Día tras día, evento tras evento, una cosa tras la otra, el tiempo seguía transcurriendo.
Quién diría que los días pasarán tan rápido y que las cosas comenzarían a cambiar radicalmente, hasta el punto de quedar irreconocibles.
1°— Por alguna razón desconocida para mí, Lucas estaba dando un giro de noventa grados en su comportamiento, en especial en el que se refiere a mi persona. Tanto él como Shane buscaban la menor provocación para unirse en clase, algunos recreos desaparecía y ni idea de dónde o con quién estaba.
2°—La amistad que años atrás inicie con Amanda no hacía más que fortalecerse; cada recreo de cada día, sin falta la tenía a mi lado hablando de cualquier cosa que pudiera contener un punto de interés para las dos. En mi noveno grado, fuimos más cercanas que nunca, tan unidas como siempre.
3°—Zyan, se había vuelto frecuente en mi vida, recurrente en mis temas conversatorios y mi fiel compañero en los recreos; sin embargo, se me hacía un poco incómodo estar con él, primero porque disfrutaba hacerme enojar. Segundo porque invadía mi espacio personal, siempre se sentaba muy pegado a mí. No me gustaba pero tampoco me molestaba tanto como antes que lo hiciera.
Inicio de Horas Sociales.
No recuerdo muy bien la fecha pero estoy casi segura que las horas sociales las iniciamos entre mayo y abril. En dicha fecha todo mi grado fue organizado en grupos para servicio comunitario, o las benditas "Horas Sociales", nombre que se les asignó en mi colegio.
Lo único que podía rogar era que no me tocara con alguien holgazán, desorganizado o indolente que en lugar de un bien me hiciera un gran mal, el pensar que me fuera lastre en vez de ayuda representaba un temor, al menos para mí.
Al principio hubo un enorme problema con este asunto. Éramos demasiados y eso dificulta bastante el horario en que íbamos a trabajar. Además de que en el grado había demasiadas disensiones, aunado a esto no todos eran tan afines como para poder trabajar en paz y armonía, juntos.
Cada vez que alguien preguntaba sobre si estaban listo el horario de trabajo y las parejas asignadas, la respuesta que nos daban, mayormente la subdirectora, era que aún no, que esperáramos, que algún día iban a estar listas y que cuando lo estuvieran, iniciar a trabajar era lo último que íbamos a querer hacer.
No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando dieron las parejas yo no fui al colegio, por lo que Lucas fue quien me contó lo que había sucedido.
Mis días de labor eran los jueves y viernes. El jueves en preparatoria con la señorita Inés Cardona; mi compañera sería Xiomara, no tenía ninguna queja con respecto a ella, de hecho, pensaba que era la mejor que me pudo haber tocado. El viernes en cuarto grado bajo la tutoría de Neftalí Guandique; para mí desventura con Mauricio "El Tucán".
Así como no tenía nada en contra de él, tampoco tenía nada a su favor. No me cayó en gracia que me asignaran con él.
Mauricio ya de por si no tenía buena fama en los estudios, el que trabajara conmigo, en cierto modo, me frustró incluso antes de empezar.
Lo primero que cruzó por mi cabeza fue que a mí me tocaría hacer todo el trabajo, no tendría ayuda alguna para nada. Para colmo si algo salía mal nos culparían a los dos; a él por no hacerlo bien y a mí por no ayudarle lo suficiente.
Superada la fase de negación, me salté la aceptación y me instalé en la superación. Si había logrado que los más populares del colegio hicieran mi santa voluntad y habíamos logrado salir bien; al igual que había hecho con ellos haría con Mauricio, lo arrastraría conmigo al éxito de ser necesario. No lo abandonaría a su suerte ni me iría a quejar con la subdirectora para que me asignaran otro compañero de trabajo, como hicieron algunos de mis compañeros. Si él perdía, me resignaría, y perdería con él.
A mis demás compañeros no les presté mucha atención que se diga, tengo un vago recuerdo de que a Zyan le tocó el miércoles en tercero con la señorita Katniss.
A mi mejor amigo, Lucas: lunes y miércoles en segundo grado con una maestra a la que sinceramente nunca le aprendí el nombre, su pareja de horas sociales fue Alexis.
Con los días se nos avecinó el día de la madre y con las semanas el del padre.
Todo noveno grado estaba haciendo más de algo para algún maestro, pues en la tarde era la celebración del día de las madres.
Entre esos trabajadores estábamos Ernesto y yo, como siempre ayudándole a la señorita Inés Cardona de preparatoria—valga la explicación llegados a este punto ya habíamos iniciado las horas sociales—. Inicialmente me estaban ayudando Anderson, Jeremías, Shane, LUCAS... Y unos cuantos más, sin embargo, al pasar de los pocos minutos todos desaparecieron.
Quedamos sólo Ernesto y yo, terminando el gran trabajo que teníamos pendiente. De palabras en palabras, salió a relucir de cómo él prefería a una mujer y yo a un hombre.
Él tenía una enorme inclinación por las mujeres pequeñas de estatura—: No me gustan que sean más altas que yo —Recuerdo que me dijo.
Su declaración me impactó de sobremanera ya que él no era precisamente el joven más alto del salón, de hecho era unos cuatro o cinco centímetros más bajo que yo.
Mi estatura en aquel tiempo era de uno punto sesenta y ocho, no era alta ni baja.
—O sea que a la que sea más alta que vos, aunque te guste, la dejas pasar; porque es más alta que vos —inquirí, repitiendo casi lo mismo una y otra vez.
—Me la pusiste difícil —su gesto y su tono se hicieron lastimeros, como si de verdad le doliera lo que le dije—. Bueno si fuera más alta que yo... —vacilo unos instantes meditando que decir—. Bueno... No sé...
—Pero tenés que tener en cuenta que no sos para nada alto —acote—, encontrar a una mujer que sea más pequeña que vos... Esta difícil.
—Sí, pero... —negó efusivo—. Fíjate que donde yo estudiaba antes —evadió mi comentario y cambió el tema—, tenía una novia que era súper blanca pero hasta las venas se le miraban moradas, verdes o incluso azules —soltó con repulsa—. Tampoco me gusta que sean tan blancas. Prefiero más las morenas de cabello largo, y bajitas.