Niñera a convenir

Epílogo

- Disculpe, por favor, era una conversación muy urgente, no he podido evitar coger la llamada, - me excuso ante la rolliza mujer de bata blanca e intento recomponerme para no delatar que esto es un completo disparate.

- Señora Diana, ¿se da cuenta de dónde está, de las paredes de esta habitación y de que conoce mi profesión? - Quería calmarme, volver a la normalidad, pero la pregunta de la mujer y el tono en que la formuló hicieron que todo se fuera al traste. Hasta ese momento, se había mostrado bastante tranquila, amable conmigo, pero ahora algo había cambiado claramente...

- Bueno, usted es médico, y por lo tanto estamos en un hospital, - me siento como una colegiala de primero de primaria respondiendo a esta pregunta fácil y a la vez extraña, pero no se me ocurre nada más, sólo lógica, sólo pop.

- Eso es, bien hecho, - bueno, de verdad, va a coger un caramelo de su pupitre y me lo va a dar por responder tan bien a su pregunta, - ¿por qué estás aquí? ¿Cuál es tu objetivo?

- Pues porque últimamente me encuentro mal, y como usted es un especialista muy bueno en su campo, quiero aprender de usted cómo solucionar este problema y no sufrirlo, - añadimos un poco de picante a esta lógica habitual en forma de piropos a la doctora, tal vez vuelva a las andadas y la comunicación vuelva a ser adecuada y no en voz alzada.

- Exacto, exacto, - la mujer se alegra de mis malditas respuestas fáciles, e incluso me relajo un poco, pero si supiera que lo he hecho en vano, que no era todo el entusiasmo de la doctora por mí, - entonces, ¿por qué me mientes, Diana? ¿Por qué me tiras de los fideos a las orejas cuando tú voluntariamente viniste a este edificio y a propósito fuiste a verme?

- ¿Por qué miento? Nuestra conversación recuerda a mi estado de ánimo, que últimamente va y viene tanto que a veces no puedo seguirlo, parece que vive una vida aparte, y yo una vida aparte, y ya no vamos de la mano. Como solía ser, hace tanto tiempo, como si fuera una vida pasada.

- Que tú, Diana, te acabas de ir, no porque alguien te haya llamado, sino porque te sentías mal. ¿Vas a negar esto también, o podemos ahorrarnos nosotros y tu tiempo en estas discusiones?

- Podemos ahorrarnos el tiempo, - dije, estupefacta de que el médico hubiera revelado mi pequeño secreto, porque, en efecto, hacía unos minutos que había estado en el baño del hospital y había vuelto a saludar a mi amiga blanca esta semana. El baño casi se ha convertido en mi lugar favorito para relajarme, y creo que incluso mis padres ya han empezado a dirigirme miradas suspicaces.

- Eso está bien, y ahora creo que te gustaría saber por qué estás tan mal. ¿Estoy en lo cierto?

- Bueno, sí, por supuesto, ya tienes mis resultados... Esperaba que tal vez tuviera que tomar algunas pastillas, vitaminas, o someterme a un tratamiento en un hospital, estaba dispuesta a cualquier cosa para sentirme mejor, sólo para dejar de sentirme como una verdura hervida. - ¿Es realmente tan malo?

- Pues no está nada mal, incluso diría que es estupendo, - después de que esta mujer me regañara, ahora tenía una sonrisa en la cara y sus palabras me golpearon hasta la médula.

- ¿En qué sentido todo es estupendo? Si me siento tan mal que me quiero morir, ¿cómo puede ser todo estupendo? ¿Se está burlando de mí o qué? ¿Cómo puede ir la palabra "súper" con lo que siento?

- Cuanto más habla la doctora, más se ensancha su sonrisa, y yo caigo cada vez más en el pozo del estupor.

- ¿Una personita? ¿Qué significa eso?" - A nivel subconsciente, empiezo a entender poco a poco lo que podría ser, pero...

- Diana, estás embarazada, enhorabuena, - parece que la mujer está a punto de empezar a saltar de felicidad, felicitándome y besándome en las mejillas, y yo no sé qué hacer. Simplemente no sé qué hacer.

Salgo del hospital en automático, como un robot controlado que tiene un patrón de movimiento programado que me lleva a casa. En casa, estoy en el astral, volando en el espacio y desconectada de este mundo real. Tardo un par de días en darme cuenta de que estoy embarazada, un par de semanas en llegar a la conclusión lógica de que el padre del niño es Oleksandr y sólo él, y sólo desde los primeros segundos en que el médico me dijo que estaba a punto de tener un pequeño milagro, decidí que haría todo lo posible para que esa personita fuera la más feliz del mundo. Sin mi propio padre, sin los cuidados que él podría dar a este niño, pero mi hijo será el universo para mí, y haré todo lo que esté en mi mano para que no sienta la ausencia de uno de sus padres en su vida y en el futuro me diga una palabra simple pero tan importante - "gracias"...

***

El resto de la historia ya está en el sitio web. Este es el título - No te necesitamos
Le deseo una agradable lectura)

No te necesitamos

- ¿Querías ocultarme tu embarazo? - El hombre se cierne sobre mí como una enorme roca.
- Esto no es asunto tuyo, - quiero pasar de largo, pero me cierra el paso.
- Es mi hijo y lo has puesto en peligro, - gruñe y me fulmina con una mirada fría.
- ¿Qué te hace pensar que es tu hijo? - Reúno todas mis fuerzas en un puño y alzo la barbilla con orgullo. Hace mucho que no está en nuestras vidas, y ahora tampoco lo necesitamos.
- Porque soy la única que te ha tocado, - su voz ronca me hace estremecer, - y no intentes decirme que no es verdad.
Me clavo las uñas en la piel de la palma de la mano y miro al suelo. ¿Qué va a pasar ahora? ¿Me quitará a mi hijo?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.