Nivel 0: "La promoción":

3. Comentarios Hipócritas e Impresiones Equivocas. ✓

Para desgracia de algunas, bendición de otros y sorpresa mía. La subdirectora Isabel NO FUE LA ORIENTADORA DE NOVENO GRADO.

Cuando el director Sebastián Ríos anunció que la sub era la orientadora de octavo. La gran mayoría del mismo reventó en gritos de alegría, aunados a unos cuantos pucheros melancólicos de parte de mis camaradas de noveno.

"Que suerte la de ellos."

"¡Que envidia, que sea la orientadora de ellos y no la nuestra!"

Si bien eran los mejores comentarios, no eran los únicos.

"¡Gracias a Dios, que no quedó con nosotros!"

"De la que nos libramos".

Los comentarios en contra y a favor, me dieron igual. A la verdad, los que sí lograron enfurecerme fueron los comentarios en contra de nuestra orientadora: Sofía Navarrete.

"¿Y ella nos va a tocar?"

"¿Por qué ella?"

"¿No había alguien mejor?"

"De por sí la opción de la sub estaba mal; y con ella..."

"Deja mucho que desear."

¿Por qué estaba mal ella? ¿Que tenía de malo la señorita Sofía? Por otro lado, ella nos había tocado el año pasado, no como orientadora sino como una maestra, la de Lenguaje Y Literatura.

Para mí cumplió con las expectativas. Dio lo mejor que ella tenía y de la mejor manera. Esos comentarios no hicieron más que molestarme.

¡Claro!

¡Hipócritas!

Después, las mismas que renegaron en contra de ella, estarían ayudándole. Brindando su mejor sonrisa. Los que hablaron mal de ella, harían todo por al menos congraciar con su persona. Les convenía era obvio ¿Quién querría caerle mal a una maestra?, menos el primer día.

Ignorando el vocerío a mis espaldas me apresure al salón. Nos había tocado en el que estaba al final del pasillo, en medio de la dirección y de octavo grado. Uno de los más grandes, y no por lujo sino por cantidad, éramos treinta y cuatro en total.

"La gran manada" como el antiguo profesor Landaverde tendía a decirnos.

Uno que otro me pasaron llevando, todo por entrar rápido al salón de clases. Yo me tomé mi tiempo en llegar, mis pasos eran lentos y seguros. Con la cabeza en alto observé con atención correr a mis otros compañeros de sexto apresurados a su salón.

"Su primera vez en la tarde."

En el turno vespertino sólo había sexto, séptimo, octavo y noveno grado "La Promo". Sumando un total de más o menos ciento cincuenta alumnos; en el turno matutino estaba de kínder Garden a quinto. Los más pequeños.

Para los de sexto era su primera experiencia en la tarde. Aún recuerdo cuando yo estaba en esa posición, como a estos nuevos, se nos adjudicó el sobrenombre de "Pollos" por ser los más pequeños de la tarde. Pasé todo ese año sintiéndome incómoda. En mi mente todo el mundo me veía, cuando en la realidad era irrelevante para casi todos.

En ese año -cuando yo hice sexto- había un muchacho de noveno grado llamado Guillermo, el cual por cierto era novio de una de las gemelas, de su mismo grado, quienes cabe destacar que no se parecían en nada -una era bastante morena de ojos grandes y la otra era blanca de ojos rasgados-. Ese mismo joven disfrutaba haciéndome mil cosas de las que odio.

Me pasaba llevando. Me hablaba y luego hacia como si no había sido a mí. Hablaba de mí, en mi presencia teniendo más que en claro que yo escuchaba. Bloqueaba mis entradas y salidas. Siempre que necesitó algo -pega, tijeras, páginas blancas o de colores, plumones... Etc., etc- me buscaba a mí.

Era verdaderamente irritante ese tal Guillermo.

Yo por el contrario siempre lo ignore, trate mal o grité; muy a mi pesar, me gustaba mucho... Muchísimo. Sin embargo, no arriesgaría mi excelente e intachable reputación por él, era un patán empedernido, se le notaba hasta por encima, además de un asalta cunas*.

Evaluando la situación, yo iba a sexto grado con apenas doce o trece años, él era de noveno con una edad de entre los dieciséis y diecisiete, aparte de que tenía novia y ella, pese a que no terminaba de serlo, era algo muy parecido a una amiga para mí.

Gracias a Dios, luego de que él se graduó de noveno jamás lo volví a ver.

Ahora que yo era de noveno sólo esperaba a que ninguno de mis compañeros buscará novia o novio en un grado menor, menos en el de los más pequeños. Sexto grado.

Cuando por fin llegué al salón había un gran griterío por todos lados.

"Apartame un lugar."

"Ese es mi puesto."

"Yo quiero ese pupitre."

"Ahí voy yo... Quítate."

Parecía un campo de guerra, en lugar del nuevo salón de la promo. Ignorando la batalla campal, les pase de largo y me detuve en seco cuando oí la voz de mi mejor amigo.

-Purate* éste es tu lugar -dijo señalando un asiento enfrente de él.

Estaba segura que me lo había dicho a mí, el oírlo decir-: No, este lugar está apartado -a alguien más que intentaba tomar el pupitre, me lo confirmó.

De inmediato abandoné el puesto a delante que había seleccionado y me dirigí hasta los de atrás casi en la esquina donde él estaba. En mi camino alguien me pasó llevando el brazo, Alexis uno de mis compañeros al igual que yo se dirigía al mismo lugar.

-A purate niño -dijo Lucas de nuevo-, con ese tu paso de tortuga, nunca vas a llegar.

Era para Alexis... El lugar... Lo había apartado para Alexis. No para mí.

Me quedé congelada, ahí viéndolos con cara de tonta. Mis ojos vagaron a su alrededor y cómo no iba a ser ese lugar para Alexis si adelante de Lucas, con un pupitre de por medio estaba Shane, al lado de éste, Ernesto, más a tras Jasón. Todos amigos y el único que les faltaba, Alexis. Obviamente, yo salí sobrando.

Antes de que se fijaran en mi presencia, salí de mi estupor y di media vuelta regresando al lugar que antes seleccioné.




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