Ni tan Bella ni tan Bestia

Parte 8

— Dígame — Lemo suponía en que andaba la muchacha, no era la primera que lo buscó desde que él se alejó de la farándula.

Estaban en un atracadero dónde el hombre tenía amarrado su bote, iba allí regularmente a comprar ropa y cosas para los habitantes de la isla dónde tenía una bella casa, sin grandes ostentaciones.

— Pronto harán una película basada en la tragedia que vivió la Srta. Cheelai, para conmemorar los 10 años de su muerte, quisiera que me recomendará para el papel central, pruébeme, seré la nueva "Joya Blanca" — le sonrió — haré lo que usted me pida... sea lo que sea — le guiñó un ojo.

— ¿Quieres ser la nueva joya blanca? Ni a los talones le llegas, además estoy alejado de todo ese mundo.

— Si me representa todos me darían las oportunidades que merezco, le daré el 20% de las ganancias.

— Suerte con eso — saltó al barco con las cuerdas de amarre — con mucha fortuna tendrás un año de fama — se fue a lo más rápido que dieron los motores.

— Maldito desgraciado, seré más grande que Cheelai — gritó la mujer furiosa.

Un día después llegó a su isla, siempre con cuidado de que nadie lo siguiera, bajo en el muelle que daba a su hogar, un lugar tranquilo, no muy grande, pero confortable para él y su familia.

— Lemo, que bueno que llegaste, los chicos ya echaban de menos el chocolate, su padre nunca deja nada.

— Aunque trajera una fábrica, nunca sería suficiente para Broly.

Cheelai ya era una mujer de treinta años, a pesar del tiempo que había transcurrido no había perdido su belleza, estaba agradecida con su manager, seis meses después de irse de esa isla abandonada, había vuelto solo en un barco, al principio la pareja no querían acompañarlo.

— Gracias Lemo, pero estamos bien

— Ya basta de jugar a Jane y Tarzán ¿Qué pasará si alguno se enferma, o tienen un accidente?

— Si quieres puedes dejarnos una radio.

— ¿Y si es urgente?

— Yo sé curar heridas — dijo Broly.

En ese momento Cheelai se puso pálida y se desmayó. Los dos hombres se alarmaron, para que estuviera más cómoda la llevaron al barco.

— Ves lo que te dije, si ella está grave no podrás hacer nada.

— No debe ser algo complicado... lo único raro es que... ya no le pasa eso... — se avergonzó.

— ¿Qué cosa? — preguntó el hombre mayor preocupado.

— Eso que le pasa a las mujeres una vez al mes, según me contó Cheelai.

Lemo vio asombrado a su amiga.

— ¿Cuánto hace... qué no le pasa eso?

— Cómo un mes y medio... ¿Es malo?

— ¿Qué pasó? — la joven despertó, y tuvo náuseas, corrió a la borda para vomitar — seguro comí algo malo.

— Cheelai ¿No te has dado cuenta? — Lemo puso su mano en su estómago.

— No puede ser — la muchacha empezó a sacar cuentas con sus dedos, cuando se dio cuenta que se había equivocado al sacar la cuenta de sus días fértiles, se puso pálida, miró a su amigo y afirmó con gesto nervioso.

— ¿Sabes qué te pasa? — Broly no entendía lo que los otros dos parecían saber.

— Grandote... vamos a ser padres.

— Qué... cómo... no lo digas, ya lo sé.... entonces...

— Ahora más que nunca deben irse a la civilización, Broly ¿Quieres que el pequeño lleve una vida como la tuya? ¿Y si le pasa algo a Cheelai en el parto como a tu madre?

— No quiero volver a qué me acosen los fotógrafos, quiero que mi niño tenga una vida normal — la joven a pesar que había querido toda su vida ser famosa, ahora solo deseaba llevar una vida tranquila con su amado a su lado.

— Lemo tiene razón, debemos pensar en el bebé.

"En mi bebé — sonrió embobado Broly".

— Cheelai ¿Confías en mí? — preguntó serio el hombre mayor.

— No tienes que preguntarlo.

— Tengo una casa en una isla en el archipiélago, ellos no los reconocerán, nadie los molestara, se los prometo.

Al final fueron con el hombre mayor a una casa confortable, la que fue necesario ampliar cuando nacieron los mellizos de la pareja. Cómo dijo nadie los reconoció, a lo más una vez alguien comentó que la mujer imitaba muy bien el look de una actriz muerta hacía un tiempo atrás.

Ahora los niños tenían 8 años, querían mucho a su abuelo Lemo, e iban a la escuela con los hijos de los demás aldeanos, llevaban una vida normal, muy alegre en ese paradisíaco lugar.

— ¿Y el devorador de dulces dónde está? — el hombre mayor puso su mano a la altura de sus ojos, mirando a todos lados.

— Fue a pescar, mira allí viene.

El gigante llegó con un pez espada en sus hombros, se le veía feliz de ser libre.

— Lo iré a preparar para el almuerzo, y aprovechando que mañana es fin de semana iré con los niños a acampar.

— Aprovecharé de ver mis películas en el computador, sin esconderme de los mellizos.

— Voy a la cocina — dijo Broly y entró en su hogar.

— Cheelai ¿De verdad no te importa haber dejado tu carrera?

— Para nada, además soy una leyenda del cine, morí joven y de manera trágica, te imaginas seguir grabando a los 90 años — se imaginó a si misma llena de arrugas — mejor que todos se queden con la última imagen mía de mis películas, que ahora son clásicos, y dejan muchas regalías para ti, "papi".

— Con esa fortuna no necesitamos trabajar nunca más, y cuando yo muera ustedes lo heredarán, Sra. Wolf.

Con sus contactos y dinero, no le había sido difícil conseguirles nuevas identidades a la pareja, como Boris Wolf, y su esposa Svetlana.

— Te quiero mucho amigo.

— ¿Nunca le dirán la verdad a los niños?

— Cuando sean grandes... quizás.

En eso llegaron los pequeños, tiraron sus bolsos en el sillón y fueron a abrazar a quien consideraban su abuelo.



#13061 en Novela romántica

En el texto hay: muerte, dolor

Editado: 31.08.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.