordió una serpiente.

Se miró la mano.

— Tuviste suerte, ese joven te salvó.

— ¿Dónde está?

— Se fue, tenía miedo que su padre descubriera que estaba con nosotros, le pedí ayuda para construir algo mejor, quedo de venir.

— No debiste pedirle ayuda, nosotros estamos bien aquí, ya reforcé las amarras — le pegó suave a una de las maderas donde se sujetaba el techo, no paso ni un segundo y se cayó todo sobre ella.

— ¿Qué decías?

— No quiero deberle nada a ese anciano.

— Pero no será a él sino a su hijo.

— Esta bien, que nos ayude.



#13061 en Novela romántica

En el texto hay: muerte, dolor

Editado: 31.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.