Nivel 0: "La promoción":

30. Último Devocional de Noveno Y Una Melodramática Despedida. ✓

A noveno grado se le solicitó llegar a las nueve y media de la mañana según lo que se nos dijo para arreglar todo para la tarde, pues sería el último devocional que noveno grado haría en el año.

Noveno era algo así como "La Supremacía Institucional", éramos nosotros los encargados de abrir a inicios de año y cerrar a finales los actos cívicos y aún mejor los devocionales. Era un honor exclusivo de La Promo.

Cuando yo llegue solo estaba Julieta y creó su grupo de amigas, aunque para ser sincera a la única que vi fue a ella, en subdirección con la subdirectora, como de costumbre hablando de quién sabe qué.

Me encamine hasta la zona del chalet donde me encontré con Shane y Ernesto, agradecía que ellos ya estuvieran ahí y que no me tocará esperar en soledad a que mi grupo llegara para ensayar el drama de "La Ovejita Desobediente".

Era un drama para el devocional, un punto especial en el programa con una moraleja.

Su base estaba en la Biblia, obviamente, después de todo era un colegio cristiano.

La parábola estaba en:

Mateo 18:10—14
Parábola de la oveja perdida.

10. Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos.
11. Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido.
12. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?
13. Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquella, que por las noventa y nueve que no se descarriaron

Lucas 15:3—7
Parábola de la oveja perdida.

3. Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:
4. ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
5. Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozosos;
6.y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.
7. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

La moraleja que mi grupo y yo pretendíamos dejar era que Dios a pesar de los errores—pecados que cometiéramos estaría con nosotros, solo necesitábamos arrepentirnos de corazón una vez que él nos rescatara, obviamente sin reincidencia.

El simbolismo era aún más fácil de explicar:
El rebaño de ovejas, eran todos los cristianos de una misma fe.
La oveja descarriada, eran aquellos que se separaban de Dios, se iban por mal camino y por obviedad les iba mal.
El desierto, pues eran los placeres del mundo, todo aquello que nos es lícito pero no nos conviene.
El pastor, la figura principal de la historia, era el simbolismo de Dios, era él el encargado de velar por la seguridad de sus ovejas y cuando la rebelde y desobediente escapó, renegó de su fe y se alejó de sus caminos y de su palabra, fue él quien se tomó el tiempo de buscarla, perdonarla, curarla, además de hacer una fiesta por el pecador arrepentido.

Las ovejas tienen una visión muy limitada, tienen patitas cortas y les es muy complicado defenderse de algún depredador; es por ello que nos comparaban, a los cristianos, con ovejas. Visto desde un plano espiritual éramos tiernas, débiles e indefensas...

Un tema muy extenso del que sólo pretendíamos dejar un pequeño mensaje sintetizado pero sin olvidar lo más importante, la desobediencia y el perdón.

Llegué con un aire fresco y despreocupado, me instalé en una de las bancas que estaban al lado de la estructura del lugar y dejé todas mis cosas a mi lado. Cabe destacar que el lugar donde escogí sentarme no fue el más prudente, quizá; aún lado tenía a Ernesto, al otro a Shane y en medio estaba yo. No me sentí del todo incómoda pero tampoco estaba tan cómoda que se diga.

El día anterior también había ido al colegio para ensayar el drama de la oveja, el primero en llegar fue Shane a las siete de la mañana, puesto que según lo que me dijo su madre no podría irlo a dejar más tarde. La segunda fui yo, el vigilante me dejó entrar sin preámbulos ni ceremonias, después vi a Alexis, en tercer lugar a Ernesto y poco a poco fueron llegando mis demás compañeros.

Los que salían en el drama eran: Zyan, Silvia, Iliana y Jasón; todos como ovejitas obedientes, puras y santas. Shane, Ernesto y Alexis, eran los perversos y maliciosos lobos sin buenas intenciones que darían caza a las ovejas. Lucas, como siempre, era el dulce, bueno, bondadoso y misericordioso pastor. Yo por otro lado era la rebelde, malcriada, testaruda e incauta oveja berrinchuda, que se negaba a seguir las instrucciones del pastor.

Todo esto tenía un trasfondo más bíblico que estilístico.

Durante toda la mañana estuvimos ensayando. Por pequeños lapsos de tiempo descansábamos —no hacíamos la gran cosa ensayando, pero de igual manera descansábamosEn uno de esos lapsos de tiempo, Anderson, quien a decir verdad no sabía a qué había llegado, pues no salía en nada, se apoderó de la bocina que yo había llevado para transmitir la música y puso una canción, a través de la radio, que no era muy recatada que se diga, bastante denigrante hacia la mujer para ser exacta.

Por el rabillo del ojo vi como la subdirectora avanzaba a paso seguro, decidido e imponente por los pasillos, con aquellos hermosos tacones que parecía no poder manejarlos. La alarma se encendió y se propagó por mi sistema a una velocidad alarmante y con una ponzoña que amenazaba hasta con carcomerme los huesos.




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