Niñera a convenir

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Cuando nos dejó un Storchow, que era el apellido de Oleksandr, mi hijo tomó el relevo y captó la atención de mi madre y la mía. Aun así, el pequeño tenía curiosidad por saber por qué estábamos aquí y por qué lloraba su niñera y lloraba mi madre. Aunque el niño no interfería con los adultos cuando hablaban entre ellos, sin duda sentía curiosidad por saber qué estaba pasando. Al principio pensé en contarle un cuento a Marat para calmar su interés, pero mi madre se me adelantó y le dijo la verdad. Es decir, la verdad que un niño de su edad podía comprender. Sin ninguna negatividad, en la medida de lo posible en una situación así, pero lo bastante cerca de la verdad.

Puedo decir sinceramente que nunca había conocido a un niño tan interesado en algo que no interrumpiera a la persona que le contaba algo, sino que escuchara con entusiasmo. Y Marat tenía una cara tan inteligente después de que su madre le preguntara si lo había entendido todo que me dieron ganas de sacar el móvil y hacerle una foto. Como recuerdo, porque me emocionó mucho. Quizá nunca pueda volver a verle, así que así es como mantendré vivo su recuerdo.

En general, todas las cosas que dijo mi madre eran obvias para mí, que nuestra abuela era vieja y que por eso enfermaba mucho, pero algunos hechos incluso me sorprendieron, a pesar de que creía saberlo todo sobre mi abuela. Resulta que la madre de mi abuela, y la abuela de mi madre, que es mi bisabuela, tenían una bisabuela.... Bueno, vaya por delante que de momento lo he puesto todo en la estantería, para que entendáis quién está emparentado con quién y de qué lado, y os cuento el detalle que me ha llamado la atención. Mi bisabuela también tuvo un caso como el que tiene ahora mi abuela, así que hasta cierto punto podría llamarse hereditario. Y no me hizo ninguna gracia, porque me di cuenta con un dolor en el corazón de que mi madre podía tener el mismo problema, y que podía ocurrir en cualquier momento...

Después de esta noticia, caí en una cierta tristeza, incluso mi madre lo notó, pero no empezó a sacar el tema, porque había un niño pequeño cerca que no se calmaba y seguía preguntando a su niñera qué pasaba. Al menos así, mi madre pudo distraerse de la preocupación por su abuela y centrarse en el niño. Y pronto llegó mi salvador, o mejor dicho, el que me hizo olvidar el futuro desagradable y los posibles problemas posteriores. El padre de Marat.

- Fui la primera en correr hacia él, porque fui la primera en fijarme en el hombre, porque los que estaban a mi lado siguieron hablando de todos los entresijos de la vejez hasta que levanté la voz.

- Todo irá bien, no se preocupe, - me sonrió el hombre, pero como hoy ya había recibido de él tanto cosas positivas como negativas, no supe cómo interpretar esa señal de buena voluntad. Tal vez estaba siendo sarcástico, aunque estaba claro que no era el momento adecuado. Pero quién sabe...

- ¿Has visto al médico? - Mi madre se unió a este mini interrogatorio y formuló la pregunta que más le preocupaba en ese momento.

- Sí, Valerii Mykolaiovych terminará de examinar a los pacientes en otro bloque y vendrá a verte para explicártelo todo con detalle. - No sé dónde trabaja este hombre, pero fácilmente podría ser psicoterapeuta, porque lo dijo con una voz tan tranquilizadora que por un momento pensé que me había tomado una buena dosis de valeriana. Creo que no fui el único, porque pude ver en la cara de mi madre que se había calmado un poco. Si antes había estado tensa, ahora se había convertido en una cara muy parecida a la que yo veía todos los días, lo cual era lo más dulce del mundo para mí.

- Gracias, Sasha, muchas gracias, - mi madre volvió a abrazar a su patrón, y no me cupo duda de que lo trataba muy bien. Como si fuera su propio hijo, o tal vez su sobrino, pero el hecho es que la madre confía plenamente en Oleksandr.

- Sólo hay un matiz, - y todo iba tan bien, ¿por qué está empezando a empeorar la situación? El médico se lo dirá, por supuesto, pero mañana su madre deberá estar casi constantemente vigilada. Es decir, uno de tus familiares deberá estar cerca del quirófano y luego de la sala donde estará tu madre.

- ¿Podrás quedarte en casa? ¿Tendrá Marat a alguien con quien quedarse? - Estaba claro sin palabras que sería mi madre quien estaría de guardia en el hospital, y yo quedaba descartada. Aunque podía entender por qué ocurría esto, era la hija de la paciente la que estaba siendo tratada aquí, no su nieta, y mi madre estaba más unida a su abuela por raíces familiares.

- Por eso planteé esta cuestión, mañana tengo que ir a otra ciudad por una hemorragia nasal para que no haya problemas. - Apenas pude resistirme a gritarle al hombre - ¿qué puede ser más importante que tu propio hijo? ¿Qué problemas pueden tener prioridad cuando se trata de tu hijo? Pero no debería haber elevado aún más la tensión, al menos por el bien de la madre, que no se lo merecía, ya estaba teniendo un día completamente desastroso.

- Qué hacer entonces... - Mi querida amiga no sabía qué hacer porque no se le ocurría ningún plan para contentar a todo el mundo. La situación estaba en punto muerto. Pero entonces llegó corriendo un jinete sin cabeza, es decir, Alejandro sin cerebro.

- ¿Y si Diana se sienta con Marat? No tardaré mucho, sólo un par de horas, y al chico le gustó pasar tiempo con tu hija, ¿verdad, hijo?

Por supuesto que el chico dijo que sí, ¿por qué no iba a utilizar a Diana como cubo de tractor para palear nuevos montones de arena? A Marat le pareció bien, y a su madre le gustó el plan, porque era posible satisfacer más o menos a todos. Qué quieres que te diga, yo tampoco me opuse, estaba dispuesto a sacrificar mis estudios y mi tiempo libre por el bien de mi madre y mi hijo, pero me asaltó otra pregunta: ¿realmente noté un brillo peligroso en los ojos de Oleksandr cuando me propuso esta hipótesis, o ya me estaba dando cuerda a mí mismo cuando estaba cerca de este hombre?




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