La anciana vidente nos observó dejar a su nieto en uno de los sofás de su sala de estar. Podía sentir su profunda mirada sobre nosotros como fuego, quemando lentamente. No dijo mucho cuando nos abrió la puerta de su casa, pero sabía que algo no estaba bien con su nieto, probablemente por la sangre que bajaba por un lado de su cabeza. Yo había hecho.
—Entonces, ¿quién va a explicar qué fue lo que le pasó a mi nieto?
—Él… —Daniel se apresuró y la mujer se cruzó de brazos. —Él me atacó de repente, es como si hubiera perdido la razón. Quería matarme, pude verlo en sus ojos y yo… Tuve que defenderme, lo empuje. Estaba asustado, así que lo empuje y el se cayó. Se golpeó la cabeza con una roca y…
—¿Es eso cierto? —Me miró en busca de una afirmación.
—Sí, Simón enloqueció.
Nos miró con suma seriedad y de repente empezó a reír frenéticamente, justo antes de liberar sus brazos y dirigirse hacia mi. Algo en su mirada prometía problemas y me asustaba más que la bruja del bosque. Entonces, noté algo extraño en ella, tenía su velo puesto como siempre; pero sus ojos brillaban, podía verlos, el color verde de su iris se hacía cada vez más fuerte. En ese mismo instante sentí que me ahogaba, el aire no llegaba a mis pulmones y la garganta me dolía.
—¿Te atreves a mentirme? Puedo oler la sangre en ti y son solamente tocar sabría lo que hiciste —dijo mientras se acercaba de forma amenazante. —¿Qué le has hecho a mi Simón? —Puso una mano en mi brazo y vi los últimos minutos de mi vida, desde el momento que encontré a Simón ahorcando a Daniel, pasar por mi mente. Era como si rebobinara toda una película frente a mi, sobre mi. Hasta que ella me soltó de su agarre y con una mirada mortífera me lanzó a través de la habitación hasta dar contra la pared más lejana. —Tú…
Estaba en el suelo, tratando de recomponerme cuando levanté la mirada y vi a Daniel mirar a aquella bruja con temor. Ella se dirigía a él.
—Si fuera a la policía y les dijera lo que ha pasado, y además agregará unas cuantas cosas para nada a su favor. ¿Qué creen qué pasaría entonces? Sus vidas estarían arruinadas para siempre.
—Pero… él trató de matarme, ¡tengo pruebas!
—¿Ves que me importe? —dijo con enojo. —Voy a llamar a un doctor —informó e hizo aparecer un teléfono sobre la palma de su mano. —No diré nada a cambio de algo, siempre y cuando mi nieto no muera.
Daniel y yo nos miramos, al mismo tiempo que me levantaba del suelo, no muy seguro de poder confiar en ella. La anciana vidente se concentró en una agitada conversación por teléfono y luego fue a su nieto. La vi poner una mano por sobre su cabeza, la cual se sumió en una nube de luz azul, causada por su abuela.
—Haremos lo que sea —dijo Daniel, aterrorizado al ver que aquella mujer podría no ser una farsa como se había pensado.
—¿Qué es lo que quiere? —Pregunté.
Había reflexionado una y otra vez sobre el asunto, yo estaba en desventaja y mi historial no estaba del todo limpio, nunca fui un buen citadino. Sin embargo, ya no era ese chico y con mi abuela podía sentir que ella esperaba mucho de mi, entre ello que no fuera a terminar como mi padre. Algo que yo tampoco deseaba.
—Es bastante simple —La vi alejarse de su nieto, apagando las luces que salían de su mano y cubrían la cabeza de Simón. Ella se desplazó hacia mi casi de forma fantasmagórica y puso sus dos manos en mis mejillas. —Si haces lo que te pido, le perdonaré la vida a tu amigo y los dejaré librarse de esto.
Tragué un poco de saliva, no muy seguro de querer escuchar su petición, mis instintos me advertían que estaría más a salvo yendo a la cárcel por este crimen que haciendo lo que ella me pidiera.
—Aun puedo sentir que hay un espíritu apegado a ti —. Bajó sus manos por mi garganta y entonces sobre mi pecho. —¿Sabes a qué me refiero? —Su voz pasó a ser seductora, pero nada confiable. —Necesito que… —Sus manos bajaron un poco más. —Te deshagas de esa molestia por mi —. Alejó sus manos de mi, posicionandolas frente a su cuerpo, listas para recibir algo. Un objeto cayó de la nada sobre las dos palmas de su mano, estaba envuelto en una tela color sepia. Con su izquierda sostuvo el objeto y con la derecha lo desenvolvió hasta dejar al descubierto una daga negra. —Atraviesa con esto su corazón y el trato quedará hecho y cumplido.
—¿Por qué?
—¿Te refieres a la bruja del bosque? —Preguntó Daniel exaltado.
—Ella no debería existir —Me respondió, ignorando a mi compañero. —Y esto es algo que ella siempre ha querido, ahora será libre con esta daga de onyx.
—No lo haré.
—Si lo harás. De otro modo no solamente heriré a tu amigo aquí presente, sino que también iré trás de tu abuela y te haré desear nunca haber rechazado mi propuesta —. Muy segura de lo que hacía, tomó mi mano derecha y allí puso la daga, obligandome a sujetarla. —Además, no quería decir esto… Pero, la única manera de salvar a Simón y su otro amigo es destruyendo a la bruja del bosque, si ella muere, su maldición desaparecerá con ella.
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Editado: 06.07.2018