BRITANY
Cuando amanecí en sus brazos y me pidió matrimonio, me levanté en una sin importar dejar mis pechos al aire.
—¿Matrimonio dices? Es una palabra muy seria, Owen. —Era la verdad, nunca me había visto a mi casada de blanco en un altar o algo similar.
—Te amo, Britany y esto es algo que siempre he querido contigo. — Mientras toma de mis mejillas y por momento mira a mis pechos y luego a mis ojos, no lo puedo culpar, son una distracción a lo serio de conversación, decido taparme con su camisa.
» No me tortures escondiéndolas de mí —Mientras hunde su rostro en medio de mis pechos.
—Estamos hablando de un tema serio, Owen, si no me ves a los ojos, no te voy a creer y mejor dejemos de hablar de eso.— Me iba a levantar, pero él me lo impidió, me puso debajo de él y con los codos cada a uno al lado de mío, acomodando mi cabello de una manera delicada y suave.
—Te amo Britany, es loco, es lo último que podrías haber escuchado de mí, pero no quiero estar lejos de ti ni un minuto, te lo dije te amo desde que recuerdo que significa esa palabra, hacerte el amor no es un reto cumplido es como un sueño, sueno cursi lo sé, pero eso es lo que provocas en mí, quiero envejecer contigo, quiero en las noches acariciar su cuerpo, besar tus pechos y venerarlos, quiero algún día ver tu vientre florecer y si no igual estar a tu lado, quiero todo eso contigo y más, pero mi pregunta es ¿Quieres eso conmigo Britany?
—Sí — Fue lo que de mi boca salió, por inverosímil que parezca, dije que sí, porque mi cerebro y mi corazón se pusieron de acuerdo, nunca había pasado por mi cabeza llegar a este pueblo y finalmente descubrir, que él era el amor de mi vida. ¡Carajo, lo amo! ¿Quién diría que, siendo como eran los hermanos Reynolds, me cambiarían la vida de esta forma, una me hizo dar cuenta cuán errada estaba con mi visión de vida y el otro, ¿él es todo lo bueno que sé que merezco? Claro que sí, no tengo ninguna duda.
Cuando llegamos a su casa, no nos preocupamos por ver si Jennifer había llegado, nos desvestimos tan pronto como llegamos, me tomo de las caderas y me pego contra la pared, devoraba mis labios y yo arañaba su espalda, mientras nos hacíamos uno, mis gemidos, sus gruñidos, la manera en que hacía que todo en mí temblara, era el hombre de mi vida, el hombre perfecto para mí, luego de sentir como liberaba su ser sobre mí, yo lo seguí, era tan excitante esta manera de entregarnos, de gritar sin tapujos, solo espero que nadie nos hubiera visto.
—Eso fue… —Fue lo que dijo mientras su frente sudada estaba sobre mi pecho desnudo.
—Grandioso— Y beso su frente acariciando su cabello—Te amo Owen.
Él se pegó más a mi pecho y me tomó de la cintura sintiendo cómo salía de mí al mismo tiempo, me dio un casto beso y, de manera muy bajita y a milímetros de mi boca, me volvió a decir como centenares de veces antes: TE AMO.
Aunque me hubiera gustado ser suya nuevamente, tenía una inauguración a la que asistir y bocadillos que preparar, nos dimos un baño muy rápido sin contratiempos más que me ayudara a restregar mi espalda y yo la suya, ya tenía todo comprado, no preguntamos por Jennifer porque suponíamos que había salido muy temprano rumbo a la tienda.
—Deberías abrir un restaurante, cocinas de una manera que seguro serías un éxito, tu comida es tan fácil de digerir como si derritiera en la boca. —Un restaurante dice, me encantaría tanto, pero para eso se necesita dinero, capital y no estoy dispuesta a pedírselo a mi padre, voy a dejar de ser esa niña caprichosa, soy una mujer hecha y derecha a punto de casarse con el amor de su vida, así que supongo que trabajaré en la tienda eternamente hasta conseguir lo que necesito.
—Sería lo ideal, pero para eso se necesita dinero, es una inversión nada barata, tal vez si estoy unos diez años trabajando con Jennifer pueda lograrlo — Y sonrió mientras termino de poner la comida en bandejas.
—Yo puedo ayudar con eso, seremos uno solo el día que nos casemos, así que lo mío es tuyo, tengo un dinero guardado y no hay mejor manera que gastarlo contigo y tus sueños, creo en ti y sé que puedes hacerlo— No me importo que tuviera las manos sucias de harina, no me importa en delantal lleno de masa, corrí a abrazarlo y llenarlo de besos, no era que me estaban siguiendo los sueños de otros, no era que me decían que hacer con mi vida, él me estaba dando una mano para ser yo misma para que con mis propias manos se hagan realidad.
—Gracias por ser como eres conmigo, te amo tanto volver a este pueblo, de haberme perdonado, de buscar el perdón y sobre todo haberme enamorado como loca de ti.
—Y de casarte conmigo, no lo olvides.
Lo volví a besar para luego cada uno por su lado cambiarse de ropa.
…
—¿Lo amas? — Me lo pregunta cuando le confieso que me casaré con su hermano, pensé que me diría que estoy loca, que tengo en la cabeza, pero supongo que entiende que así es el amor de sorpresivo y lo único que quiere asegurarse es que lo que siento por su hermano no sea algo pasajero.
—Como loca— Confieso, porque es verdad, estoy loquita hasta el punto de que luego de una noche juntos ya me quiero casar con él.