El viernes, que nos tocó el acto cívico, en la noche cuando estaba ya en casa Lucas me escribió, hablamos por un momento hasta que él dejó de responder.
Desde el último mensaje que le mandé el día anterior no me contestó. No sabía por qué y mi mente me estaba jugando bromas muy feas. Diciendo que no me contestaba simplemente porque no quería, porque otras personas ofrecían una mejor conversión...
El poco deseo de revisar mis redes sociales hizo que permaneciera casi todo el día desconectada, no tenía ánimos de hablar con nadie. No fue hasta la 1:53 de la tarde que me digne en abrir mi WhatsApp, tenía unos cuantos mensajes pero un par fueron los que me llamaron mi atención.
Eran de Lucas, me había escrito desde las ocho de la mañana de aquel sábado y yo ni cuenta me había dado.
[8:02 a. m.] Mejor Amigo: Khe Sad. Tal vez el otro año bailas en el Arce.
Cierta parte de mí, seguía renuente a hablar con él. Pero otra, esa que aún lo quería de vuelta conmigo quería hablarle, aunque sea por medio de ese gastado tema.
[1:55 p. m.] Yo: Sí, pero no será igual. La gracia era en noveno.
Fue lo que Respondí, dolida.
Tres caritas asustadas y una triste fueron su respuesta. Qué fría e insípida repuesta fue la que me dio. Respuesta de la que no me percate, hasta muy tarde.
[7:39 p. m.] Yo: Sigo dolida. Aguanta mi tristeza.
Baya que la distancia al menos a mí me estaba matando. Su lejanía sin razón alguna me lastimaba, me negaba a admitir que me dolía más de lo debido, me molestaba verlo lejos de mí, charlando con otras personas de la misma manera como antes hablaba conmigo.
Era algo a lo que tenía que acostumbrarme quisiera o no.
Sin embargo, algo en mí gritaba a toda voz que no podía permitirlo, que no debía de ser así, no podía ser así.
"Lo conoces desde que eras una niñita, no puedes perderlo por tu orgullo".
Recuerdo muy bien una vez que le dije: "Prefiero perder mi orgullo a perderte a ti".
[7:42 p. m.] Mejor Amigo: Jajajaja, vaya. Cuéntame, ¿cómo te sientes?
¿La quería hacer de mi Psicólogo?
¿Se estaba portando amable?
¿Fingía interés?
Pero igual no mataría mis neuronas pensando la razón de su respuesta, tal vez lo tomo a broma y mi deber era seguirle el juego... Cosa que creo no hice.
¿Quería saber cómo me sentía?
Perfecto se lo contaría por millonésima vez.
[7:43 p. m.] Yo: Mire señor psicólogo.
[7:44 p. m.] Yo: Sé que tengo que seguir adelante, es sólo que siento que no debo hacerlo sin antes intentar solucionar las cosas. Esta molestia me quema, me arde, me lastima.
[7:55 p. m.] Mejor Amigo: Mire lo que debe hacer usted es dejarlo ir y seguir adelante con su vida.
No había tardado nada en responder. Baya que eso me puso de buenas. Mi mente se transportó a aquellos tiempos es que el centro de su atención era yo.
En aquellos tiempos donde hablábamos de cualquier tontería, desde que nos despertamos hasta que nos tocaba dormir por la hora tan tarde que el reloj marcaba.
[7:55 p. m.] Yo: ¿Usted cree que sea lo mejor? Porque no es lo único que me mata por dentro.
[7:56 p. m.] Yo: También está el abandono del sujeto que considero mi mejor amigo.
[7:57 p. m.] Yo: Me cambio el mi pendejo por otro pendejo y ya no pasa conmigo. No me habla ni nada parecido. Todo ha cambiado tanto entre los dos. Nos hemos distanciado de una manera abismal... Por dentro, esto en verdad me duele. Y estoy segura que responderá que no pasa nada, como siempre que toco el tema. Creo que igual, debo vivir con eso.
[7:58 p. m.] Yo: Sin mi mejor amigo porque me cambio por un pendejo y un par de putas que ni notan que él existe.
No era lo que pretendía escribir, pero fue lo que escribí.
Con cada mensaje que mande los cheques de enviado, recibido y leído se iluminaban prácticamente al instante. En lo único que pensaba era en escribir lo suficientemente rápido como para terminar mi idea.
Él se limitó a leer cada uno, esperando el siguiente.
Por primera vez en mucho tiempo hice lo que Amanda estaba suplicando, de nuevo puse todo de mi parte para arreglar esa amistad que ya estaba prácticamente en el caño.
El mayor miedo que me rondaba era que escribiera que:
"No pasa nada".
"No ha cambiado nada".
"Todo está igual entre los dos, te sigo tratando igual".
"Para mí no ha cambiado nada, todo está igual".
Que fue lo que siempre respondió las cuatro veces que yo había pasado sobre mi orgullo y me había obligado a preguntar qué era lo que pasaba, por qué se había distanciado tanto de mí.
No mentí cuando dije que debía de vivir con eso. Con su desinterés, con toda esa porquería que me estaba haciendo pasar.
En mis últimos dos mensajes le quedó claro a quien me refería, a sus apreciadas "Gemelas".