De camino al hospital, sentí como si me hubieran echado encima un cubo de bazofia por diversión, y luego me sacaron a una plataforma en medio de una ciudad enorme, donde la atención de decenas de miles de personas se centró en mí, riéndose de mí y diciéndome cosas desagradables.
Vergüenza. Fue este sentimiento el que me carcomió por dentro durante el tiempo que estuve viajando en el autobús. Y había dos razones para esta vergüenza. La primera era que me avergonzaba delante de mi madre por lo que más tarde supe por Oleksandr sobre el resultado de la operación de mi abuela. Sí, realmente no quería distraer a mi madre de sus acuciantes problemas, y sí, el hombre de esta clínica tenía un buen amigo que realizaba estas manipulaciones, pero aun así no me calmó ni me permitió respirar aliviada. Me sentía como si no me importara mi familia, como si no me importaran, y sólo a través de un desconocido me enteré de cómo acabó todo. O más bien, continuó para mi abuela. De hecho, Oleksandr no es nadie para nuestra familia, sólo un empleador para mi madre, pero no sólo pagó la operación en su totalidad por alguna razón, sino que también se mantuvo al tanto de todas las últimas noticias. Esto me dolió mucho, podría decirse que me mordió hasta ponerme la piel roja, pero hubo otro tema que me sumió aún más en el estupor.
¿Cómo dejé que este hombre me besara? ¿Por qué le di esa oportunidad? Una vez más, se puede y se debe tener en cuenta que Oleksandr es más grande que yo, más fuerte, y sigue siendo un hombre, se mire como se mire. Es decir, por mucho que me resistiera, el resultado habría sido el mismo, con una probabilidad del noventa y nueve por ciento. Pero la cuestión es otra: no quise resistirme a él, simplemente dejé que ocurriera algo que me pone los pelos de punta. Incluso debería decir más: apenas pude contenerme para no caer en la tentación allí mismo, no lejos de la puerta principal y a un par de pasos de la habitación donde Marat hacía sus necesidades. La sola idea de que un niño pudiera ver toda aquella fealdad en cualquier momento y hacernos preguntas capciosas me ponía enferma. Para ser más precisos, asco. No sólo el padre de Marat era un machista que no se lo pensó dos veces cuando quiso limpiarme la nariz y demostrarme quién mandaba, sino que yo me comporté como una prostituta. Lamiendo a un hombre que no conocía en su casa, y a un par de metros de un niño... Qué vergüenza, qué desgracia... Y se trata de la nieta de un maestro y la hija de una maestra, no es una mala continuación de la familia, ¿no crees?
- Mamá, perdona que no te haya llamado antes, no quería interrumpirte del proceso, - en cuanto intercambiamos saludos, empecé a excusarme ante mi madre, o mejor dicho, ante mí misma. El gusano de la vergüenza era pequeño al principio, pero a estas alturas se estaba convirtiendo en todo un cocodrilo, que pronto podría devorarme entera y ni siquiera ahogarme.
- Pero no te preocupes, hija, lo principal es que todo ha ido bien y ahora tu abuela va a someterse a rehabilitación. Por supuesto, tendrá que quedarse aquí al menos un par de días bajo la supervisión de los médicos, pero lo peor ya ha pasado. Contener las lágrimas en ese momento fue una tarea difícil en la que fracasé por completo. Había pasado por tantas cosas en estos dos días que tenía que dejar salir mis emociones, y si lo guardaba todo dentro, sólo podría empeorar con el tiempo. No soy una psicóloga reconocida, pero entiendo que no hay que guardarlo todo dentro, no en vano hasta un volcán no puede contenerse del todo y de vez en cuando escupe lava. ¿Qué podemos decir de una persona?
Pero si todo iba más o menos bien con mi abuela, luego surgieron nuevos problemas y preguntas que se pusieron a la orden del día. Y había una persona enfrente de mí que podía responder a mis preguntas y hacerme entender qué pasaba con este mundo. Porque no entiendo cómo demonios funciona. Sobre todo porque me afecta directamente, y ser el héroe de una historia sin saber qué te espera en el futuro es muy peligroso para la salud, o incluso para la vida...
***
- Mamá, ¿y mañana? ¿Necesitarás pasar todo el día con tu abuela? - No quería hacerle a mi madre una pregunta en la frente, así que empecé a mover el dedo todo lo posible y a guiarla poco a poco hacia lo que necesitaba conseguir de mi querida.
- En realidad, claro que sí, porque ahora vendrán días bastante problemáticos en cuanto a la estabilidad de su estado, pero ¿por qué lo preguntas? - Como ya he dicho, mi madre siempre se aseguraba de que todo el mundo a su alrededor fuera feliz y se preocupaba primero de su familia y amigos, y sólo después de sí misma. Por eso siempre tuve que equilibrarme en esta línea para hacerlo todo de tal manera que mi madre no estuviera obviamente al pie del cañón. Si en mi infancia no entendía cómo me daba la paliza, con el tiempo me di cuenta y comprendí que debía dar algo a cambio de mi madre. Al fin y al cabo, debido a su modestia innata y a su deseo de ayudar a todo el mundo, a menudo se encontraba emocionalmente impotente y desolada.
- Sólo había algún examen o algo así, pero si necesitas estar cerca de tu abuela, iré a casa de Marat y me sentaré con él, no hay ningún problema, - aunque en realidad podría no ser tanto un problema como un desastre si el profesor quisiera darme una lección y demostrarme quién era el jefe de la situación y quién se limitaba a visitarle durante un par de clases. Pero incluso en una situación tan deplorable, no podía dejar a mi madre sola con sus problemas, sería algo muy desagradable.
- No te preocupes, hija, yo me quedaré con Marat, ni siquiera es descartable, porque así tendrás tres o cuatro horas para completar este examen, ¿verdad?
- No, no, sólo serán dos horas, no más, - si todo va bien, pensaba hacerlo en menos tiempo. - ¿Por qué no puede Oleksandr sentarse con Marat un par de horas? Al fin y al cabo, es su hijo, se mire por donde se mire, ¿qué clase de negocio tiene tan grandioso que es más importante que su propio hijo?