Nivel 0: "La promoción":

17. Confesiones. ✓

— ¡Ey!, pero que feo que se hayan distanciado.

—No nos hemos distanciado —respondí con cierta molestia.

—Pero es que ya casi no pasan juntos —replicó Laila—. Y no me lo puede negar yo me he fijado como te deja tirada por andar con Shane.

—Pero el hecho de que no pasemos juntos no significa que nos hayamos distanciado.

La verdad era que si, ambos nos habíamos alejado uno del otro sin ninguna explicación aparente. Sentía feo admitirlo, dolía saberlo, escocía como la ponzoña, así que era más fácil atarme, yo misma, una venda los ojos y fingir que ninguna brecha estaba delante de mí.

Yo sentía, en mi interior, que había un problema, algo que nos estaba afectando ambos; o eso era lo que yo creía. Contra todo pronóstico, decidí preguntar qué era lo que pasaba, qué nos estaba perjudicando.

La respuesta que recibí fue bastante desconcertante—: ¡Claro que no!, ¿Qué va a pasar? Todo está igual.

Para él, para Lucas, no estaba pasando nada; cuando para mi estaba pasando algo muy extraño, algo que NUNCA creí que pasaría entre los dos; un terrible distanciamiento nos estaba consumiendo, o al menos a mí.

— ¿Son novios? —Solté una sonrisita burlona y volví a verla casi desquiciada con su pregunta. Un chillido muy parecido a un grito de euforia se escapó de su garganta y saltó de la emoción. Completamente confundida volví a verla con algo muy parecido a una risa estirando las comisuras de mis labios—. Son novios —aseguró alegre al mismo tiempo que mi seño se frunció—, y sean distanciado para que nadie sospeché.

La carcajada que se me escapó fue inevitable, a mis oídos lo que decía sonaba tan absurdo como imposible, en igual medida me sonó a una tontería.

— ¿Verdad que son novios? Ya te descubrí el secreto. Pero ¡tranquila! no lo voy a contar a nadie.

—Estás loca —fue lo único que fui capaz de formular entre mis carcajadas.

—Pero que hermoso. Ojalá que duren. Imagínate que lleguen a adultos y se casen.

— ¡Para tu carro, hija! —escupí medio a la defensiva medio divertida—. Ni adultos, ni novios, ni casorio, ni nada... No somos novios, ni nada por el estilo.

—Gran mentira la que me estás echando —dijo incrédula.

—No es mentira Laila —respondí sin vestigios de previa diversión—. Lucas no es mi novio, es sólo mi amigo y si... nos hemos distanciado —admití por primera vez en voz alta, acepte por primera vez mi realidad—. Pero para serte sincera no sé por qué. Y al parecer él tampoco lo sabe.

—No entiendo qué está pasando —el pequeño puchero y el mohín del que fue presa su cara me sacó una pequeña risa, y por un momento me hizo olvidar lo triste que me sentía porque mi mejor amigo estuviera tomando distancia de mí.

—Sinceramente —hablé después de unos, largos y cómodos, segundos de puro silencio—, Yo tampoco entiendo qué rayos está pasando.

— ¿Lo has hecho sentir mal?... Quizá —no tenía ganas de hablar, así que simplemente negué con la cabeza—. Quizá entonces... —guardó silencio pensando la próxima tontería que diría—. Le gustas, y no encuentra cómo decírtelo, por eso te está evadiendo.

Dejé de mirar a la nada y me voltee asía ella tan fastidiada por sus absurdas teorías como agobiada por la situación: —Deja de hablar babosadas, mejor... —fue lo único que logre pronunciar.

A mis oídos sonó a una súplica, sin embargo, a los de ella a una orden tajante que debías ser cumplida.

— ¿Me puedo quedar con vos? Es que las vichas me dejaron y no sé con quién estar... y no quiero estar sola en el recreo...

"¿Quería estar conmigo Sólo porque no tenía con quién estar y sólo porque no quería estar sola?"

Nunca me ha gustado ser plato de segunda mesa, y en aquel entonces tampoco me gustaba; así que sin pensármelo dos veces le dije: — Es que ya me voy.

— ¿A dónde vas? —me preguntó verdaderamente intrigada.

—Ya se va a acabar el recreo —puntualice una información que era completamente irrelevante—, y quiero ir al baño.

No quería ir al baño, solo quería escaparme de ella. Puesto que según el argumento que me había ofrecido, estaría conmigo por el simple hecho de que ella no tenía nadie con quién estar y nadie quería estar con ella.

"¡Las dos rechazadas, antisociales, depresivas sin causa juntas! ¡Vaya cosa! que buena compañía nos haríamos".

En aquellos momentos de mi vida yo estaba atravesando por unos problemas emocionales o sentimentales bastante fuertes, feos y pesados.

Las constantes peleas en mi casa, los problemas que abundaban y todas las personas a mí alrededor me asqueaban al punto de hartarme de todos y de todo.

A nadie nunca le dije lo que me pasaba, mucho menos lo mal que me sentía por dentro; la solución al problema de que yo implemente fue desconectarme de la realidad, aislarme de todo el mundo y encerrarme en mi propia burbuja.

Los problemas a mi alrededor se solucionaban pero los conflictos en mi interior sólo empeoraban; de por sí el expresar mis sentimientos nunca fue mi fuerte y estar atravesando por algo muy parecido a la depresión no ayudaba en nada. Lo único que hacía era ser aún más callada y ver lo que otros hacían; fingir mi mejor sonrisa siempre fue uno de mis fuertes, aparentar que nada me pasaba y que todo estaba bien siempre fue lo que hice sin importar lo destrozada que estuviera por dentro.

Siempre aseguré que todo estaba de maravilla, cuadro era una completa mentira.

Nada estaba bien, no en mí, no en mi interior.

—Vamos las dos, pues —sugirió Laila y mordí mi labio inferior estrujando mi mente en la búsqueda de palabras que sonarán sutiles e inofensivas pero a la vez bruscas y tajantes.

—Me gusta ir al baño sola —puntualice la única una mentira que estaba segura me la quitaría de encima.

Por algún motivo estando sola la tortura se intensificaba y la tristeza aumentaba, pero irónicamente estando sola me sentía más tranquila que estando al lado de gente que no hacía más que hacerme sentir más miserable.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.