Ela-acosadora: Hola, extraño…
Leí el mensaje de nuevo, junto con el nombre de quien lo enviaba y por ello recibí una mala mirada de la abuela, mientras cenábamos con Simón más temprano de lo usual para que no fuera a su casa demasiado tarde. Sin embargo, mi teléfono no dejaba de causar vibraciones sobre la mesa, porque a mi abuela le encantaba ver los “artefactos” en el centro de ella, lejos de nuestras manos. Pero se hartó de la continua vibración y me pido que me encargara de ello.
Ela-acosadora: ¿Estás ahí?
Ela-acosadora: Sabes quien soy, ¿cierto?
Ela-acosadora: Soy Elena, pero como somos amigos… Llamame Ela.
Ela-acosadora: Somos amigos, ¿verdad?
Ela-acosadora: A
Ela-acosadora: D
Ela-acosadora: A
Ela-acosadora: M
—¿Quién es? ¿Amigos de la ciudad? ¿Una chica? —Simón se levantó de su asiento y trató de ver la pantalla de mi teléfono desde lo alto. —Apuesto que es una chica.
—¿Una chica? —De repente mi abuela estaba interesada. —¿Tienes alguna novia de la cual no me hayas contado nada, Adam? —La vi entre cerrar sus ojos.
Ela-acosadora: ¿Estás ignorándome? :v
Yo: Lo siento, estoy en medio de algo ahora.
Escribí rápidamente al notar que en mi pantalla indicaba que ella seguía escribiendo. No me gustaba la mirada inquisitiva de mi abuela, así que prefería apagar el “artefacto”.
Yo: Hablamos más tarde.
—¿Estás apagando ese artefacto? Menos mal, cada vez que hace ese horrible zumbido, quiero lanzarlo contra la pared.
Lo apagué y vi a Simón apresurarse para hacer lo mismo, un tanto asustado por las palabras de la mujer.
—Simón, querido… Gracias por tu ayuda hoy, espero hayas recibido muy buenas propinas, porque te las mereces —dijo mi abuela con una sonrisa.
—Sí, eso creo. Gracias por invitarme a cenar —respondió él con buen humor.
—Cuando quieras.
Cuando terminamos la cena, Simón se preparó para marcharse y le aconsejé no tomar el camino que rodeaba el bosque. Él estuvo de acuerdo y prometió enviar un mensaje cuando llegará a casa, porque mi abuela lo pidió. Y sin más, se fue con su farol encendido.
—Bueno, cierra la puerta y ve a dormir —ordenó mi abuela con cansancio.
—En una hora iré a dormir, tengo tarea —le informé y ella asintió sin prestar mucha atención, yendo a su habitación en el segundo piso, donde vivíamos. En el primero se encontraba el restaurante y la conexión con nuestra entrada privada a la segunda planta.
—Como quieras…
La escuché decir mientras aseguraba todas las puertas. Luego me dirigí a nuestras angostas escaleras y subí a nuestro pequeño, pero acogedor hogar. Fui por mi libro de matemáticas y encendí mi teléfono para tener la calculadora. Cuando iba a la mitad de los ejercicios, un nuevo mensaje llegó.
Ela-acosadora: ¿Qué haces?
Yo: ¿Por qué te llamaste a ti misma acosadora?
Pregunté lleno de curiosidad.
Ela-acosadora: Quería algo que llamara la atención.
Yo: Hago la tarea…
Yo: ¿Hablas en serio?
Ela-acosadora: Sí, además los otros nombres de contacto eran muy aburridos, necesitabas chispa en esa lista.
Me apresuré a terminar los otros ejercicios para poder ir a la cama, me resistí tanto como pude a no caer en la constante distracción, llamada Elena o Ela como ella quería que la llamara.
Ela-acosadora: ¿Aún estás ahí?
Yo: Sí.
Ela-acosadora: ¿Ya terminaste tu tarea?
Yo: Sí.
Ela-acosadora: Me siento sola.
No supe qué contestar a eso y entonces, me llegó el mensaje de Simón asegurando haber llegado sano y salvo a casa. Al parecer tuvo la suerte de encontrarse con el profesor Martín en el camino y este lo llevó la mitad del camino hasta su casa en su auto. Bien por él.
Yo: Entonces deberías ir a dormir, para que nos encontremos mañana.
Contesté a la chica, no muy seguro de porqué había escrito aquello; pero, era demasiado tarde para borrarlo porque ya lo había enviado.
Ela-acosadora: Me gusta esa idea.
Ela-acosadora: Nos vemos mañana, chico nuevo ;)
—¿Qué estoy haciendo? —Pensé en voz alta, molesto y al mismo tiempo, lleno de expectativas y curiosidad.
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Editado: 06.07.2018