Capítulo Veinte
Compromiso con miles de dudas
JESS TOMÓ MI MANO Y ADMIRÓ EL PRQUEÑO DIAMANTE QUE brillaba en mi dedo.
—Es realmente precioso.
Suspiré.
—No puedo creerlo. El anillo de Nathan. En mi dedo.
Evelyn y Jess estaban sentadas en las sillas frente a mi mesa de centro, y dijo.
—Entonces. ¿Te lo pidió anoche?
—Asentí.
—Te dije que esto iba a pasar. —Evelyn hizo como si se alisara el pelo. —¿Y tenía razón?
—Sí, —admití.
—Es de lo único que se habla en el hospital hoy—, dijo Jess.
Di otro suspiro.
—Lo sé—. Emma Bravilla tiene una mirada de águila. Vio el anillo cuando entré por la puerta. Y supo que era Nathan, sin que yo dijera nada. Se volvió loca. Dijo que no podía creerlo. Primero Tú y Richard Luego Evelyn y Trevor. Y ahora Nathan y yo. Ella cree que no es justo. Insiste en que nos quedamos con todos los buenos.
—Y así fue—, dijo Evelyn alegremente.
—Estoy con Emma—, dijo Jess. —Es decir, en eso es difícil de creer. Aquí estamos, cada una con treinta años. Solteras empedernidas. O eso creía todo el mundo. Y luego, en cuestión de meses, todas acabamos comprometidas.
Evelyn se rió.
—Con médicos. Lo que demuestra que es verdad. Nunca digas nunca.
Jess seguía sujetando mi mano. Me la apretó.
—¿Cuándo será el gran día?
—Vamos, todavía no hemos llegado tan lejos. Me lo acaba de pedir.
Jess se giró hacia Evelyn. Las dos intercambiaron una mirada.
—¿Y bien? —, preguntó Jess. —¿Qué te parece?
Evelyn se encogió de hombros.
—Me parece bien.
Ambas me sonrieron.
—Cásate con nosotras, —dijo Jess.
Y la verdad, que no estaba preparada para esa sugerencia. Solté la mano de Jess y solté una risa débil.
—Oh, vamos.
—¿Qué significa eso? —Evelyn puso cara de dolida.
—¿No quieres casarte en la misma ceremonia con tus dos amigas más queridas del mundo?
Era claro para mí que Evelyn bromeaba. Aun así, me apresuré a tranquilizarla.
—No es eso. Para nada.
—¿Entonces qué es?
—Bueno, se casan el 26 de septiembre. Eso es en apenas un mes. Es demasiado tarde para añadir otra novia.
—Podemos hacerlo.
—Oh, vamos. Sé que lo tienen todo planeado, justo como quieren.
Evelyn dijo: —Sí.. Y nos gustaría aún más que vinieras con nosotras.
—Ya enviasteis las invitaciones.
—Así es, pero podemos enviar el anuncio para avisarles a todos que, en lugar de dos novias, tendrán tres.
—Pero... ¿qué harás de dama de honor si yo soy una de las novias?
—Anda ya. Con tres novias, ¿quién necesita una...?
—Ya compré el vestido de mi dama de honor.
—Ese no es el problema en absoluto.
Jess dijo: —Alice. Si quieres tu propia boda, no pasa nada. No hay nada de malo en eso.
—No. Lo digo en serio. No es eso. No se me ocurre una mejor manera de casarme que con vosotras dos. Pero yo...Miré a una querida cara y luego a la otra. —Un mes es demasiado pronto para mí.
Jess emitió un sonido compasivo y me dio una palmadita en el hombro.
—¿Intentas decirnos que te sientes abrumada ahora mismo?
—Es que... me cuesta creer que me lo haya pedido. Desde luego, no me lo esperaba. Solo nos vimos el fin de semana pasado. Y tengo que admitir que, hasta anoche, me he estado diciendo a mí misma que lo disfrute mientras dure.
Jess preguntó con mucha dulzura:
—¿Lo amas?
Evelyn resopló.
—Claro que sí.
Jess frunció el ceño.
—Vamos, Evelyn. Deja que lo diga ella misma.
—Lo siento. —Evelyn parecía avergonzada. —Tienes razón. —Se giró hacia mi. —¿Y bien? ¿Lo amas?
Tragué saliva.
—Sí.
Evelyn hizo una mueca.
—No pareces muy emocionada.
Y me esforcé por explicar. —Tengo miedo. Solo me di cuenta anoche, después de que me hiciera la pregunta. Estaba sentada aquí mismo, en el borde del sofá, y él estaba de pie junto a mí, mirándome con esos ojos a lo Paul Newman, y pensé: Dios mío. Estoy enamorada de él.
Y todo lo que juré que nunca me permitiría acercarme: es dominante, siempre está seguro de tener razón. Es diez veces más guapo de lo que jamás soñé, y las demás mujeres no lo dejan en paz. Y lo peor de todo, tiene un doctorado después de su...
—Espera un momento—. interrumpió Jess. —Retrocedamos un poco. Haces que parezca que no eres guapa. Y no es cierto.
—Dije que es diez veces más guapo que yo. Y es cierto.
—Pero...
Interrumpí a Jess con una mirada.
—Tu lealtad es algo hermoso—. ¿Puedo continuar?
Jess hizo un gesto con la mano.
—Oh, está bien. Continúa.
—Gracias. ¿Qué estaba diciendo? —, insistí,
—Te diste cuenta de que lo amabas.
—Así es. Y también me di cuenta de que iba a decir YES. Y lo hice. Dije que sí. Pero todavía no me lo creo. Y necesito un poco de tiempo para acostumbrarme a la idea. Por favor, entenderlo.
Jess hizo un sonido compasivo, chasqueando la lengua.
—Claro que sí. Pero si cambias de opinión…
Tanto Jess como yo lanzamos miradas de desaprobación a Evelyn. Jess incluso negó con la cabeza.
Evelyn levantó ambas manos.
—Lo sé, lo sé. Es tu… Vívelo a tu manera.
***
El viernes fue la cena.
Mi madre llegó justo a tiempo, a las seis y media. Justo cuando Emma Trovilla miraba por quien sabe Dios cuantas veces mi anillo de compromiso.
—¿Un compromiso? ¿Del médico? —pregunto mi madre ingenua, imposible de creer.
—Se llama Nathan mamá—, dije intentando que no le doliera a mi madre, se que le costaría aceptar la idea de que alguien quisiera casarse conmigo. —Y sí. Estamos deseando casarnos.
—Dios mío—, dijo mi madre. —Te casas. Y con un médico. Jamás lo hubiera imaginado.
—Bueno, imagínatelo. Porque es verdad—. Le di a mi madre unos minutos para acomodarse en el sofá. Pregúntenle si le apetecía tomar un café o algo antes de ir a casa de Nathan.