En los días siguientes nos quedábamos hablando como teníamos tiempo de no hacerlo.
[8:26 p. m.] Mejor Amigo: En vacaciones leeré todos los libros, toditos los que tengas.
[8:27 p. m.] Yo: Osea nunca.
[8:27 p. m.] Mejor Amigo: Aprovecharé mi tiempo libre para leer.
[8:27 p. m.] Yo: Pues, tengo tres libros en línea.
[8:27 p. m.] Mejor Amigo: Me recomiendas libros de tu plataforma de lectura, también.
[8:27 p. m.] Yo: Hoy me termine de leer dos y empecé con un tercero.
[8:27 p. m.] Mejor Amigo: Y con los libros que vos escribís, ¿cómo te ha ido con las vistas?
[8:28 p. m.] Yo: Mal, terriblemente mal. De hecho he estado apunto de sacarlos de la app.
Claro que no mentía. Ni yo sabía por qué quería seguir subiendo capítulos a mis historias, si nadie las leía, tal vez no era tan buena escritora como en mi mente creía. Aunque bueno escribir era algo que disfrutaba hacer y eso nunca pararía de hacerlo.
[8:29 p. m.] Mejor Amigo: ¿Y eso por qué?
No sé pero me lo podía imaginar preocupado, sabía bien cuánto esto me importaba, y lo molesta que me pusiera al respecto.
Esa decepcionante foto fue la que le envié.
Seguramente él no iba a poder ver nada. Pero yo pude ver de todo. Mi temporal y frustrante fracaso como escritora, lo poco interesante que deberían de ser mis historias, la gran competencia que tenía en la plataforma; pues habían muy buenos libros, me había leído como una docena de ellos quizá; las pocas vistas, los casi inexistentes votos, la deprimente cantidad de comentarios y esto que ni siquiera le mostré los seguidores. Que eran sólo dos. Mis dos amigos, Fredy, un niño de octavo al cual le habla babastante y algunos tildaban de homosexual, mi primero y Laila mi segunda seguidora.
[8:29 p. m.] Mejor Amigo: Tenes ciento dieciseis vistas en uno de tus libros. Esta bien.
[8:29 p. m.] Yo: Otra cosa por la que me siento más frustrada.
[8:30 p. m.] Mejor Amigo: En otro tenes catorce comentarios.
[8:30 p. m.] Yo: Es insignificante a comparación con otros libros.
[8:30 p. m.] Mejor Amigo: Pero se crece poco a poco. Pasito a pasito.
Era alentador lo que me decía, en cierto modo me hacía sentir menos miserable.
Sólo para revolcarme otro poco en mi miseria le mandé esa foto del libro que estaba leyendo y del que leería próximamente en aquel momento.
Qué envidia me daban esas vistas, la cantidad de votos... Valla que dolía saber que los míos no hacían más que ser solo uno más del par de millón que había en la plataforma.
[8:35 p. m.] Yo: Mira de esos libros, el primero es el que me estoy leyendo.
[8:35 p. m.] Mejor Amigo: Se miran interesantes.
[8:35 p. m.] Yo: Todo el mundo lo cree también. A los míos ni les dan la oportunidad.
[8:36 p. m.] Mejor Amigo: Trata de promocionarlos en Instagram o hacete amiga de gente de tu plataforma. No sé, escribiles en los comentarios o algo así.
[8:35 p. m.] Yo: Algunos dejan en el tablero de mensajes LEE MI HISTORIA, TE RECORDANDO MI LIBRO. Pero no lo hago porque aparte que me siento rogona y buscona es como aceptar que mis libros no tienen la suficiente calidad. Quiero a me lean porque les gusta lo que escribo, no porque se los pido.
Hasta él creía que se veían interesantes. Y lo eran, porque lo eran, pero me molestaba que precisamente él dijera eso de historias que no fueran las mías, nunca había dicho eso de mis libros.
No obstante la idea que me dio si fue muy buena, hacerle publicidad a mis historias por medio de mi Instagram. Aunque lo único que había hecho es hacerle publicidad a mi Instagram por medio de mis historias.
Quería reírme de mí misma.
[8:40 p. m.] Mejor Amigo: Como sea, un poco de publicidad no hace daño. Si a ellos les gusta lo seguirán leyendo.
[8:41 p. m.] Yo: Te adjunto una foto, mírala. Son decepcionantes esos datos.