Niñera a convenir

13

Diana

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Si lo miras desde fuera, parece que dos adultos están ahí de pie discutiendo algo con voces agudas, no parece nada extraordinario, pero si te adentras en la esencia de esta conversación, es una clínica. Estamos discutiendo quién fue el primero en tender un maldito beso y si lo hizo a propósito o fue una provocación banal. Esto es algo que pueden hacer estudiantes de secundaria, tal vez estudiantes, pero definitivamente no gente de nuestra edad. Pero bueno... Soy un estudiante, por lo que es un tonto, así que deja que me bese en un lugar. Que está lejos de los labios. Ya estamos otra vez.

- ¡Diana, papá, vamos a jugar! ¿Por qué estáis aquí parados? - se acercó Marat, a quien claramente no le gustaba que le ignoraran y le dejaran solo. Pensó que recibiría el doble de atención que de costumbre, pero resultó que su padre y yo queríamos tocar a dúo. Es cierto que este deseo se observaba en el hombre, yo me limitaba a seguirle la corriente hasta cierto momento, por lo que ahora me llevo todo el programa.

- Me despido de Diana, hijo, y tú despídete, - el hombre sabe salir airoso de una situación tan picante para que el chico no tenga pensamientos innecesarios. Pero, ¿adónde me envía y por qué parece que no nos volveremos a ver? ¿Es mi último día de trabajo en esta familia o qué?

- ¿Se va ya Diana? - Mientras el mayor quería deshacerse de mí cuanto antes, y lo insinuaba de todas las maneras posibles, el pequeño estaba disgustado, ponía mala cara y se limitaba a mirar de mí a su padre y viceversa, lleno de decepción.

- Sí, hijo, tiene que ir a casa de la tía Zoia, ¿recuerdas que te dije que Diana y su madre tienen algunos problemas y tenemos que ayudarlas? - Oleksandr se sentó junto a su hijo y empezó a explicarle esta información, al tiempo que establecía las prioridades adecuadas.

- Sí, lo recuerdo, - probablemente este tipo de conversación es muy común en esta familia, porque el niño no empezó a llorar ni a quejarse porque no jugara con él, sino que, al contrario, sus ojos parecían comprender la situación tras las palabras de su padre. Era como si lo entendiera todo al mismo nivel que nosotros, como si ahora hubiera tres adultos en la habitación, comunicándose entre sí en la misma longitud de onda.

- Así que vamos a dejar que Diana se vaya hoy, y mañana volverá a vernos, ¿de acuerdo? - Uh, ¿alguien me preguntará si puedo venir o no, o es algo natural y a nadie aquí le importa realmente mi consentimiento? Aunque hace unos segundos estaba un poco disgustada porque este podría ser el último día que vea a Marat. Mis emociones siguen rebotando en este trampolín, que Oleksandr ha balanceado seriamente de un lado a otro.

- Vale, - asintió Marat a su padre, y luego me rodeó con sus brazos en un abrazo de despedida, - adiós, Diana, hasta mañana, te echaré de menos.

- Yo también te echaré de menos, cariño, - maldita sea, mis ojos empezaron a arder por las lágrimas no deseadas, fue mi reacción a las palabras del chico, que evidentemente no esperaba oír, sobre todo después de una cita tan interesante con su padre, - pero no te preocupes, pasará un poco de tiempo y volveremos a vernos. Será muy pronto.

- Adiós, - Marat me dio un beso en la mejilla y echó a correr de nuevo hacia la casa, donde probablemente le esperaba su ejército de soldados o una flota de coches diferentes. Es un niño increíblemente sincero y amable, y es un placer trabajar con él. Yo ni siquiera lo llamaría trabajo, es un placer.

- Ahora te llamo un taxi y puedes esperarlo aquí, - en cuanto nos quedamos a solas con Oleksandr, volví la mirada hacia mi marido y vi que tenía una sutil sonrisa en los labios y su rostro no estaba tan tenso como antes. Pero sólo duró un segundo, en cuanto volví a centrar mi atención en él, el malvado y temible lobo regresó a su manada y se dispuso a hacer cosas oscuras al amparo de la noche.

- Gracias, te espero fuera, adiós, - me sentía incómoda quedándome en la casa con Oleksandr, porque el grado de comunicación entre nosotros parecía haber disminuido y ya no saltaban chispas en diferentes direcciones, pero el ambiente seguía siendo tenso, así que todo podía volver a sus condiciones anteriores en apenas un par de segundos. Y está claro que no estoy preparado para otra batalla verbal. En todo caso, la reprogramaremos para mañana.

- Gracias por sentarte con Marat, adiós, - fue probablemente la primera vez que estuvimos en la misma página con este hombre y nos dimos cuenta de que era mejor para nosotros como boxeadores ir a diferentes rincones del ring para no involucrarnos de nuevo en esta pelea. Aunque este combate hubiera podido acabar en algo agradable...

Salí a la calle con las piernas agarrotadas, unos latidos que batían todos los récords y unos pensamientos que se entrelazaban unos con otros y formaban una especie de ovillo enmarañado. Este hombre es un caradura, quiere domarme (aunque no está claro por qué lo necesita), pero por otro lado, se preocupa por mí hasta en la forma de pedir un taxi, si no le importara, me habría mandado a la puerta y punto.

Rara vez pensaba en ello, pero ahora quería tener poderes extraordinarios para meterme en la cabeza de Oleksandr y entender lo que siente por mí, para ver al menos algo de lógica en sus actos, si es que existe tal lógica. ¿Sabes a dónde dirigirte con esta pregunta? Porque lo necesito de verdad, me arden los talones de ganas de entender a este personaje.

***

Oleksandr

***

Tuve una peculiaridad a una edad temprana, o para ser más precisos, en mi infancia, que me encantaba leer libros. Casi de cualquier género y de diferentes autores del mundo. A medida que fui creciendo, tenía menos tiempo libre y más problemas, por lo que esta afición pasó a un segundo plano, y al cabo de un tiempo desapareció por completo. Pero desde muy joven me di cuenta de que algo iba mal con algunas personas de este planeta, la mitad hermosa de nuestra humanidad. No es que estuviera en contra de las mujeres o de su existencia en este planeta, pero había algo en ellas que hacía que este universo fuera... interesante. Sí, interesante es la palabra más exacta a mi entender.




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