No dejes que me encuentre

Capítulo 12

El tiempo continuaba suspendido en la nada mientras me recuperaba, sentía como todo regresaba a su lugar tan rápido como le era posible a mi cuerpo. Las fuerzas regresaron a mi y me levanté, sosteniendo a Ela en mis brazos, quien estaba estupefacta ante la presencia de…

—Alexa —dijo Ela finalmente. —Veo que has hecho algo terrible —, la miró de pies a cabeza. —¿Cuántos?

—¿Cuántos? Ese no es tu problema. Además, ¿de quién es la culpa? —Respondió la famosa vidente.

—¡Esperen! ¿De qué están hablando? —Daniel interfirió, aún con el ambiente tenso y la presencia de un Simón poseído en modo asesino en pausa, por el momento.

—Hace mucho tiempo le pedí a Ela dejarme intercambiar lugares con ella. ¿Dijiste que querías ser libre? Pues te di la oportunidad de serlo pero no lo quisiste —dijo, enojada.

—El bosque no te quiere…

—¿No me quiere? ¿No serás tú quien no me quiere aquí? ¿Acaso te da miedo perder todo tu poder? ¡Admitelo! ¡Esto nunca tuvo nada que ver con el bosque! —Movió su mano y Ela salió volando a un costado contra otro árbol. —¡¿Por qué no me querría el bosque?! —Le gritó.

Intenté moverme, pero mis pies no se movía, parecía que Alexa había concentrado su poder para mantenerme en un punto fijo. Luche contra ello, pero no era lo suficientemente fuerte.

—El bosque te conoce muy bien —dijo Ela mientras se levantaba. —Sabe de tu codicia y tu obsesión con la vida eterna, vió la oscuridad en tu corazón y me lo hizo saber desde el principio. Lo siento, pero no cumples sus requisitos.

—¿Requisitos? No sabía que tenía que ser una santa, de otro modo lo habría intentado —su sonrisa llena de sarcasmo se oscureció un poco más  cuando golpeó a Ela otra vez contra el árbol. —No es que importe, ahora tomaré lo que me pertenece sin importar qué.

En segundos vi a Simón acercarse a Marco, poner las manos en su cabeza y darle un giro siniestro.

—¡Marco! —Daniel gritó, levantando su bate y golpeando a Simón justo cuando nuestro amigo cayó al suelo. —¡Tú…!

El golpe no hizo más que partir el bate de madera en dos, dejando a un Simón sonriente que miraba a Daniel como si fuera un tonto insignificante. En ese mismo momento, Ela se levantaba de nuevo con sangre brotandole de la sien y una sonrisa un poco psicótica.

—¿Crees que puedes detener el bosque para siempre? —Le preguntó a la bruja vidente.

—Lo suficiente —le respondió con autosuficiencia.

Vi aquellas gotas de sangre bajar hasta su barbilla y luego empezar su caída al suelo, casi como si estuviera en cámara lenta.

—El bosque puede dormir, pero cuando la sangre de su protector cubre su suelo, es difícil evitar su despertar —advirtió y vi las gotas de sangre manchar la tierra y algunas hojas sobre el suelo.

Los sonidos regresaron de forma sucesiva, un brisa helada nos rodeó y el susurro del viento advirtió lo que venía. Los árboles parecieron llorar a Marco y sus raíces repudiaban a los invasores. El bosque despertaba y era consciente que había sido transgredido de todas las formas posibles. El cielo se oscureció y por un minuto pense que venía una tormenta, no estaba muy lejos de la verdad. Alexa miró a Ela con ira y la atacó de nuevo, pero esta vez Ela se mantuvo firme en su lugar y devolvió el ataque.

—Yo controlo este lugar, yo lo protejo… Es hora que recuerdes cuál es tu lugar aquí —dijo y levantó a la mujer del suelo con su mano en forma de c, que luego entendí significaba que la estaba ahorcando.

Yo finalmente podía moverme, entonces corrí a Marco con la esperanza de poder hacer algo por él. Daniel me miró incrédulo y asustado, mientras Simón acercaba una de sus manos al pecho del chico. Me lancé sobre la muerta y rodamos por el suelo, no dejaría que le hiciera daño a mi amigo, aunque fuera un cobarde.

—Solamente porque seas inmune a la muerte no significa que puedas vencerme —masculló y nos detuvo de golpe, situándose sobre mi y empezando a lanzarme puñetazos. Tenía una fuerza monstruosa que destrozaba mi quijada una y otra vez de un solo golpe. Mi autoregeneración era cada vez más fuerte y rápida, lo cual molestaba a aquel ser.

—¡Quitate de encima! —Reuní fuerzas de donde pude y lo empujé a un lado, entonces procedí a golpearlo igualmente. Puse mis manos sobre la tierra para impulsarme hacia arriba y senti una energia extraña justo allí.

Daniel tomó su bate roto y vino a mi, listo para apoyarme, pero no fue necesario. Simón, es decir, su cuerpo empezó a retorcerse de forma extraña, cada una de sus venas se hizo visible en su piel y sus ojos parecían estar a punto de explotar. Entonces vimos algo salir de él, un humo negro que escapaba por su boca por medio de un grito desgarrador. Su cuerpo pareció estar a punto de levitar por un segundo y entonces se desplomó con tanta fuerza que una rafaga de aire, tipo onda explosiva sacudió todo el bosque, levantando hojas y polvo. El humo negro se elevó sobre nosotros y luego cayó hasta tomar forma humana o casi humana. Algunos rayos comenzaron a caer a nuestro alrededor iluminando un poco el lugar. Así, frente a nosotros encontramos un ser oscuro cuyos huesos resaltaban en toda su estructura corporal.




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